El 27 de este mes se celebra el 10 aniversario de la entrada en vigor del Convenio Marco para el Control del Tabaco, de la Organización Mundial de la Salud, el primer tratado de salud pública mundial.
En la actualidad, el Convenio Marco para el Control del Tabaco tiene 180 Estados parte, lo que lo convierte en uno de los instrumentos internacionales más adoptados. Alrededor de 90 por ciento de la población mundial queda amparada por sus disposiciones.
Los creadores del Convenio tuvieron propósitos audaces como “proteger las generaciones presentes y futuras de las consecuencias devastadores que el consumo de tabaco causa a la salud, la sociedad, el ambiente y la economía”.[pullquote]3[/pullquote]
La conmemoración de un aniversario es una oportunidad para mirar, recordar y reflexionar así como ansiar y planificar; de ello surgen varias interrogantes: ¿Cumplió el convenio con sus elevados objetivos? ¿Nos dirigimos a erradicar la epidemia de tabaco? ¿Es muy pronto para saberlo?
Una perspectiva de 1.000 millones de personas muertas
No es casualidad que la primera iniciativa en materia de salud pública y legalmente vinculante se haya enfocado en el tabaco. Frente a la falta de acción, el mundo esperaba que 1.000 millones de personas más murieran a causa del consumo de tabaco en el siglo XXI.
Además del número deprimente, el tabaco tiene consecuencias profundamente negativas para el bienestar de las naciones y de las personas, los derechos humanos, el desarrollo y el ambiente. ¿En 10 años logramos resultados?
La respuesta es sí. El convenio vio la luz en un momento crítico en la historia de la epidemia de tabaquismo.
El consumo se expandía con rapidez desde los países más ricos a las naciones en desarrollo con un crecimiento general. En todas partes, la adicción se convertía en una carga para las poblaciones más pobres y marginadas.
Las ganancias de la industria del tabaco eran asombrosas, reduciendo el producto interno bruto de la mayoría de los países en los que operaban.
La riqueza se destinaba a la comercialización, los litigios y la presión pública para garantizar la dependencia de las futuras generaciones.
Cuando el convenio entró en vigor, en 2005, la industria del tabaco recibió la notificación de que el mundo se había unido en su contra.
Numerosas victorias
La salud pública se anotó varias victorias específicas. En 2004, Irlanda se convirtió en el primer país en prohibir fumar en lugares públicos y de trabajo, y le siguieron varios más.
Varios estados apuntaron al centro del modelo empresarial del sector al prohibir campañas publicitarias, que incluyen la exhibición de los productos en los comercios, los programas de responsabilidad social corporativa (como en Mauricio) y la exigencia de un envoltorio liso (como en Australia).
Numerosos países obligaron a las compañías a incluir en el envoltorio alertas, y hubo un aumento de los impuestos al tabaco en naciones que no eran conocidas por tener fuertes políticas de control de este producto, como Chile y Filipinas, por nombrar solo a dos.
También hay un protocolo para atender el enorme problema (a menudo promovido por la propia industria) del comercio ilegal. Cada vez más gobiernos entablan pleitos para que las compañías se hagan responsables de las consecuencias de sus productos.
Un problema concentrado en los ministerios de salud pública
Pero, hay un “pero”, también se necesita una seria reflexión. El número de consumidores de tabaco y las muertes derivadas de él siguen aumentando. La industria, el vector de la epidemia, no está de rodillas: Las ganancias de las cuatro mayores compañías superó los 36.000 millones de dólares en 2013.[related_articles]
Logramos convencer a los ministerios de salud de la importancia de controlar el tabaco, pero otros organismos gubernamentales están muy rezagados.
La implementación del muy importante artículo 5.3 del convenio, que llama a los gobiernos a negarse a cooperar con la industria del tabaco en la formulación de políticas de salud, es un fracaso lamentable en casi todos, con excepción de unos pocos, países.
Y cuando los gobiernos con valor avanzan en la implementación de medidas de vanguardia para controlar el tabaco, deben esperar una avalancha de pleitos de la industria, tanto a escala nacional como a través de tratados de comercio internacionales, lo que disuade a otros de seguir por ese camino.
Los resultados fueron variados, sin duda. ¿Debemos celebrar? ¡Por supuesto! Nadie esperaba que el convenio fuera una cura instantánea. Al principio, la curva de la epidemia era, sencillamente, demasiado pronunciada para creer que en 10 años podría revertirse.
Se obtuvieron grandes logros.
El 27 de este mes, si estuvo involucrado en este histórico esfuerzo, tómese el tiempo de felicitarse y hacer lo mismo con una o un colega. Pero el 28, sigamos trabajando para llenar los vacíos. El convenio es el principio, no el final, de un largo y deliberado camino.
*Las opiniones de este artículo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente las de IPS, ni pueden atribuírsele.
Traducido por Verónica Firme