Cada 10 minutos nace, en algún lugar del mundo, un niño o una niña apátrida, y el problema no hace más que agravarse, advierte un nuevo informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
Aunque el número exacto se desconoce, el Acnur estima que hay al menos 10 millones de personas apátridas en todo el mundo, y que aproximadamente un tercio son menores de edad.[pullquote]3[/pullquote]
Más de 97 por ciento de los apátridas se concentran en 20 países, entre ellos Birmania, Costa de Marfil, República Dominicana, Estonia y Tailandia. En ese grupo de países nacen al año 70.000 niños y niñas sin nacionalidad reconocida.
El informe titulado Aquí estoy, aquí pertenezco: la urgente necesidad de acabar con la apatridia infantil, divulgado el martes 3, revela las consecuencias que genera la apatridia – o condición de apátrida – a través de los testimonios de más de 250 niños, niñas y jóvenes de siete países.
La investigación es la primera que recopila directamente puntos de vista de personas apátridas y las difíciles experiencias que vivieron. Entre las principales causas de la apatridia se encuentra la discriminación, según el Acnur.
En el mundo hay 27 países con leyes que impiden que las mujeres transmitan su nacionalidad a sus hijos en las mismas condiciones que los hombres. Eso puede dejar a un niño sin Estado, si su padre es apátrida o está ausente. Ese es el caso en Líbano y de la ciudadana libanesa Amal, que tiene un hijo apátrida de nueve años de edad.
«Mis hijos no tienen nacionalidad porque su abuelo era apátrida y su padre también es apátrida… Si la situación de mis hijos no cambia, no tienen futuro», declaró Amal al Acnur.
La ausencia de nacionalidad o de documentos que registren el nacimiento también dificulta el acceso a la atención sanitaria. En más de 30 países, las familias necesitan documentos de nacionalidad para recibir atención médica.
Después de lesionarse la pierna jugando al fútbol, Pratap, un joven de 15 años de edad, de Malasia, recordó las dificultades que tuvo para recibir atención médica. “Estaba enojado porque nadie quería ayudarme… ¿Es mi culpa que no tenga nacionalidad? Nací en este país como cualquier otro malasio. ¿Por qué tengo que sufrir de esta manera?», se preguntó.
Los niños y los jóvenes padecen barreras adicionales para recibir educación debido a su condición de apátrida. Por ejemplo, en Tailandia e Italia las restricciones de viaje y la ausencia de becas impiden la admisión a la educación superior.
«Tengo muy buenas calificaciones», aseguró Patcharee, una joven indígena de 15 años, apátrida y de Tailandia. «Pero cada vez que hay una beca, se la dan a alguien con una tarjeta de identificación nacional», continuó. Esta situación impide que muchos jóvenes encuentren empleo.
Jirair, de Georgia y aspirante a competir en lucha libre, confirmó estas restricciones, así como su frustración. «Las puertas del mundo están cerrados para mí”, observó.
El Acnur concluyó que esta exclusión produce secuelas psicológicas, ya que los jóvenes sin Estado se describen a sí mismos como «invisibles», «extranjeros» y «sin valor». Otros ilustran la sensación paradójica de sentir pertenencia y ser excluidos a la vez.[related_articles]
“Me siento dominicana, independientemente de los documentos, pero la gente me ve menos dominicana por esa falta de documentos”, expresó Paloma, de 16 años y nacida en República Dominicana.
Durante la presentación del informe, el Alto Comisionado para los Refugiados, António Guterres, destacó el impacto que tiene la apatridia.
«En el corto tiempo en que los niños pueden ser niños, la apatridia puede grabar en piedra serios problemas que los perseguirán durante toda su infancia y los condenarán a una vida de discriminación, frustración y desesperación”, declaró.
«Todos los niños deben pertenecer a algún lugar”, concluyó.
En el informe, el Acnur instó a la comunidad internacional a cesar la apatridia mediante la adopción de cuatro medidas: permitir que los niños y niñas apátridas adquieran la nacionalidad de su país natal, modificar las leyes que impiden que las madres transmitan su nacionalidad a sus hijos, eliminar las leyes y prácticas que niegan a los niños la nacionalidad debido a su origen étnico, raza o religión, y asegurar el registro universal de los nacimientos.
La Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño, ratificada por 194 de los 196 países miembros del foro mundial, ampara el derecho de todo niño o niña a tener una nacionalidad.
Para dar a conocer y promover la acción sobre el tema, el Acnur lanzó en 2014 su Campaña #IBelong / #YoPertenezco para poner fin a la apatridia en un plazo de 10 años.
Traducido por Álvaro Queiruga