En el marco de la intensificación de la lucha contra el VIH/sida en Zimbabwe, las iniciativas de Prevención de la Transmisión de Madre a Hijo se convirtieron en un exitoso instrumento para hacer frente una temida amenaza que pesaba sobre los bebés por nacer.
En la Clínica de la Misión Católica, Chikwingwizha, en Shurugwi, en la central provincia de Midlands, se eligieron este año 57 mujeres embarazadas y portadoras del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) para recibir el tratamiento conocido como la Opción B+.
Así se conoce a la terapia antirretroviral permanente suministrada a todas las mujeres embarazadas y las que están amamantando para ayudar a prolongar su vida y reducir de forma muy significativa el riesgo de transmisión del virus causante del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) de madre a hijo.
Desde 2011 hasta septiembre de este año, la iniciativa Prevención de la Transmisión de Madre a Hijo (PMTCT, en inglés), llegó a dos millones de mujeres embarazadas con atención prenatal e incorporó a más de 280.000 mujeres embarazadas con VIH y a más de 234.000 bebés expuestos al virus.
Los servicios de PMTCT se prestan en todas las clínicas de atención materna e infantil en los 62 distritos del país.
“Acepté mi condición y sigo con mi vida cumpliendo con el tratamiento que me recomiendan los médicos”, dijo Mavis, como dijo llamarse un mujer embarazada entrevistada por IPS en la clínica Chikwingwizha, de Shurugwi, una región minera, 278 kilómetros al sur de la capital de Zimbabwe.
“Las mujeres son el epicentro de los hogares porque los hombres suelen trabajar en las minas y ellas llegan solas a realizarse el análisis”, explicó el médico Shakespeare Mureyani al ser consultado por IPS.
El profesional instó a las parejas de las mujeres a realizarse el análisis.
“El mensaje sobre la transmisión vertical debe repetirse para que se arraigue en la comunidad y contribuya a eliminar la transmisión del VIH/sida a la próxima generación de niños y niñas; a la hora de realizar el análisis clínico, debe darse preferencia a las parejas”, puntualizó Mureyani.
Y de hecho, 50 kilómetros al sureste de la clínica católica Chikwingwizha, en la aldea de Chida, en el área de Tongogara, en Shurugwi, resuena el éxito de PMTCT.
En esa localidad, los grupos de apoyo a personas con VIH/sida, que cuentan con niñas y niños seropositivos y otros que no tienen el virus gracias al programa, sumaron sus esfuerzos en la lucha contra la transmisión vertical.
Gracias a PMTCT, muchos niños como la pequeña Nokuthula Mukonto, de tres años, no tienen el virus del sida a pesar de ser hijos de padres seropositivos.
Su padre, Partrick Mukonto, de 50 años, es un profesor que hace más de 15 que es portador del virus del sida.
Su esposa, Mildred, de 43 años, quien preside el Grupo de Apoyo para personas con VIH/Sida Rujeko, hace ocho que es portadora y ahora también una férrea defensora de las campañas para evitar la transmisión vertical.
“Alentamos a las madres a que se hagan el análisis de VIH para conocer su situación y ha sido un éxito porque cada vez más madres seropositivas ingresan al PMTCT para salvar a sus bebés”, explicó Mildred a IPS.
“También tenemos personas que no tienen el VIH en nuestro grupo y que ayudan a evitar la transmisión a los bebés”, apuntó Mildred.
“Desde que se incorporó la Opción B+ en junio de 2013, nacen muy pocos bebés con VIH”, subrayó Miriam Shaya, enfermera encargada de la clínica Chikato en la aldea de Chida, en conversación con IPS.
Los avances en la lucha contra el VIH/sida en Zimbabwe coinciden con que este país se encanmina a ser el segundo, después de Cuba, en obtener la validación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por eliminar la transmisión del virus del sida de madre a hijo.
La validación se otorga cando un país cumplió con los criterios para eliminar la transmisión vertical, la que se registra en menos de cinco por ciento de los casos, según la OMS.
La Fundación Elizabeth Glaser contra el Sida Pediátrico señala que Zimbabwe pasó de 30 por ciento a 6,7 por ciento de los casos de transmisión vertical gracias a los programas PMTCT.
La institución, fundada en 1988, se dedica a prevenir las infecciones con el VIH y a eliminar el sida pediátrico mediante investigación, concienciación e implementación de programas de prevención, atención y tratamiento contra el virus.
La colaboración entre la Fundación Elizabeth Glaser y los programas de prevención fue posible gracias a la Fundación del Fondo de Inversión Infantil (CIFE, en inglés), que busca maximizar la superviviencia de los niños sin VIH.[related_articles]
CIFE es una organización de beneficencia, con sede en Londres, que se esfuerza por cambiar la vida de niñas y niños pobres y vulnerables en los países en desarrollo.
Según el Ministerio de Salud y Atención Infantil, los programas de prenvención ayudaron a evitar 16.000 nuevas infecciones en niñas y niños solo en 2014.
“El país merece la atención mundial por el logro, y con mayores y mejores recursos podrá obtener la validación”, opinó Charles Lyons, presidente y director ejecutivo de la Fundación Elizabeth Glaser.
“Lo que Zimbabwe logró en los últimos cinco años sirve de inspiración para el mundo. Podemos aprovechar la increíble oportunidad que creamos con CIFE y el Ministerio de Salud para avanzar hacia un futuro en que los niños no tengan sida”, destacó.
También aplaudió a las mujeres embarazadas con VIH que “superaron el estigma” y buscaron tratamiento para sus hijos.
“Estamos encantados con la perspectiva de una nueva generación sin VIH en Zimbabwe”, coincidió Agnes Mahomva, directora en este país de la Fundación Elizabeth Glaser.
“Los resultados confirmaron que programas de PMTCT coordinados con eficiencia por el gobierno y con suficiente apoyo, aun en países agobiados por el VIH, pueden ayudar a eliminar las nuevas infecciones y poner fin al sida”, remarcó.
“Ahora podemos decir con confianza: terminar con el sida pediátrico en Zimbabwe no es un sueño; trabajar en colaboración con otros puede hacerlo realidad y catapultar a este país hacia la virtual eliminación de la transmisión del VIH de madre a hijo”, subrayó Mahomva.
Traducida por Verónica Firme