Cuando los padres fundadores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estaban reunidos en San Francisco hace 70 años, el banquero estadounidense Beardsley Ruml hizo un pronóstico.
«Al cabo de cinco años, pensarán que la ONU es la visión más grandiosa realizada por la humanidad. Al cabo de 10 años, hallarán dudas en su interior y en todo el mundo”, declaró.
«Al cabo de 50 años, creerán que la ONU no podrá prosperar. Tendrán la certeza de que todas las probabilidades están en contra de su vida y su éxito definitivos. Solo cuando la ONU tenga 100 años sabremos que… es la única alternativa a la demolición del mundo», concluyó.
A los 70 años, la ONU se ha ocupado de la gama entera de la actividad humana, por lo cual no sorprende que también lo haga en las actividades espaciales, desde que la humanidad se aventuró en el espacio exterior hace casi 60 años.
Al principio, en el contexto de la Guerra Fría, la preocupación de la ONU era impedir la extensión de la carrera armamentista al espacio exterior.
Desde su creación por la Asamblea General en 1959, la Comisión sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos ha sido el punto central de las discusiones y negociaciones internacionales dirigidas a promover la cooperación internacional en el espacio, y por lo tanto, limitar la carrera armamentista espacial.
La Asamblea General redactó varios tratados multilaterales y principios jurídicos que proporcionan el marco del derecho internacional y de la política que rigen las actividades espaciales.[pullquote]3[/pullquote]
Estos tratados establecen que la exploración y utilización del espacio ultraterrestre será para toda la humanidad, y que la Luna y demás cuerpos celestes no son objeto de apropiación nacional.
Además, prohíben el emplazamiento de armas nucleares y demás armas de destrucción masiva en ese ámbito y estipulan la responsabilidad internacional de los Estados ante las actividades nacionales en el espacio ultraterrestre, los daños causados por las actividades espaciales, la seguridad y el rescate de astronautas.
También estipulan la libertad de investigación científica y la exploración de los recursos naturales en el espacio exterior, así como el arreglo de disputas.
Los tratados fomentan la cooperación internacional en las actividades espaciales y la promoción de los usos pacíficos de la tecnología espacial para beneficio de toda la humanidad.
Estos tratados no solo fueron negociados entre las potencias espaciales rivales durante la Guerra Fría y ratificados por un gran número de Estados, sino que mantuvieron el orden en el espacio durante más de medio siglo.
El fin de la Guerra Fría y los cambios posteriores en el entorno de la seguridad internacional plantearon nuevas posibilidades para el empleo de la tecnología espacial con el fin de promover la paz, la seguridad y la estabilidad.
El rápido avance de la tecnología espacial tras la Guerra Fría, su uso cada vez más generalizado para los servicios económicos y sociales esenciales, y el nuevo entorno político llevó a la comunidad internacional a aprovechar la oportunidad para asegurar que esta tecnología se utilice eficazmente para promover la seguridad política, militar, económica y ambiental, en beneficio del planeta.
La ONU y sus agencias especializadas desarrollaron políticas y programas para el uso innovador de la tecnología espacial en las comunicaciones, la recopilación de información, el monitoreo ambiental y el desarrollo de recursos para el beneficio mundial.
El reconocimiento de que la tecnología espacial puede contribuir de forma fundamental a la promoción de la seguridad internacional y que se debe garantizar que todos los países tengan acceso a sus beneficios, dio lugar a la convocatoria de tres conferencias mundiales sobre los usos pacíficos del espacio ultraterrestre.
Estas conferencias, conocidas como Unispace, fueron una oportunidad para que los países compartieran información sobre las posibilidades de utilizar las aplicaciones de la tecnología espacial con fines de desarrollo.
Las conferencias ayudaron a evaluar el potencial de la ciencia y la tecnología espaciales, especialmente para beneficiar a los países en desarrollo, y también fijaron o revitalizaron programas y mecanismos existentes para que todo el mundo compartiera los beneficios de las aplicaciones de esta tecnología.
La propia ONU asumió el liderazgo en la formación de especialistas en los países en desarrollo para que puedan crear o continuar operando programas e instituciones de aplicaciones espaciales que sean adecuadas para sus necesidades.
Siete centros regionales de educación y formación espacial se instalaron en África, América Latina y Asia, que continúan operando con éxito. Se creó una base de datos para permitir la difusión de información sobre las aplicaciones espaciales para el uso de los países en desarrollo.
También se creó un registro de los objetos lanzados al espacio basado en los tratados. Todos los Estados que lancen estos objetos deben registrar sus lanzamientos con la Oficina de la ONU para Asuntos del Espacio Ultraterrestre. De esa manera, se establece su propiedad, así como la responsabilidad por los mismos.[related_articles]
Más recientemente, se creó la Plataforma de Naciones Unidas de la información obtenida desde el espacio para la gestión de desastres y la respuesta de emergencia (ONU-SPIDER) para asegurar que todos los países tengan acceso y desarrollen la capacidad de uso de todo tipo de tecnologías e información basadas en el espacio para la respuesta humanitaria en estas situaciones.
La ONU, a través de los organismos especializados, ha desarrollado y opera varios programas más para ayudar a los países con el desarrollo ordenado de las aplicaciones de la tecnología espacial.
Así, la Organización Meteorológica Mundial estableció la Vigilancia Meteorológica Mundial, que fue pionera en el uso de la tecnología espacial para la predicción del tiempo.
La Unión Internacional de Telecomunicaciones desarrolló y opera un régimen de regulación detallada para la asignación de frecuencias y posiciones orbitales de los satélites de comunicación, con el fin de evitar las interferencias satelitales.
Otros organismos establecieron programas operativos para el uso de la tecnología espacial, como la Organización para la Alimentación y la Agricultura, que emplea satélites de teleobservación en la vigilancia de la agricultura, la desertificación y la deforestación.
También la Organización Marítima Internacional, para habilitar operaciones de la industria marítima en el funcionamiento de los satélites marítimos, y la Organización de Aviación Civil Internacional, para facilitar las operaciones de la aviación mediante su sistema de navegación aérea.
Se ha logrado mucho, pero aún queda mucho por hacer en los próximos decenios.
Las oportunidades son claras, mientras que las potencias espaciales llevan a cabo nuevos proyectos ambiciosos con costos multimillonarios en dólares y surgen más tecnologías, lo que permite aplicaciones interesantes, tales como el aprovechamiento de la energía solar y la utilización comercial de la estación espacial en la producción de nuevas formas de productos farmacéuticos y materiales hasta ahora desconocidos.
Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad de su autor y no representan necesariamente las de IPS, ni pueden atribuírsele.
Editado por Kitty Stapp / Traducido por Álvaro Queiruga