Al acercarse a la cuenca del lago Chad desde la pequeña localidad camerunesa de Gulfe, la atmósfera de desesperación se hace palpable. Aire polvoriento, vientos feroces e implacables, plantas que se marchitan y dunas sugieren que esta área otrora exuberante experimenta un cambio drástico.
Lo único que interrumpe la superficie de vegetación escasa es la ocasional presencia de árboles mustios y algunas matas chamuscadas.
Lindante con Chad, Camerún, Níger y Nigeria, el lago Chad ocupó en el pasado 25.000 kilómetros cuadrados, pero en el último medio siglo se redujo 90 por ciento.
Por la falta de lluvias, los ríos Chari y Logone, los dos principales que alimentan el lago, aportan menos agua cada año.
Criadores de ganado, pescadores y agricultores que durante varias generaciones obtuvieron su sustento del rico suelo de esta cuenca se esfuerzan ahora por sobrevivir, mientras el gran lago se seca ante sus propios ojos.
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En las riberas del Chad, Mahamat Aboubakar saca un diminuto bagre negro de una enorme red.
"Antes, uno necesitaba echar la red pocas veces para obtener miles de pescados. Pero ahora, conseguir la misma cantidad puede requerir todo un día de trabajo", dice, señalando su mísera captura, por la que obtendrá alrededor de dos dólares que probablemente serán su único ingreso del día.
Cuando el lago estaba saludable y rebosante de vida, este pescador de 64 años podía ganar hasta 50 dólares. Ahora, solo puede esperar que su captura se reduzca, y que él mismo se empobrezca, dado que las aguas del lago continúan bajando.
"Esto es un desastre", dice Sanusi Imran Abdullahi, el director ejecutivo de la Comisión de la Cuenca del Lago Chad, un organismo regional creado por los países que limitan con ese cuerpo de agua, con el fin de regular el uso del líquido y de otros recursos naturales de la zona.
"Esto ya está cobrándose víctimas entre los residentes de la zona del lago", agrega Imran Abdullahi a IPS. A fin de impedir una situación potencialmente catastrófica, "estamos trabajando para salvar el lago Chad y a los 30 millones de personas cuyo sustento depende de los recursos naturales" del mismo.
Es imposible culpar de la crisis a un solo factor, dicen los expertos.
El ambientalista Paul Ghogomou, de la Universidad de Yaoundé, declara a IPS que "son responsables la desertificación y el cambio climático, así como el continuo desvío de agua de los ríos que alimentan al lago".
Según él, el agua del camerunés río Chari que, alimentado por su tributario, el Logone, aporta alrededor de 90 por ciento del líquido del lago Chad- es desviada para proyectos de irrigación en el área.
Mientras, represas construidas sobre los ríos Jamaare y Hadejia, en el nororiente de Nigeria, son "en parte responsables de la reducción" del lago, dice Ghogomou.
Abdullahi, de la Comisión de la Cuenca del Lago Chad, agrega que la presión que ejerce la población también está llevando el lago al límite.
"Hace 40 años, la población del área del lago Chad era de unos 17 millones. Ahora contabilizamos alrededor de 30 millones. Así que la mayor demanda por parte de la población, el aumento de las cabezas de ganado y la evaporación masiva a consecuencia del cambio climático se han combinado para reducir el lago", observa.
Por ahora, agricultores y pescadores dan muestras de resiliencia, adaptándose lo mejor que pueden a la crisis.
Ahmadou Bello, un pescador de Gulfe, simplemente pasó a dedicarse a la agricultura, produciendo frijol caupí, maíz, arroz y pimientos sin utilizar fertilizantes.
Jactándose de esta próspera granja, dice a IPS que el lago que está desapareciendo "ha dejado atrás tierra muy fértil".
Pero si el lago no vuelve, incluso la humedad remanente se evaporará, y a los agricultores les quedarán pocas opciones para ganarse la vida.
¿Pueden reponerse las aguas?
En un esfuerzo por implementar soluciones más sostenibles, países miembro de la Comisión, como Chad, Camerún, Níger, Nigeria y la República Centroafricana, han desarrollado un ambicioso plan para volver a llenar el lago con aguas del Obangui, un tributario del río Congo.
Según Abdullahi, el proyecto implicará la "construcción de un embalse de retención en Palambo", para que sirva como área de captación. El agua que se bombee ingresará al río Fafa, afluente del Ouham, y, por la fuerza de gravedad, atravesará un canal de 1.350 kilómetros de largo para adentrarse en el río Chari, en Camerún, y luego en el lago Chad.
"En el Congo hay mucha agua que ingresa al océano. Simplemente vamos a tomar una fracción de la misma para salvar las vidas de 30 millones de personas que dependen del lago para sobrevivir", dice.
"El programa no solo está (diseñado) para llevar agua al lago Chad, sino también para mejorar la actividad económica y el sustento de los habitantes de la cuenca del Congo", agrega.
Pero es probable que la escasez de recursos financieros retrase la implementación del proyecto. Según Abdullahi, el programa costará la friolera de 14.500 millones de dólares.
Aunque los jefes de estado de la región han mostrado cierto compromiso político, la Comisión busca ayuda de la comunidad mundial.
"A comienzos de este año celebraremos una conferencia internacional de donantes para ver qué podemos obtener, y a partir de allí (evaluaremos) qué estados miembro contribuirán", explica.
Es probable que la mayor parte de los fondos procedan del sector privado, siempre y cuando quienes los aporten tengan garantizado un retorno sobre sus inversiones. "Estoy seguro de que estarán interesados", dice un optimista Abdullahi.
El costo del proyecto puede parecer atemorizante, pero el costo de la inacción puede ser aún más devastador, sostienen expertos.
Según la firma canadiense CIMA-International, que llevó a cabo estudios de factibilidad sobre el proyecto de transferencia de aguas, el lago Chad puede desaparecer totalmente para 2025 si no se hace nada para salvarlo.