La joven Fizer Boa, de 20 años, se mudó a la capital de Ghana para trabajar en el mercado local Abobloshie como porteadora, o “kayayei «. Desde entoces, duerme por allí mismo al raso.
“Estuve de acuerdo con mi madre cuando me aconsejó unirme a una amiga que trabajaba como kayayei en Accra. Yo no objeté la idea porque con dificultad podíamos tener tres escasas comidas al día”, contó a IPS.
La disminución de las lluvias en el distrito de Bunkpurugu-Yunyoo, en la Región Norte de Ghana, tierra natal de Boa, provocó pérdidas en los cultivos en los últimos dos años y dejo a su familia y a otras más sin medios de sustento.
El trabajo de Boa en la ciudad implica llevar cargamentos con productos en su espalda o cabeza de un lugar a otro, y por cada viaje gana entre 50 centavos y seis dólares.
Apenas arribó a Accra, sus dos hermanas decidieron abandonar la escuela y seguir su ejemplo, para trabajar también como kayayei.
“Mis hermanas abandonaron la escuela para venir conmigo a Accra, porque mi madre ya no pudo pagar las cuotas adicionales, como las que cobra la Asociación de Padres y Maestros, ni comprar los artículos de estudio”, dijo Boa.
La enseñanza es gratuita en este país de África occidental, pero cada centro educativo cobra sus propias cuotas adicionales para cubrir costos de administración.
Las tres hermanas pueden ganar juntas hasta 30 dólares en un buen día.
El oficio de kayayei es generalmente realizado por niños y adultos de la Región Norte que migran al sur de Ghana en busca de un sustento.
Wilson Dogbe, del Instituto de Investigación Agrícola en la Sabana, explicó a IPS que el cambio climático es uno de los factores principales de esta migración.
La Región Norte es predominantemente rural, y los agricultores son los más vulnerables a los efectos del recalentamiento planetario.
“El problema es que la Región Norte está experimentando escasas lluvias, infertilidad de los suelos y un aumento de la temperaturas de hasta 47 grados”, explicó Dogbe, cuyo instituto forma parte del Consejo para la Investigación Científica e Industrial.
“Es evidente que, de acuerdo con la investigación realizada en los últimos años, la escasez de la tierra y la infertilidad de los suelos son los principales elementos que expulsan a la gente en busca de lugares más seguros en el sur”, añadió.
El no gubernamental Centro de Acción para la Toma de Conciencia en el Sector del Norte (NORSAAC, por sus siglas en inglés), con sede en Tamale, capital de la Región Norte, estimó que el número de kayayei en Accra y en la sureña ciudad de Kumasi superaba los 80.000.
Algunos de estos refugiados climáticos, en su mayoría mujeres de entre 18 y 30 años enviadas por sus familias para contribuir a los ingresos familiares, trabajan como distribuidoras de agua, asistentes en restaurantes, vendedores ambulantes y atendiendo comercios.
Pero su existencia es precaria. Mohammad Awal, director de NORSAAC, dijo a IPS que estas jóvenes representaban el grupo más vulnerable de los refugiados climáticos, pues no tenían donde vivir y dormían al aire libre en paradas de camiones, a merced del clima y de otras amenazas.
“Muchos de esos migrantes, especialmente las adolescentes, regresan a sus familias portando enfermedades de transmisión sexual”, señaló. Las que quedaron embarazadas no pueden identificar a los padres o tiene problemas como secuelas de haberse realizado abortos en condiciones inadecuadas.
Boa admitió que a veces ha enfrentado situaciones donde corrió riesgo su vida y que ha sido acosada por hombres, pero señaló que no tenía otra opción que dormir al aire libre.
Dogbe dijo que la Autoridad para el Desarrollo Acelerado de la Sabana (Sada), creada en 2010 por el gobierno para aliviar la pobreza en el norte y atender el problema de la migración interna, no ha logrado muchos avances.
“Se suponía que iba a brindar oportunidades a los agricultores pobres, especialmente a las mujeres, para que adquirieran propiedades, mantuvieran su producción de alimentos y protegieran el frágil ecosistema de la Zona Ecológica de la Sabana Norteña. Pero no se ha hecho mucho”, señaló.
Dogbe dijo que 80 por ciento de las rutas en la Región Norte seguían intransitables, y que los agricultores no tenían la maquinaria necesaria, como tractores y cosechadoras, para facilitar su trabajo.
Añadió que los productores necesitaban préstamos blandos para comprar insumos y semillas.
Sin embargo, el viceministro de Alimentación y Agricultura, Ahmed Yakubu Alhassan, dijo a IPS que la Sada y el Proyecto Comercial Agrícola de Ghana asegurarán que la región se convierta nuevamente en el granero del país. [related_articles]
El Banco Mundial y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) crearon ese proyecto con 145 millones dólares para desarrollar infraestructura, como rutas y redes de irrigación, con el objetivo de mejorar la productividad de las llanuras de Accra y el norte ghanés.
Pero, mientras tanto, Boa y sus hermanas deberán esforzarse para ganarse la vida.
“Si tenemos suerte trabajaremos duro para ahorrar dinero y enviarle algo a nuestros padres”, dijo. Pero ella y sus hermanas sueñan con ser más que cadetes, como “diseñadoras de moda y estilistas, para tener un ingreso decente”.