Por primera vez en 30 años, en la isla de Sagbo Kodji, en la ciudad nigeriana de Lagos, Friday Onos tiene luz eléctrica gracias a un proyecto de energía solar que puede llegar a transformar la vida de sus 80.000 habitantes.
“La falta de energía eléctrica en esta isla apagaba mis sueños de crear alternativas laborales para los jóvenes”, subrayó Onos, de 35 años.
La mayoría de los pobladores viven de la pesca, y como no hay electricidad ahúman el pescado y tratan de venderlo rápido, a menudo a bajo precio. Pero con suficiente energía solar, podrían refrigerar la captura.[pullquote]3[/pullquote]
La casa de Onos es una de las pocas con paneles solares; solo cinco de las 7.000 viviendas de su barrio fueron beneficiadas.
La primera vez que se debatió el proyecto solar, muchos pobladores no creyeron que fuera a funcionar; desconfiaban por un intento fallido del gobierno de instalar luminarias solares en las calles. Después de unos meses, las bombillas de luz dejaron de funcionar.
Pero Onos se ofreció a participar como voluntario en la nueva iniciativa y ahora evalúa comenzar un negocio de refrigeración ofreciendo almacenamiento para el pescado.
Por ahora, sus hijos disfrutan de la novedad. “De noche, se reúne alrededor de mi casa y bailan contentos y juegan hasta el cansancio”, relató. “Nunca habían visto una fuente de energía las 24 horas seguidas”, acotó.
La comunidad de Sagbo Kodji es una de las 34 ribereñas en el área Amuwo-Odofin de Lagos, en el sudoeste de Nigeria. La isla, habitada desde hace un siglo, está vinculada al puerto de Apapa al sur, pero todavía no tiene electricidad.
Según cuenta el líder local Solomon Suenu, la comunidad fue fundada por un pescador de la antigua ciudad de Badagry, que solía descansar allí durante sus expediciones de pesca. Luego trajo a su familia y le siguieron otros comerciantes y otras personas de Lagos.
Los pobladores locales ahúman el pescado con estufas de leña y luego lo venden en la ciudad. Muchos de sus residentes ignoran que un grupo de pescadores se suben a diario en sus botes para vender su mercancía en el centro de Lagos, en sus mercados y en sus esquinas.
Sagbo Kodji se caracteriza por una densa niebla, causada por la quema de leña para las estufas que usan las mujeres para preservar la pesca o para cocinar para la familia.
Hasta hace poco, muchos niños y niñas creían que la luz solo procedía de generadores a gasolina, muy caros para la mayoría de los isleños, o de los reflectores de los cargueros que llegaban al embarcadero de Apapa.
Pero todo cambió hace varios meses, cuando comenzó el proyecto piloto encabezado por Arnergy, una compañía de energías renovables fundada en 2013 por un joven empresario de Lagos.
Su director general, Femi Adeyemo quedó impresionado al enterarse de que la comunidad vivía desde hace un siglo sin electricidad. Y tras visitar la isla y reunirse con sus líderes, decidió cambiar la situación.
El sistema implementado permite a los beneficiarios pagar 100 narias (unos 50 centavos de dólar), 200, 300 y hasta 500 narias al día por 24 horas de electricidad, gracias a la energía producida por los panales solares y almacenada en baterías.
Antes de instalar los paneles en una casa, la empresa realiza un inventario de los aparatos y dispositivos que usarán sus residentes, para garantizar la entrega de los paneles correctos.
“A veces la gente puede ser tramposa”, observó Adeyemo. “Después de listar los dispositivos que usarán y haber terminado la instalación, incluyen nuevos”, explicó.
La compañía cuenta con tecnología para detectar la sobrecarga a través de una red inalámbrica, lo que le permite cortar el suministro desde su oficina si el cliente gastó sus unidades prepagas.
Arnergy aseguró los fondos de los inversores, incluido el Banco de Industria de Nigeria, que aportó 600.000 dólares para distribuir el sistema en 3.000 hogares en tres calles.
Pero dar electricidad a toda la isla resultará muy caro, unos 1,2 millones de dólares cada 1.000 hogares, pues hay que importar los paneles solares, precisó Adeyemo.
La empresa pidió ayuda a agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y a otros donantes internacionales.
“Pero hasta ahora todavía deben concretarse la mayoría de las promesas”, puntualizó Adeyemo. “A muchos inversores les cuesta creer que existe una comunidad en Lagos, conocida como megaciudad, sin haber estado nunca conectada a una red eléctrica”, subrayó.[related_articles]
Pero con más apoyo financiero, la vida social y económica de los residentes podrá desarrollarse más rápido.
Florecerán negocios, los escolares podrán estudiar a cualquier hora y las mujeres ya no inhalarán el humo que ha perjudicado su salud.
“Este proyecto de energía solar cambiará el aire que respiran”, remarcó Adeyemo.
Según un informe de la Organización Mundial de la Salud, la contaminación del aire en espacios cerrados por el uso de combustibles sólidos mata a unas 80.000 personas cada año en Nigeria. Más de 60 por ciento de los 166 millones de habitantes de este país rico en petróleo no están conectados a la red nacional.
Un programa del gobierno federal para suministrar a las comunidades rurales cocinas que supuestamente funcionaban con energías limpias quedó estancado.
Hamzat Lawal, de la organización sin fines de lucro Connected Development, dijo que las mujeres de comunidades como Sagbo Kodji se beneficiarían de la iniciativa. Pero no hay planes concretos para implementarlo ni para distribuir las cocinas, apuntó.
“Sabemos que hay mujeres reales que necesitan esa fuente de energía”, remarcó Lawal.
Pero el plan inicial era que las cocinas funcionaran con la leña caída de forma natural, que luego se reemplazaría por gas licuado del petróleo.
Mientras, muchos pobladores de Sagbo Kodji esperan que sus casas reciban paneles solares en la próxima etapa del proyecto de Arnergy, pero dependen de que la compañía consiga apoyo financiero para ampliar sus actividades en esta isla.
“Me encantaría ver luz en todas las casas”, remarcó Madam Felicia Akodji, una lideresa comunitaria de 68 años. “¿Acaso no formamos parte de la megaciudad de Lagos?”, preguntó.
Este artículo se distribuye a través de Voices2Paris, concurso del PNUD sobre cambio climático, creado gracias a Megan Rowling, de la Fundación Thomson Reuters.
Traducido por Verónica Firme