El día antes de que Amnistía Internacional instara al gobierno de Sudán a terminar con el acoso, la intimidación y la censura de periodistas tras la detención de unos 15 profesionales este año, el jefe de los Servicios Nacionales de Seguridad e Inteligencia (NISS), Salah Goush, acusó de espionaje a varios periodistas sudaneses por reunirse con diplomáticos occidentales.
Goush realizó esas acusaciones en el parlamento, donde firmó el Código de Conducta para Periodistas.
“Se los convocó e interrogó para hacerles saber que (la reunión con diplomáticos occidentales) es un proyecto de espionaje”, dijo a los legisladores el jueves 1 de este mes. Luego anunció que NISS retiraba los cargos en contra de los periodistas.
Pero el comunicado de Amnistía, divulgado el viernes 2, señala: “el gobierno sudanés ha sido implacable este año en su afán por silenciar a los medios independientes mediante detenciones y acoso de periodistas y censurando tanto a los medios escritos como audiovisuales”.
“Solo muestra que los funcionarios sudaneses no han cambiados sus modos, todavía acusan a periodistas y activistas de espías y realizan otra serie de acusaciones inventadas”, arguyó Jehanne Henry, investigadora para Sudán y Sudán del Sur de Human Rights Watch (HRW), en diálogo con IPS, refiriéndose a las declaraciones de Goush en el parlamento.
El martes 30, un periodista independiente de Reuters en Jartum y otros dos reporteros locales tuvieron que declarar ante el fiscal de seguridad del Estado sobre las reuniones mantenidas con diplomáticos de la Unión Europea (UE) y el embajador de Estados Unidos en Sudán.
Incluso les dijeron que podrían ser imputados cuando concluyera la investigación. Antes de eso, otros cinco profesionales fueron interrogados por la misma reunión, y NISS informó que otros dos periodistas serían interrogados por el mismo asunto.
“Lo que nos hace NISS es una forma de extorsión y un acto terroristas para coartar la libertad de prensa”, denunció Bahram Abdolmonim, uno de los tres profesionales interrogados el martes 30, en diálogo con IPS.
“Los periodistas tienen derecho a reunirse con diplomáticos, funcionarios gubernamentales y opositores, así como con cualquiera, y pueden hablar sobre libertad de expresión o sobre cualquier otra cosa”, recordó.
“El periodismo es un mensaje”, añadió Abdolmonim.
Antes de su interrogatorio, tres mujeres y dos hombres periodistas fueron convocados a la fiscalía para declarar por la misma reunión con diplomáticos occidentales y hablar sobre libertad de expresión.
Pero esos no son los únicos episodios de restricciones contra periodistas. El 16 de octubre, cinco profesionales fueron detenidos frente al parlamento sudanés por protestar contra la prohibición de ingreso a la sede legislativa impuesta a un colega.
“Desde el comienzo de 2018, el gobierno de Sudán, a través de su aparato de seguridad, ha sido implacable en las restricciones impuestas a la libertad de prensa mediante ataques contra periodistas y organizaciones de medios”, recordó Sarah Jackson, subdirectora de Amnistía para África oriental, el Cuerno de África y los Grandes Lagos.[related_articles]
La organización con sede en Londres también señaló que aumentó la censura de la prensa y que los editores reciben llamadas diarias de agentes de seguridad para interrogarlos sobre el contenido editorial.
Los editores se ven obligados a justificar sus coberturas. Los agentes de NISS también se aparecen en las redacciones para ordenar a los editores que no publiquen algunos artículos o confiscar tiradas enteras.
“Entre mayo y octubre, el diario Al Jareeda fue confiscado por lo menos 13 veces, Al Tayar, cinco veces y Al Sayha, cuatro veces. Otros diarios, como Masadir, Al Ray Al Aam, Akhirlahza, Akhbar Al Watan, Al Midan, Al Garar y Al Mustuglia, fueron confiscados una o dos veces”, reza el comunicado.
Los medios audiovisuales también sufrieron la censura. A principios de octubre, NISS suspendió un programa de entrevistas en Sudania25 TV tras recibir a Mohamed Hamdan, líder de las Fuerzas de Apoyo Rápido, las milicias Yanyauid acusadas de cometer atrocidades en la occidental provincia de Darfur
La restricciones contra los periodistas son grandes en todo el país. Y las zonas en conflicto como Darfur, Nilo Azul y Kordofán Sur, son especialmente difíciles para los profesionales de la prensa.
“Las autoridades sudanesas deben poner fin a esta vergonzosa agresión contra la libertad de expresión, y dejar que los periodistas hagan su trabajo en paz. El periodismo no es un delito”, subrayó Jackson.
Reporteros Sin Fronteras ubicó a Sudán en el lugar 174, entre 180 países, en su Índice Mundial de Libertad de Expresión 2018, arguyendo que NISS “acosa a los periodistas y censura a la prensa”.
Las y los periodistas de Sudán suelen ser detenidos y conducidos a la justicia, donde los acusan de mentir y hasta de difamación.
Amnistía instó al gobierno de Sudán a revisar la ley de Prensa y Materiales Impresos, de 2009.
“Trabajamos con miedo, cuando escribo algo no sé si terminaré en la cárcel o interrogado por agentes de NISS”, dijo a IPS un periodista que prefirió permanecer anónimo, preocupado por su seguridad.
Traducción: Verónica Firme