“Si no juegan con nosotros, reduciremos o cortaremos la asistencia”, es la regla no escrita con que la mayoría de los donantes occidentales amenazan a las naciones en desarrollo cuando no hacen lo que ellos quieren en la ONU.
En 1990, Yemen, entonces miembro no permanente del Consejo de Seguridad, se negó a votar a favor de una resolución propuesta por Estados Unidos para expulsar a Iraq de Kuwait, un golpe que quedará para siempre en la memoria institucional de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
En cuanto emitió su voto, el embajador estadounidense se volvió hacia el de Yemen y le dijo la famosa frase: “Este será el no voto más caro de hará jamás”.[pullquote]3[/pullquote]
Casi que al otro día, Washington decidió recortar unos 70 millones de dólares de la asistencia al desarrollo y militar que le daba a ese país del Golfo, entonces un estrecho aliado.
En su conferencia de prensa inaugural, la nueva embajadora de Estados Unidos en la ONU, Nikki Haley, amenazó de forma implícita a los estados miembro que desafíen a Washington votando en contra de las resoluciones que proponga y probablemente también si votan a favor de las que sean contra Israel.
“Nuestro objetivo es demostrar valor en la ONU y la forma de demostrar valor es mostrando nuestra fortaleza, nuestra voz y apoyar a nuestros aliados y asegurarnos de que, a cambio, ellos nos respalden”, declaró Haley.
“Anotaremos los nombres de los que no nos apoyan y haremos observaciones para responder como corresponda”, alertó.
El editorial del diario The New York Times “Trump insulta a la diplomacia al azar”, publicado el 5 de este mes, describe los comentarios de Haley como “abrasivos”.
En la jerga diplomática “anotar los nombres” es una amenaza implícita que significa hacer una lista negra de países que desafíen a Estados Unidos, en especial en las votaciones.
Cuando el presidente saliente Barack Obama desairó al presidente electo Trump al rechazar su pedido de vetar una resolución del Consejo de Seguridad que declaraba ilegales los asentamientos israelíes en los territorios palestinos ocupados, este último cuestionó la efectividad del foro mundial calificándolo de “club donde la gente se reúne a hablar y a pasar un buen rato”.
El 23 de diciembre, en cuanto se aprobó la resolución 2334 con 14 votos a favor y ninguno en contra, gracias a la abstención de Estados Unidos, Trump lanzó su amenaza: “En lo que respecta a la ONU, las cosas serán diferentes a partir del 20 de enero”, cuando asumía oficialmente la Presidencia.
Haley, por su parte, declaró en la audiencia para su confirmación en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, en enero: “Lo que ocurrió con la resolución 2334 significa básicamente que ser aliado de Estados Unidos no significa nada, y si somos buenos aliados y siempre los apoyamos, más países querrán ser nuestros aliados y los que nos desafíen, lo pensarán dos veces”.
La presión política suele realizarse tras bambalinas en la ONU o en las capitales de los países, pero la regla podría cambiar con Trump.
Ha sido común que Estados Unidos haga sentir su peso en la ONU, en especial desde el gobierno de Ronald Reagan (1981-1989), abusando y amenazando tanto a adversarios como a los aliados que no se ajusten a sus prioridades en el foro mundial, recordó Stephen Zunes, profesor de política y estudios internacionales en la Universidad de San Francisco.
Solo durante el gobierno de Obama (2009-2016), Estados Unidos practicó un estilo diplomático menos contencioso, a pesar de ser un caso aparte en cuestiones clave como el control de armas, el derecho humanitario internacional y el conflicto palestino-israelí, precisó Zunes, analista político para el proyecto Política Exterior en Foco, del Instituto de Estudios Políticos de Washington.
“No quedan dudas de que tanto en términos ideológicos como en su estilo de participación, la era Trump probablemente sea la que más desprecie y la menos diplomática en su relación con la ONU respecto de los gobiernos anteriores y posiblemente de ningún otro miembro en la historia del Consejo de Seguridad”, pronosticó.
Lo único positivo, según Zunes, es que esa actitud hacer que algunos aliados ahora decidan defender su posición con mayor firmeza, fomentando un mayor pluralismo en la ONU.
Por su parte, Mouin Rabbani, del Instituto de Estudios Palestinos y asesor político de Al-Shabaka: la Red de Política Palestina, coincidió y dijo a IPS que no es nada nuevo que Estados Unidos use su poder para engatusar y coaccionar tanto amigos como a enemigos para marcar la línea de Washington en la ONU.[related_articles]
Uno de los primeros ejemplos de esa forma de proceder es el de Filipinas, cuyo embajador en la ONU realizó un apasionado discurso en 1948 en contra de la resolución 181 de la Asamblea General, que recomendaba la partición de Palestina, pero luego votó a favor tras las gestiones realizadas por el entonces presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman (1945-1953), ante sus superiores.
“Esas tácticas se usaron de forma consistente para promover los intereses estadounidenses en el foro mundial y a menudo también los israelíes”, recordó.
Tampoco es nuevo que Estados Unidos se retire de las agencias de la ONU.
El gobierno de Jimmy Carter (1977-1981), por ejemplo, se retiró de la Organización Internacional del Trabajo, y el de Reagan, de la Organización de las Naciones Unidas para le Educación, la Ciencia y la Cultura.
Hace poco, se aprobó una ley en Estados Unidos que obliga al gobierno a cortar los fondos a cualquiera agencia de la ONU que acepte a Palestina como miembro de la misma, lo que representa un retiro en los hechos, añadió Rabbani.
Estados Unidos se retira de forma voluntaria de las agencias de la ONU que son importantes para sus intereses con el fin de servir a los de Israel y atentar contra los derechos palestinos, observó.
“La diferencia con el enfoque del gobierno de Trump es su total vulgaridad, como lo refleja el discurso inaugural de Haley en el que amenazó con ‘anotar los nombres’ de los que no hagan lo que ella dice y con señalarlos para tomar represalias”, precisó.
“Pero para ser justos con ella, el representante de (el presidente George W.) Bush (2005-2008), John Bolton, se comportó generalmente como una rata, y al término de su mandato fue ampliamente celebrado”, recordó Rabbani.
También se teme que Trump considere seriamente retirarse del todo del foro mundial.
“Sin duda está en la lista de deseos de (su estratega principal) Steve Bannon, pero es poco probable que se materialice”, opinó.
“Probablemente, Washington castigue con dureza no solo a los estados miembro, sino también a la ONU y sus agencias cuando no consiga lo que quiera o lo que quiera Israel. Al anunciar su intención de realizar grandes recortes de fondos desde el principio, su influencia probablemente disminuya”, opinó.
Traducido por Verónica Firme