Eunice Namugerwa, de 18 años y residente del asentamiento informal de Kisenyi, en la capital de Uganda, decidió iniciar un negocio para ayudar a su familia. Garabateó tres ideas en un pedazo de papel: cría de puercos, de pollos o una tienda de moda.
Nunca sospechó que su espíritu emprendedor la llevaría a recibir una invitación para hablar en un encuentro de Tecnología, Entretenimiento, Diseño, destinado a difundir y compartir ideas, para inspirar a otros.
Namugerwa comenzó su negocio por necesidad. Su padre, el sustento de la familia, murió a causa del VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) en 2004. En 2012, su madre estaba demasiado enferma como para seguir trabajando.
“Fue realmente muy difícil porque encontré demasiados obstáculos”, contó a IPS sobre su experiencia desde que en agosto del año pasado puso sus ideas en un papel.
“Hay abuso infantil. El ambiente en que vivimos no es bueno, demasiado sucio. Siempre aparece alguna enfermedad. Podríamos haber muerto de hambre en casa. No quería eso, ni mendigar, y busqué una salida”, relató Namugerwa.
Las tres ideas eran difíciles y Namugerwa tuvo que superar varias barreras antes de poder concretar una. A pesar de haber tenido que abandonar varias veces la escuela porque su familia no podía pagársela, aprendió a tocar la flauta y la guitarra gracias al Proyecto Mariposa, que capacita a los jóvenes para comenzar un negocio propio.
Tras descubrir su talento para el canto, el proyecto decidió financiarle sus estudios en la Escuela de Música de Kampala.
En 2011, comenzó su propio proyecto de ayuda a niñas y niños desfavorecidos enseñándoles a cantar, bailar, actuar y realizar deportes.
Pero su siguiente emprendimiento tuvo que ser para su familia. Realizó tres presupuestos para cada una de sus ideas. La joven no estaba segura de que hubiera mercado para una tienda de ropa y pensó que comprar lechones para criar sería demasiado costoso.
Así que Namugerwa se decidió por una granja de pollos, porque requería menos capital.
En esa época conoció a Tiarna Elmer, una maestra británica y voluntaria de Mengo Youth Development Link, que trabaja en tugurios de Kampala mejorando la educación y la formación deportiva de niños y niñas.
Elmer dio a Namugerwa el equivalente a unos 576 dólares para adquirir pollos y alquilar una pequeña parcela en el distrito de Wakiso, a 30 minutos del asentamiento de Kisenyi.
Los últimos días del año pasado compró pollos y, luego, ponedoras. “Actualmente, en Uganda, los huevos son caros”, cada uno cuesta el equivalente a 15 centavos de dólar, explicó Namugerwa.
Actualmente tiene 200 pollos y trabaja en el criadero los fines de semana y en las vacaciones. El resto del tiempo se ocupa su hermano de 23 años. El alquiler del terreno les cuesta 11 dólares al mes. Además, junto a una hermana de 22, pusieron un negocio de DVD cerca de la granja avícola.
La emprendedora todavía no ha logrado ganancias, pero espera comenzar a percibir unos 385 dólares mensuales dentro de un par de meses. El dinero será para su mamá, quien antes sostenía la familia con la fritura de papas, que vendía en un mercado local. Pero ahora está postrada.
“Sigue estando muy enferma, pero dijo que está muy contenta con la idea porque ya no tenemos que preocuparnos por la comida”, contó Namugerwa, quien sigue viviendo en Kisenyi.
“La mayoría de mis amigos están orgullosos de lo que hago. Algunos me dicen: ‘quiero hacer lo mismo que tú’”, apuntó.
Pero no es fácil, Namugerwa se enfrentó a varios desafíos, como las enfermedades de los pollos y el elevado costo de la ración.
“Me gustaría que hubiera más mujeres trabajando en granjas y a cargo de negocios. Me gusta alentar a las ugandeses a encontrar soluciones” para su problemas, manifestó.[related_articles]
Es muy importante que las jóvenes puedan sustentarse, remarcó. Muchas de sus amigas dejaron la escuela y quedaron embarazadas.
Se estima que cuatro de cada cinco mujeres trabajan en el sector agrícola en Uganda, según una Encuesta de Productividad y Género, realizada por el Centro de Investigación en Política Económica, en 2008.
La organización británica Send a Cow, que ofrece capacitación, ganado, semillas y apoyo familiar en siete países africanos, señaló que la mayoría de los agricultores son mujeres, pues son ellas las que tradicionalmente se dedican a la tierra y a proveer el sustento familiar.
Richie Alford, director de impacto y desarrollo de Send a Cow, dijo a IPS que criar pollos es una buena forma de que niños y niñas huérfanos y vulnerables mejoren y diversifiquen su dieta con proteína animal, y que comiencen a generar un ingreso sostenible a partir de la venta de huevos y pollos.
“Las heces de los pollos también pueden servir para abono en los jardines, pues aumenta la fertilidad del suelo y su retención de agua”, explicó.
El director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, José Graziano da Silva, dijo a comienzos de este año, durante una visita al país, que se presta poco atención al rol que juegan las campesinas en asegurar el sustento de sus hogares, a pesar de que ellas desempeñan un papel fundamental en la producción agrícola y en la alimentación de sus familias,
La popular artista ugandesa Annet Nandujja es un ejemplo para Namugerwa. Esta mujer dedicada a la música, ahora de unos 50 años, tuvo una granja de pollos en Kampala durante ocho años.
En general, a los músicos no les gusta estar envueltos en el poco glamoroso mundo de la agricultura, opinó, expresándose en luganda, una lengua bantú, a través de un traductor.
“Todos los días alentamos a las mujeres y les decimos que no esperen sentadas a que sus esposos les den lo que necesitan”, dijo Nandujja a IPS.
“Deben abrirse camino haciendo algo así. Una mujer puede querer quedarse en casa, pero igual puede hacerlo dedicándose a esto”, observó.