Un pueblo atrapado entre los dos Sudán

Una mujer registrándose para votar en una escuela de Abyei el 20 de octubre. Crédito: Andrew Green/IPS.

Cuando Chris Bak regresó al disputado territorio fronterizo de Abyei, que esta semana votó para decidir si se unirá a Sudán o a Sudán del Sur, a duras penas identificó el poblado en el que había crecido. “Todo está sucio. Dábamos vueltas y más vueltas, pero no podíamos reconocer este lugar”, dice a IPS.

La ciudad homónima se ubica en el centro de la región, que ocupa 10.000 kilómetros cuadrados y está en la frontera entre Sudán y Sudán del Sur.  Ambos países la reclaman, pues posee reservas de petróleo y una vasta superficie de tierra fértil.

En 2005, un acuerdo de paz puso fin a la guerra civil sudanesa y cimentó el camino para la independencia del Sur, pero no logró resolver el destino de Abyei.

Desde que volvió, Bak acampa en un aula abandonada, con la esperanza de que no llueva porque la escuela no tiene techo.

Comparte ese refugio con un amigo que exhibe síntomas de haber contraído paludismo. Bak ha intentado encontrar algún médico, pero lleva tres días sin conseguirlo.

“Necesitamos hacer avanzar a Abyei”, dice.

[pullquote]3[/pullquote]Este joven de 25 años pasó cinco fuera del país y regresó a su pueblo para participar en un referendo inicialmente propuesto por la Unión Africana (UA) para este mes, a fin de decidir el destino de la disputada región.

Pero Sudán se negó a participar, pues el referendo excluiría a los miembros de la comunidad nómada y prosudanesa Misseriya, que llegan a Abyei por temporadas para hacer pastar a su ganado. A raíz de la intransigencia de Jartum, la UA no organizó la votación ni presentó una nueva propuesta.

Eso no hizo mella en el entusiasmo de la etnia mayoritaria dinka ngok, que siguió adelante con un referendo unilateral concluido el martes 29.

La organización de líderes tribales Alto Comité del Referendo de Abyei empezó el mes pasado a organizar traslados para quienes quisieran participar en la votación.

El Alto Comité estima que unas 100.000 personas retornaron gracias a sus gestiones, aunque es imposible verificar esa cifra.

Los organizadores de la consulta planifican anunciar los resultados el jueves 31. Es probable que la mayoría se haya pronunciado por integrarse a Sudán del Sur.

Pero la UA criticó con dureza la consulta, calificándola de “acción ilegal” y advirtiendo que puede amenazar la paz de la región. Sudán del Sur ha advertido que no reconocerá los resultados.

“Si el pueblo de Abyei decide, veremos a quién dirigirá los resultados, porque dijeron que lo harían sin el gobierno de Sudán del Sur y sin el de Sudán. Así que si lo hace sin nosotros, ¿a quién dirigirá sus resultados?”, cuestionó la semana pasada el portavoz del gobierno sursudanés, Michael Makuei Lueth.

Alfred Lokuji, profesor de paz y desarrollo rural en la Universidad de Yuba, cree que la votación no servirá de mucho en estas condiciones, pues no la reconocerán ni la UA ni Sudán del Sur.

Pero tampoco cree que vaya a generar algún tipo de violencia. El referendo unilateral es “simbólico”, destinado a mostrar que la comunidad dinka ngok está determinada a que la situación se resuelva, dijo Lueth a IPS.

El presidente de Sudán, Omar al Bashir, viajó la semana pasada a Yuba para reunirse con su contraparte de Sudán del Sur, Salva Kiir. Al final de la cumbre, ambos gobernantes anunciaron planes para establecer una administración y una fuerza policial conjuntas en Abyei, aunque no llegaron a fijar plazos.

Los líderes de los dinka ngok, cansados de vivir en el limbo, rechazaron esta propuesta.

Esto obedece en parte a que ya no pueden darse el lujo de esperar que Yuba, Jartum y la comunidad internacional alcancen una solución permanente.

En 2008 estallaron enfrentamientos en Abyei entre milicias apoyadas por el gobierno sudanés y fuerzas de lo que entonces era el sur de Sudán. La organización Human Rights Watch estima que 60.000 personas huyeron de la violencia. En aquel momento, Bak y su familia escaparon a Aweil, un sitio a cinco horas de automóvil al oeste de Abyei, en lo que hoy es Sudán del Sur.

Los combates se reavivaron en 2011, apenas semanas antes de que Sudán del Sur se escindiera oficialmente de Sudán para convertirse en el país más nuevo del mundo.

Las batallas dejaron a Abyei en ruinas. El territorio está salpicado de escombros de viviendas derrumbadas. Una torre roja y blanca de telefonía celular cayó retorcida sobre árboles y edificios y allí continúa.

Al promover el retorno de miles de personas para que vieran por sí mismas la devastación de Abyei, los dirigentes de la comunidad dinka ngok se ven ahora bajo presión para actuar de gente como Michael Acuil Deng, un ingeniero que vivía en Yuba.

«Mire a su alrededor; necesitamos mucha planificación para que nuestra área sea la mejor”, dice a IPS. “Ahora todo es como el desierto. Empezamos de cero. Tenemos que reconstruirla”, añade.

Sin embargo, el desarrollo es difícil en una tierra de nadie.

[related_articles]Deng Agos Lowal permaneció en Abyei pese a los enfrentamientos, e integra la Comisión de Bienestar Social de la región, un organismo local que intenta brindar servicios básicos a la población. Pero, como no cuenta con apoyo de Yuba ni de Jartum,  es poco lo que puede hacer.

“Los niños y los ancianos se mueren. No hay atención médica”, dice a IPS.

Es visible la presencia de una fuerza de mantenimiento de paz de la Organización de las Naciones Unidas, pero la incertidumbre sobre el futuro del territorio mantiene alejadas a la mayoría de las organizaciones humanitarias, dice Lowal. Todo lo que se puede hacer es esperar el resultado del referendo, estima. Solo cuando eso se resuelva podrá empezar la reconstrucción.

Pese a las advertencias de Yuba y de Jartum, los líderes de la etnia dinka ngok tienen esperanzas de que la comunidad internacional termine reconociendo el resultado de su referendo unilateral.

El jefe principal de la tribu, Bulabek Deng Kuol, espera que, por lo menos, la consulta conduzca a que la comunidad internacional deje de ignorar las necesidades de Abyei.

«Estamos emocionados con la posibilidad de reconstruir, de poner nuestra energía en todo. Esperamos que todas las organizaciones… corran a ayudar a esta población», dice Kuol a IPS.

 

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