“El mar se traga aldeas, se devora la costa y marchita los cultivos. El realojamiento de personas, los llantos por los seres queridos perdidos, las muertes por hambre y sed; quizá crean que solo afectará a los países pequeños; se equivocan”, señaló Timoci Naulusala, de 12 años y procedente de Fiyi, en un apasionado discurso en la COP23.
Más de 20.000 personas de todas partes del mundo se trasladaron a la ciudad alemana de Bonn para participar de la COP23 (23 Conferencia de las Partes) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), realizada entre el 6 y el 17 de mes en Bonn.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, también señaló que las consecuencias del cambio climático se multiplicaron y se vuelven cada vez más intensas.
A pesar de unas pocas victorias, la COP23 terminó sin lograr sus objetivos ni inyectar el tan necesario sentido de urgencia.
“Se cruzó el punto de no retorno”, alertó Macron.
La conferencia tenía que desarrollar una hoja de ruta para implementar el histórico Acuerdo de París, suscrito en 2015, para lo que hay plazo hasta la COP del año próximo en Polonia, pero muchos sostienen que en 2017 no se hizo lo suficiente.
Reacios y desprevenidos
Uno de los asuntos más controvertidos de la COP23 fue el económico.
De los 100.000 millones de dólares al año comprometidos para los países en desarrollo para 2020, los más ricos apenas aportaron 10.000 millones.
Aparte, también existe la preocupación de que a menudo los fondos reunidos no llegan los países y personas más pobres, explicó Clare Shakya, del Instituto Internacional para el Ambiente y el Desarrollo.
“Reciben una proporción mucho menor que lo que les correspondería”, precisó en diálogo con IPS.
A las comunidades más pobres les llega menos de 10 por ciento de un monto que ya es limitado, lo que impacta a países como Etiopía, donde la sequía ya afecta enormemente el sustento de muchas personas.
Ese país de África oriental, que necesitaría unos 7.500 millones de dólares al año para pasarse a energías limpias y adaptarse al cambio climático, apenas recibe entre 100 millones y 200 millones de dólares al año.
En el marco del Acuerdo de París sobre cambio climático, acordado en diciembre de 2015 en la capital francesa, los donantes deben aportar una estimación de cuánto y de qué tipo de fondos van a comprometer para que los países beneficiarios puedan planificar y prepararse.
En cambio, frenan las demandas y demoran la discusión y las medidas contra el recalentamiento planetario.
“No se vio a los países ricos llegar aquí preparados para involucrarse seriamente en aumentar las finanzas. Las partes sabían que no se tomarían grandes decisiones políticas como en París”, dijo a IPS el director de estrategia y política de la Unión de Científicos Preocupados, Alden Meyer.
Unos 150 jefes de Estado y de gobierno participaron en la COP21, cuando se negoció el Acuerdo de París, sin embargo, apenas 25 se trasladaron a Bonn este año. Tanto Meyer como Shakya expresaron su frustración por la falta de urgencia en la implementación del tratado.
“Fue bastante decepcionante para los países vulnerables, que quieren ver más urgencia en la movilización de recursos para ayudarlos luego de los huracanes y los tifones devastadores que vimos este año”, dijo Meyer a IPS.
Eso se ve a través de los compromisos realizados bajo el Acuerdo el París, que son solo una tercera parte de lo necesario para evitar que el recalentamiento planetario aumente más de dos grados centígrados para 2030, respecto de la era preindustrial.
Los países acordaron analizar formas de cerrar la brecha, pero la apatía de la COP23 no augura nada bueno para la cumbre climática de 2018.
Además, Shakya señaló que las negociaciones que tuvieron lugar en la conferencia carecieron de un enfoque holístico, pues se dejó fuera el término “género” en las discusiones sobre transferencia tecnológica, mientras que la cuestión de “fondos” quedó relegada en el plan de acción de género.
