Charity Salima, de 54 años, ha intervenido en unos 4.000 nacimientos en su clínica de maternidad en el Área 23, uno de los municipios más pobres y populosos de Malawi, y hasta ahora no tuvo que ver ninguna muerte vinculada al embarazo.
En Malawi, el riesgo de que una mujer muera en la gestación o en el parto es de uno en 36, comparado con uno en 4.600 en Gran Bretaña, según el Programa de Maternidad Segura de Malawi, una iniciativa para reducir la mortalidad materna en esta nación de África austral.
“Yo solía ver a embarazadas esforzándose por viajar en el transporte público o pidiendo un aventón solo para llegar a un hospital. En la mayoría de los casos, algunas morían o perdían a sus bebés, o desarrollaban complicaciones postparto que podrían haberse evitado si hubieran tenido transporte y hubieran recibido ayuda médica oportunamente”, dijo Salima a IPS.
Ella trabajaba como enferemera de investigación. Pero en 2008 renunció a su empleo para establecer su clínica comunitaria Achikondi, para atender a mujeres, en una casa alquilada cerca de Lilongwe.
Gracias a la ayuda de la Organización Nacional de Enfermeros, un fondo de solidaridad para parteras y enfermeros retirados, que donó una ambulancia a su clínica, desde entonces se dedica a salvar vidas.
“En Malawi, como en muchas comunidades africanas, cuando una mujer está embarazada todos están ansiosos y llenos de temor, porque ven a muchas mujeres morir al dar a luz. E incluso en los países industrializados, cuando una mujer está embarazada, ella y su familia celebran y están verdaderamente a la expectativa”, dijo Salima.
[related_articles]El Ministerio de Salud lo expone de un modo simple: 16 mujeres mueren cada día en Malawi por complicaciones prevenibles relacionadas con el embarazo. El país está rezagado en el cumplimiento de los ocho Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio (ODM), específicamente en lo relativo a reducir 75 por ciento las muertes maternas para 2015 y garantizar el acceso universal a servicios de salud reproductiva.
Los ODM fueron adoptados en 2000 por los estados miembro del foro mundial, y aspiran a reducir la pobreza, las enfermedades y la desigualdad de género para 2015.
Pero la clínica de Salima y su éxito en materia de salud materna pueden resultar un modelo para Malawi, que se esfuerza por salvar las vidas de sus embarazadas.
“Salima se las ha arreglado para marcar una diferencia en su comunidad porque ha hecho dos cosas: introdujo un sistema eficiente para tratar partos normales en su clínica y logró tener otro sistema eficiente de remitir casos complicados al hospital a tiempo”, dijo Martin Msukwa, director ejecutivo del MaiKhanda Trust, una organización no gubernamental que se centra en reducir la mortalidad materna en Malawi, a IPS.
Sus métodos para combatir la mortalidd materna son simples y baratos. Salima alienta a las mujeres a cultivar huertas en sus jardines para aumentar la diversidad de su dieta, y registra a cada gestante en la comunidad para poder controlar sus embarazos.
Sus estrategias, dijo, la han ayudado a identificar a embarazadas de alto riesgo dentro de la comunidad, que a su vez son enviadas al principal hospital de la capital para recibir tratamiento.
“Lo otro que hemos estado haciendo es cambiar las creencias culturales en nuestra comunidad, que desempeñan un rol importante en las muertes maternas, como la que sostiene que si una mujer tiene un trabajo de parto obstruido eso es señal de infidelidad”, explicó.
Salima ofrece una completa gama de otros servicios en su clínica, que incluyen la atención ambulatoria para niños menores de cinco años. Sin embargo, su centro no es gratuito. Los pacientes pagan alrededor de tres dólares para ayudar a cubrir el costo de las medicinas que obtiene de las farmacias centrales del gobierno.
La coordinadora nacional del Programa de Maternidad Segura de Malawi, Dorothy Ngoma, dijo que, aunque las recientes tendencias muestran una reducción de la mortalidad materna (de 675 muertes por cada 100.000 nacimientos vivos de 2006 a2010, a 460 muertes por cada 100.000 nacimientos vivos en 2012), Malawi todavía tiene mucho que hacer para cumplir con el Objetivo del Milenio que se lo propone específicamente.
El Programa de Maternidad Segura de Malawi intenta replicar algunas de las prácticas que se aplican en la clínica de Salima.
“Hemos adoptado iniciativas como la de Salima en nuestros programas y estamos movilizando recursos para construir casas de espera para embarazadas que viven lejos de los centros de salud”, dijo Ngoma.
Además, el programa ha reclutado a 200 mujeres jóvenes de 20 distritos del país para un programa de formación de parteras de 18 meses. Al graduarse, las parteras trabajarán durante cinco años para sus respectivas comunidades.
“El objetivo es garantizar que las madres no viajen distancias largas para buscar servicios de salud materna, evitando así posibles complicaciones del embarazo”, señaló Ngoma.
Pero el hecho de que se divulgue el éxito de Salima conlleva también desafíos.
“Cada vez vienen más personas a mi clínica, pero no tengo suficientes voluntarias con las habilidades necesarias para satisfacer la demanda”, dijo.