¿Qué tanto esperaba el mundo de la primera visita de Barack Obama a Israel y a Palestina? No mucho.
Las negociaciones de paz están estancadas y la situación del pueblo palestino, bajo ocupación israelí, empeora a medida que la colonización judía en sus territorios avanza inexorable, sin que Estados Unidos logre detenerla.
Shlomo Ben Ami, excanciller israelí y supuestamente experto en la resolución de conflictos, entrevistado por el colombiano diario El Espectador, comentó la visita, negando que los asentamientos judíos fueran un obstáculo para la paz.
El «meollo» de la visita del mandatario estadounidense a su país fue una «ofensiva de cariño y empatía» hacia los israelíes, para intentar «borrar» la «equivocada imagen que existía en Israel sobre su persona» y su actitud hacia la «narrativa del pueblo judío», agregó.
Ben Ami calificó de «equivocación» la demanda que le hiciera Obama al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, de «suspender» su programa de construcción de nuevos asentamientos en Cisjordania y Jerusalén oriental, para permitir el reinicio de los diálogos de paz.
Netanyahu, sionista de ultraderecha, se pasó por la faja tal demanda, y Obama tragó entera la ofensa.
La comunidad internacional condena cada vez más esa política de ocupación y anexión ilegal en violación del derecho internacional, de las convenciones de Ginebra y de numerosas resoluciones del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Tal política de colonización la emprendió Israel a partir de su «triunfo» en la Guerra de los Seis Días en 1967. Pero pocos mencionan que esa fue una guerra «preventiva», que no obedeció a ningún enfrentamiento con los países árabes.
Israel ha ignorado, durante más de 60 años, los mandatos de la ONU y, según su Carta, esto sería motivo para su expulsión. Pero Washington la vetaría.
Obama reiteró los «lazos inquebrantables» de su país con Israel, apoyó su aspiración a un «Estado judío» (el 20 por ciento de su población es árabe-israelí), criticó los asentamientos, los calificó de «obstáculo» para la paz, pero vetó las resoluciones del Consejo de Seguridad que los condenaban.
En Ramallá reiteró su compromiso con la solución de dos Estados y la creación de un Estado palestino «independiente y soberano, viviendo en paz con Israel». No obstante, las condiciones que impone Netanyahu al eventual Estado palestino, que Obama no cuestiona, lo hacen inviable.
Cisjordania está invadida de asentamientos judíos, con más de 200.000 colonos, de puestos militares y de caminos que unen las colonias, prohibidos al tránsito de palestinos.
Además, Israel construyó el muro de separación en territorio cisjordano y se anexó un 20 por ciento más de sus tierras. La Corte Internacional de Justicia lo condenó y exigió su demolición. Pero nada pasó y su construcción continúa.
Netanyahu impide que Palestina pueda ser un Estado independiente y soberano, como quiere Obama.
En su magistral discurso en El Cairo, en junio de 2009, Obama dio un giro sustancial al tradicional enfoque de Washington hacia el conflicto Israel-Palestina.
Pronunció palabras nunca oídas en boca de un mandatario estadounidense. Mencionó el «innegable sufrimiento» y las «humillaciones» que sufre el pueblo palestino bajo la ocupación, las calificó de «intolerables» y se refirió a los «desplazamientos» (fueron expulsiones) y a las «deportaciones» de sus gentes, «como consecuencia de la creación del Estado de Israel».
Pero continuó vetando las resoluciones del Consejo de Seguridad que los condenan. También se opuso a la aspiración palestina a ser reconocida como Estado observador no miembro de la ONU, y sancionó a la Unesco con el corte de sus contribuciones cuando su Conferencia General, en forma abrumadora, acogió a Palestina como miembro.
En represalia a tales decisiones de la ONU y de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), el primer ministro israelí anunció la construcción de nuevos asentamientos.
Obama sirvió de mediador en el conflicto entre Turquía e Israel. El primer ministro turco, Tayyip Erdogan, había cortado relaciones después de los ataques israelíes a la Flotilla de la Libertad –condenados por la comunidad internacional–, que intentó aliviar el brutal bloqueo a la empobrecida población de Gaza. Murieron nueve activistas y 30 personas resultaron heridas.
Obama ha insistido en relanzar las negociaciones de paz en conversaciones directas entre las partes, pero no ofrece soluciones viables.
La Autoridad Nacional Palestina se niega a reanudarlas mientras continúe la expansión de los asentamientos. Centenares de manifestantes palestinos rechazaron en Ramallá su visita y lo recibieron con gritos de protesta: «Deja de apoyar los crímenes de guerra israelíes», «Estados Unidos, Israel y Gran Bretaña son el triángulo del terror».
Las promesas hechas en El Cairo quedaron para la historia.
Obama ofreció solucionar ese conflicto y hubiera podido imponer su voluntad, lograr la creación del Estado palestino libre de asentamientos, el regreso a las fronteras existentes en 1967 y el restablecimiento de los derechos de ese pueblo. No obstante, se inclinó ante la voluntad férrea de Netanyahu, recientemente reelegido.
La supuesta seguridad de Israel sigue siendo la brújula de la política de Washington en Medio Oriente. Con Siria e Irán, considerados países enemigos, está dispuesto a usar la fuerza.
En una guerra desigual, condonó los ataques militares israelíes contra Gaza, que causaron enorme destrucción y miles de muertos civiles, como retaliación a los cohetes que lanzaba el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) contra Israel. Este país «tiene derecho a defenderse», sostuvieron Obama y sus altos funcionarios.
Con esa política de Washington de apoyo irrestricto a Israel, condenada por el mundo musulmán, y con la oposición de Netanyahu a hacer concesiones, es difícil una solución justa, que reconozca los derechos e intereses palestinos, el desmonte de los asentamientos, el regreso de sus refugiados y de las fronteras de 1967, como exigen la ONU y la Liga Árabe.
Ese es el reto que deberá enfrentar Obama de aquí en adelante.
* Clara Nieto es escritora y diplomática, exembajadora de Colombia ante la ONU y autora del libro «Obama y la nueva izquierda latinoamericana».(FIN/2013)