Gruesos cerrojos sellan las puertas frontales de comercios, ahora cubiertos de grafitis y mugre por la falta de uso. Unos pocos clientes pasan por la calle apenas iluminada, a veces deteniéndose a mirar las frutas y verduras, o comprando en carnicerías casi vacías del oriente de esta ciudad.
“Todos los comercios están cerrados. El mío es el único abierto. Este solía ser el mejor lugar”, dice Mustafa Sunocret, de 64 años, mientras vende verduras en un pequeño puesto del mercado cercano a su hogar familiar en el barrio musulmán de la Ciudad Vieja de Jerusalén.
En medio de los coloridos pañuelos, ropas y alfombras, artesanías en cerámica y recuerdos religiosos que se acumulan en los puestos y tiendas de esa zona histórica, los comerciantes palestinos se esfuerzan por mantener a flote sus negocios.
Sunocret, cuya salud empeora cada día, dice a IPS que no puede trabajar fuera de la Ciudad Vieja, aunque le pesa el costo de mantener su comercio, por el que paga elevadas cuentas de electricidad, agua e impuestos municipales.
Abed Ajloni, dueño de un local de antigüedades, debe 250.000 shekels (unos 68.000 dólares) de impuestos a la Municipalidad de Jerusalén. Casi todos los días, los recaudadores de tributos llegan a la Ciudad Vieja acompañados por policías y soldados israelíes, para presionar a los habitantes para que paguen, relata a IPS.
[pullquote]3[/pullquote]
“Se siente como si estuvieran volviendo para ocupar la ciudad, con los soldados y los policías”, dice Ajloni, quien es propietario del mismo comercio desde hace 35 años. “Pero, ¿a dónde puedo ir? ¿Qué puedo hacer? Toda mi vida estuve en este lugar”, resume.
“¿Acaso Jerusalén nos pertenece a nosotros, o a alguien más? ¿Quién es responsable por Jerusalén? ¿Quién?”, agrega.
Anexión ilegal
Israel ocupó Jerusalén oriental , incluida la Ciudad Vieja, en 1967. En julio de 1980 aprobó una ley en la que declaró que “Jerusalén, completa y unida, es la capital de Israel”. Pero esto sigue sin ser reconocido por la comunidad internacional.
Según el derecho internacional, Jerusalén oriental es territorio ocupado –junto con Cisjordania, la franja de Gaza y los sirios altos del Golán–, y los residentes palestinos de la ciudad están protegidos por la Cuarta Convención de Ginebra.
Históricamente, Jerusalén fue el centro económico, político y cultural de la vida para toda la población palestina. Pero tras décadas de languidecer bajo las políticas israelíes para aislar a la ciudad del resto de los territorios ocupados, sin servicios municipales e inversiones, la parte oriental se ha sumido en un estado de pobreza y abandono.
[related_articles]“Luego de unos 45 años de ocupación, los jerosolimitanos árabes padecen esquizofrenia política y cultural, simultáneamente conectados y aislados de las áreas que los rodean: Ramalah y Cisjordania hacia su oriente, Jerusalén occidental e Israel hacia el occidente”, según el International Crisis Group.
Las restricciones israelíes a la planificación y construcción, las demoliciones de viviendas, la falta de inversión en educación y empleo, la construcción de una barrera de separación de 2,5 metros de altura entre barrios palestinos y las zonas que los rodean, y un sistema de permisos para entrar a Jerusalén han contribuido con el aislamiento de la ciudad.
Organizaciones políticas formales de los palestinos también fueron prohibidas en la ciudad, y entre 2001 y 2009 Israel clausuró 26 de ellas, incluida la exsede de la Organización para la Liberación de Palestina en Jerusalén, la Casa de Oriente y la Cámara de Comercio de Jerusalén.
Pobreza extrema
Las políticas israelíes también encarecieron los precios de productos y servicios básicos, y obligaron a muchos dueños de negocios palestinos a cerrar y mudarse a Ramalah o a otros barrios palestinos al otro lado de la muralla. Muchos jerosolimitanos palestinos también prefieren hacer sus compras en Cisjordania, o en Jerusalén occidental, donde los precios son más bajos.
Los palestinos constituyen 39 por ciento de la población actual de la ciudad, casi 80 por ciento de los habitantes de Jerusalén oriental, y 85 por ciento de niños y niñas, viven bajo la línea de pobreza.
“¿Cómo puede uno desarrollar (una) economía si no maneja sus propios recursos y si no tiene ningún control de sus fronteras?”, plantea Zakaria Odeh, director de la Coalición Cívica para los Derechos de los Palestinos en Jerusalén, sobre “esta clase de fragmentación, puestos de control, cierres”.
“Sin libertad de circulación de mercaderías y de seres humanos, ¿cómo se desarrolla una economía?”, pregunta.
“No se puede hablar de una economía independiente en Jerusalén o en Cisjordania o en toda Palestina sin una solución política. Nosotros no tenemos una economía palestina; tenemos actividades económicas. Eso es todo lo que tenemos”, dice Odeh a IPS.
Solo la barrera de separación de Israel, según un informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), ha causado la pérdida directa de alrededor de 1.000 millones de dólares a los palestinos en Jerusalén, y continúa haciendo perder oportunidades por 200 millones de dólares por año.
El corte y control que Israel impone a la carretera Jerusalén-Jericó, histórica ruta comercial que conectaba a Jerusalén con el resto de Cisjordania y Medio Oriente, también ha contribuido con el colapso económico de la ciudad.
Separación de Jerusalén de Cisjordania
Antes de la primera Intifada (levantamiento palestino), que se inició en 1987, Jerusalén oriental contribuía con entre 14 y 15 por ciento del producto interno bruto de los territorios palestinos ocupados.
Para 2000, ese guarismo había caído a menos de ocho por ciento. Y en 2010, la economía de Jerusalén oriental, comparada con el resto de los territorios palestinos ocupados, se estimaba en apenas siete por ciento.
“La separación económica causó la contracción del tamaño relativo de la economía de Jerusalén oriental, su desprendimiento de los demás territorios palestinos ocupados y el redireccionamiento gradual del empleo de Jerusalén oriental hacia el mercado laboral israelí”, concluyó el informe de la UNCTAD.
Hace décadas, Israel adoptó la política de mantener el “equilibrio demográfico” en Jerusalén, e intenta limitar la cantidad de residentes palestinos de la ciudad a 26,5 por ciento o menos de la población total.
Para mantener esta composición, Israel construyó numerosos asentamientos judíos dentro y alrededor de Jerusalén, y cambió las fronteras municipales para englobar los barrios judíos al tiempo de excluir a los palestinos.
Actualmente se estima que 90.000 palestinos que tienen derechos de residencia en Jerusalén viven al otro lado de la barrera de separación y deben atravesar los puestos de control israelíes a fin de poder ir a la escuela, recibir tratamiento médico, trabajar y obtener otros servicios.
“Israel está usando toda clase de herramientas para presionar a los palestinos para que se vayan; unas veces esas herramientas son visibles, y otras, invisibles”, explica Ziad al-Hammouri, director del Centro de Jerusalén para los Derechos Sociales y Económicos.
Por lo menos 25 por ciento de los 1.000 comercios palestinos de la Ciudad Vieja fueron cerrados en los últimos años a consecuencia de los altos impuestos y a la falta de clientes, dice IPS.
“Los impuestos son una herramienta invisible… tan peligrosa como revocar las tarjetas de identificación y demoler casas”, señala.
“Israel usará esto como presión y como herramienta en el futuro, para confiscar estos comercios y propiedades”, agrega.