“Hay algunos elementos realmente frustrantes ahora en las negociaciones que tratan de desviar las conexiones que es necesario hacer”, añadió.
Sin liderazgo claro
Con el retiro de Estados Unidos, muchos se vuelven al presidente francés y a la canciller (jefa de gobierno) de Alemania, Angela Merkel, para que asuman el liderazgo.
“Ambos tienen un compromiso personal con el Acuerdo de París y, por el momento, en que carecemos de líderes, son nuestra esperanza”, añadió Shakya.
En agosto, Washington anunció que retiraría todos los fondos del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), el órgano de la Organización de las Naciones Unidas encargado de investigar el cambio climático.
Macron convocó a Europa y se comprometió a acortar la brecha económica.
“Espero que Europa pueda reemplazar a Estados Unidos como líder climático y le puedo decir que Francia está lista para eso”, le dijo a los delegados.
Merkel se comprometió a duplicar los fondos para el clima y ayudar a los países en desarrollo para 2020, y explicitó su compromiso de ayudar a las naciones en desarrollo en iniciativas como sistemas de información climática y gestión de riesgo de desastre.
Pero los participantes se fueron decepcionados cuando Merkel anunció un plan para reducir la dependencia del carbón de Alemania.
Alrededor de 40 por ciento del sector energético de ese país depende del carbón y, de seguir así, Alemania no cumplirá sus objetivos en materia de reducción de emisiones contaminantes para 2020.
De hecho, la Unión Europea no podrá lograr su objetivo de reducir los gases de efecto invernadero en por lo menos 40 por ciento para 2030, respecto de los niveles de 1990, a menos que cambien las políticas y redoblen sus compromisos.
Meyer teme que los avances sigan lentos, en especial porque la próxima COP se realizará en Polonia, con una economía fuertemente dependiente del carbón.
Ese país genera alrededor de 80 por ciento de la electricidad a partir de esa fuente de energía. El Índice de Rendimiento del Cambio Climático ubicó a Polonia en el lugar 40, y señaló que siguen resistiéndose a leyes contra el cambio climático.
En un esfuerzo por reducir su dependencia en esa fuente de energía, Gran Bretaña y Canadá crearon una alianza internacional “energía más allá del carbón”. Otros 25 gobiernos nacionales y locales se unieron a la iniciativa, como Francia, Etiopía, México y los estados estadounidenses de Washington y Oregon.
Pero la alianza no compromete a los signatarios a un cronograma para abandonar el carbón. Varios países dependientes de él tampoco se unieron a la alianza, como Alemania, Polonia, Australia, China e India.[related_articles]
Pequeños pasos, pero grandes logros
A pesar de los pocos avances, la COP23 no estuvo exenta de logros.
Los países acordaron revisar los avances en materia de reducción de emisiones en 2018 y en 2019, así como realizar evaluaciones de los fondos para el clima en 2018 y en 2020.
La reunión también amplió su representación, al incluir, por primera vez y formalmente, a las mujeres y a las comunidades indígenas.
Shakya destacó que incluir a esos dos sectores en la toma de decisiones contribuirá a dar mayor visibilidad a las comunidades más pobres.
“Es un paso realmente significativo, pero solo es un primer paso. Necesitamos que sea el pilar para que los incluyan en el proceso de desarrollo de políticas y de inversión”, subrayó.
También pidió más transparencia en los fondos para el clima y propuso que los donantes formen un grupo de liderazgo fuera de las negociaciones formales para identificar y colaborar en las soluciones, y así mejorar la calidad de los recursos y la información.
Meyer tiene esperanzas de que se logren avances en las reuniones que habrá a partir de ahora y hasta la COP de 2018, en especial en la Cumbre Nuestro Planeta, que se realizará en diciembre, en Francia.
“Queda mucho trabajo por hacer. Si hay voluntad política, habrá un resultado bastante decente. De lo contrario, no veremos muchas mejoras”, alertó.
Traducido por Verónica Firme