Hace un año, los representantes de los ocho gobiernos a los que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, destacó porque aún reclutan y usan a niños y niñas en sus fuerzas de seguridad se reunieron en Nueva York para declarar que estaban dispuestos a tomar las medidas necesarias para remediar la situación.
El encuentro en la sede de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) fue histórico. Así como lo fue la campaña «Niños, no soldados», lanzada en colaboración con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el 6 de marzo de 2014.[pullquote]3[/pullquote]
La campaña nació para impulsar el apoyo a que cese y se impida el reclutamiento y el uso de los niños de parte de las fuerzas de seguridad nacionales en conflicto para fines de 2016.
Los países incluidos en la campaña originalmente eran Afganistán, Birmania, Chad, República Democrática del Congo (RDC), Somalia, Sudán del Sur, Sudán y Yemen.
Queda mucho trabajo por delante, pero hemos recorrido un largo camino. Hace unos años, no era raro en mis viajes que me recibieran comandantes militares rodeados de niños uniformados y armados. Eso ahora es inaceptable.
Los gobiernos identificados por Ban reconocen que el lugar de los niños no es en las fuerzas de seguridad y la mayoría tomó medidas concretas para asegurarse de que no se conviertan en soldados.
El progreso fue constante en el primer año de la campaña, que recibió un amplio apoyo y logró resultados que inciden en las vidas de los niños. Chad completó todas las reformas y medidas incluidas en el Plan de Acción que firmó con la ONU y ya no integra la lista original de ocho países reclutadores de niños.
Más de 400 niños fueron liberados del ejército nacional de Birmania. En 2014, RDC solo tuvo un caso de reclutamiento infantil de parte del ejército nacional, y el niño fue liberado rápidamente. En Afganistán la práctica está en descenso y la ONU solo registró cinco casos.
Seis de los siete países restantes a los que apunta la campaña firmaron y se comprometieron nuevamente con los planes de acción de la ONU, que señalan todos los pasos necesarios para prevenir y cesar el reclutamiento infantil en las fuerzas del gobierno.
La campaña también logró su propósito de convertir el problema de los niños soldados en una de las principales inquietudes de la comunidad internacional. «¿Cómo podemos ayudar?», fue la pregunta de funcionarios de decenas de países, organizaciones no gubernamentales, socios del sistema de la ONU, organizaciones regionales y demás.
Funcionarios procedentes de los países que participan en la campaña también se reunieron con representantes de otros gobiernos que cesaron la utilización de niños soldados en sus ejércitos para compartir experiencias, éxitos y desafíos.
Esto es algo positivo, pero el primer año de la campaña también demostró que la buena voluntad y los compromisos con la ONU no bastan para garantizar que los niños no se conviertan en soldados.
El conflicto en Sudán del Sur es un cruel recordatorio de que poner en práctica las disposiciones incluidas en un plan de acción, como el establecimiento de unidades de protección infantil en las fuerzas armadas de un país, o la adopción de medidas para penalizar el reclutamiento, no alcanza para garantizar que los niños y niñas sean protegidos plenamente si se desata un conflicto.
La actual situación política en Yemen dio por tierra con meses de trabajo que en mayo de 2014 condujeron a la firma de un plan de acción. En lugar de los avances previstos, datos recogidos por la ONU indican un aumento en el reclutamiento de niños soldados por todas las partes en el conflicto.
Incluso el grupo armado Al-Houthi Ansar Allah, cuyos dirigentes participaron del diálogo con la ONU, renegaron de su compromiso previo.
No podemos mirar en silencio mientras los niños y las niñas una vez más pagan el precio de la inestabilidad política en sus países. Seguimos recordándoles a las partes en conflicto que no pueden reclutar o utilizar a los niños porque es un crimen de guerra y les pedimos a todos los participantes en conversaciones de paz que prioricen su liberación.
La gran lección del primer año de esta campaña es que el camino hacia los ejércitos sin niños es prometedor, pero lleno de obstáculos. Los reveses de 2014 demuestran que, incluso si se adoptan medidas de protección, los avances pueden retroceder bajo la presión de los conflictos.
También tenemos una mejor comprensión de que muchos países enfrentan retos similares. Enfrentar estos desafíos comunes será una prioridad en el segundo año de la campaña.[related_articles]
La rendición de cuentas es fundamental para nuestro trabajo. Para mejorarla, animaré a todos los países de la campaña a que penalicen el reclutamiento y la utilización de niños y que expliquen las consecuencias para los infractores.
Las investigaciones y los juicios a los reclutadores de niños siguen siendo demasiado escasos, incluso en países que penalizaron esa práctica. Sin sanciones, los niños nunca estarán totalmente protegidos.
Otro reto que enfrentan los países es la verificación de la edad de sus soldados. Puede parecer un problema de fácil solución, pero en realidad es una tarea delicada y difícil de ejecutar en los países que no cuentan con sistemas bien instituidos de registros de nacimientos.
La ONU seguirá trabajando con los gobiernos para establecer o perfeccionar los procedimientos de verificación de la edad para identificar a los reclutas menores de edad y liberarlos del ejército.
Liberar a los niños que se encuentran en las fuerzas nacionales es esencial, pero no se les puede abandonar a su suerte. Los programas comunitarios que les brinden asistencia psicosocial y les ayuden a construir su futuro mediante oportunidades de educación y formación profesional deberán contar con recursos suficientes.
La ayuda a los niños y sus comunidades es la mejor manera de impedir más reclutamientos y de construir la paz y la estabilidad.
A lo largo del año, seguiré dialogando con los Estados miembros de la campaña, la comunidad internacional, las organizaciones regionales y los socios pertinentes para movilizar el apoyo político, técnico y financiero con el fin de abordar los desafíos que enfrentan los países en la implementación de su plan de acción.
Esto es esencial para alentar y orientar a los países que deben aplicar mecanismos suficientemente fuertes como para proteger los avances realizados y evitar el reclutamiento infantil, ahora y en el caso de futuras crisis.
La campaña ha recibido un enorme apoyo de muchos que pueden incidir de manera real. Este año, exhorto a todos que se nos sumen porque, juntos, podemos asegurarnos de que los niños sean niños, no soldados.
Editado por Kitty Stapp / Traducido por Álvaro Queiruga