Con más de 65 millones de personas obligadas a abandonar sus hogares por la violencia y los conflictos armados y en el marco del Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, este viernes 19, se hace un llamado a todos los gobiernos y los sectores sociales para que aúnen esfuerzos con el fin de hacer frente a la crisis humanitaria sin precedentes.
La Fundación IKEA cree que el sector privado y las fundaciones tienen un papel importante que desempeñar en el fortalecimiento de la respuesta global a la crisis de refugiados que se vive en distintas partes del mundo.
“El sector corporativo debe unirse para ayudar a quienes quedaron atrapados en uno de los mayores desplazamientos de personas de la historia”, indicó Per Heggenes, director general de la Fundación IKEA. “No es solo una cuestión de gobiernos y de agencias humanitarias. Las empresas también tienen la responsabilidad de responder a su manera”, apuntó.
“El apoyo económico, a través de donaciones a organizaciones que trabajan directamente con refugiados es, efectivamente, una forma de ayudar. Pero creemos que las empresas tienen mucho más que aportar. Su experiencia y capacidad de innovación pueden ayudar a mejorar la vida de las personas refugiadas, y pueden utilizar su influencia para incentivar a otros a ayudar”, añadió Heggenes.
Innovación y creatividad
La fundación apoya a niñas y niños refugiados y a sus familias en distintas partes del mundo a través de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y de otras grandes organizaciones internacionales. IKEA hace un buen uso de su creatividad y de su capacidad de resolución de problemas para encontrar formas prácticas de colaborar.
Junto a la empresa social Better Shelter y Acnur, la fundación creó un refugio plano, que es más seguro y duradero que las tiendas de campaña una vez armado.
Acnur ya ordenó miles de esos albergues para alojar a las familias de refugiados en Grecia, Iraq, Serbia, Chad y Yibuti. La vivienda se podrá ver en la exhibición “Inseguridades: Seguimiento de desplazamientos y refugios”, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, entre el 1 de octubre de este año y el 22 de enero de 2017.
“Es un gran ejemplo de cómo los principios democráticos en materia de diseño y de compartir con muchas personas un buen diseño, también influyeron en la innovación en el sector humanitario”, explicó Heggenes.
“Los albergues ayudan a las personas que tuvieron que abandonar sus hogares a llevar una vida cotidiana mejor mientras permanecen desplazadas”, subrayó.
Construir asociaciones improbables
La Fundación IKEA se asoció hace poco con la plataforma de diseño What Design Can Do (qué puede hacer el diseño), con sede en Amsterdam, y Acnur para aprovechar el poder creativo de la comunidad de diseñadores y diseñadoras.
El Desafío Refugiados de What Design Can Do llamó a diseñadores y creativos a pensar conceptos para mejorar la vida de las familias en esa situación en las ciudades.
La convocatoria resultó atractiva y logró más de 600 entradas, entre las cuales el 1 de julio se anunciaron los cinco ganadores, que recibieron 10.000 euros (unos 11.290 dólares) y el apoyo de especialistas para desarrollar sus ideas.
“La gran participación que atrajo el Desafío Refugiados mostró que la comunidad de diseñadores realmente quiere utilizar sus habilidades para mejorar la vida cotidiana de los niños y de las familias de refugiados”, subrayó Jonathan Spampinato, director de comunicaciones de la Fundación IKEA.
“Nuestro papel era crear una plataforma para que ellos mostraran sus ideas y ofrecer fondos para desarrollar los mejores conceptos. Creemos que otras comunidades de profesionales pueden estar igualmente motivados y que las grandes empresas pueden activar ese deseo de ayudar”, observó.
Cómo los productos pueden marcar la diferencia
Además de buscar soluciones mediante diseños innovadores, la fundación ofrece apoyo económico y dona productos de IKEA a organizaciones con las que colabora haciendo frente a la crisis humanitaria.
“Estamos muy orgullosos de cómo podemos apoyar a nuestros socios en tiempos de desastres y conflictos”, remarcó Jonathan Spampinato. “En este Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, nos gustaría enviar nuestro fuerte agradecimiento a nuestros socios humanitarios, en especial al personal y a los voluntarios que trabajan en el terreno atendiendo las emergencias”, añadió.
Para apoyar a las familias de refugiados que viven en Iraq, la fundación donó 400.000 colchones, edredones y sábanas a Acnur en tres años.
Desde 2013, la fundación también dona productos infantiles de IKEA al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para su “conjunto para el desarrollo de la primera infancia”, que ayuda en el bienestar de bebés, en especial en zonas afectadas por conflictos y situaciones de emergencia.
A principios de este año, la fundación otorgó unos 9,4 millones de euros (alrededor de 10,61 millones de dólares) a las organizaciones Save The Children y Médicos Sin Fronteras. Los fondos se utilizan para ayudar a niñas, niños y sus familias perjudicadas por la guerra de Siria, tanto en el territorio de ese país como en los estados vecinos.
Los fondos se utilizarán para salud, educación y protección de niños, así como para fortalecer a las organizaciones locales que trabajan en Siria. Además, la fundación se asoció con War Child para asegurar una educación de calidad a 10.000 niñas y niños refugiados sirios y sudaneses a través del programa de formación por computadora “Can’t Wait to Learn” (no puedo esperar para aprender).[related_articles]
Actores locales en el terreno
Con un enfoque similar, la Fundación IKEA apoya un programa de tres años llevado adelante por Oxfam para fortalecer a las organizaciones humanitarias locales en Bangladesh y Uganda. El fondo de 7,3 millones de euros (alrededor de 8,24 millones de dólares), anunciado en la Cumbre Humanitaria Mundial, realizada en mayo en Estambul, marca un cambio de rumbo en la forma en que la comunidad internacional se para frente a la respuesta de emergencia.
“Con tantas personas en movimiento por conflictos y desastres naturales, el sistema humanitario está bajo mucha presión. Las organizaciones locales suelen estar en mejor posición para ofrecer la asistencia inmediata porque se encuentran en el terreno y comprenden la comunidad y la cultura”, precisó Per Heggenes.
“Financiamos ese programa porque creemos que fortaleciendo a los actores locales mejoraremos el sistema humanitario en general, y contribuiremos a mejorar un trabajo más eficiente”, añadió.
Con la participación de clientes y compañeros de trabajo
Otra forma de colaborar con los refugiados que tiene el sector privado es a través de su personas y sus clientes.
En el período 2014-2015, IKEA y la Fundación IKEA realizaron una campaña llamada Una Vida Mejor para los Refugiados. Por cada lámpara o bombilla vendida en uno de sus comercios, la fundación donaba un euro (alrededor de 1, 13 dólares) a Acnur.
“Estamos encantados con la forma en que los compañeros de trabajo en IKEA se pusieron al hombro la campaña y la promovieron entre sus clientes”, destacó Heggenes.
“En total, reunimos 30,8 millones de euros (casi 35 millones de dólares) para llevar luz y energía renovable a campamentos de refugiados en Asia, África y Medio Oriente”, detalló.
“Además de juntar mucho dinero, creo que la campaña muestra cómo las empresas pueden constituir una fuerza poderosa capaz de hacer el bien al convocar a todo su público en un asunto tan importante como este”, concluyó Heggenes.
Este artículo de la Fundación IKEA es publicado en el marco de un acuerdo con IPS.
Traducido por Verónica Firme