Mientras las fuerzas de Israel y de Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) celebran respectivamente como su propia «victoria» el cese del fuego en la franja de Gaza, los civiles, y en especial los niños, siguen pagando el alto precio de las hostilidades.
Más de 160 gazatíes murieron durante la Operación Pilar de Defensa, que lanzó Israel contra este enclave durante ocho días hasta el 21 de este mes, informó el Centro Palestino para los Derechos Humanos (PCHR, por sus siglas en inglés).
Al menos 103 eran civiles, y 33 de ellos niños y niñas. Más de 1.000 palestinos resultaron heridos, entre ellos 971 civiles, de los cuales 274 eran menores.
Tres de los civiles muertos eran periodistas, víctimas de los repetidos ataques israelíes contra oficinas de medios de prensa, donde trabajaban palestinos y extranjeros. A su vez, seis israelíes murieron en indiscriminados disparos de cohetes desde Gaza contra ciudades en el sur de Israel.
Pero quienes sufrieron el mayor impacto de la guerra fueron los niños y las niñas, incapaces de comprender la complejidad de la política internacional y la volatilidad del lugar al que simplemente llaman hogar.
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"¡Mamá, mamá!", clamó Muhammad Abu Zour, de siete años, en el barrio de Zeitoun, en la ciudad de Gaza. Su cabeza estaba vendada y, uno de sus ojos, morado e hinchado.
"Hay posibilidad de que tenga un severo daño cerebral, ya que sufre una hemorragia interna", explicó a IPS la enfermera Sana Thabat, de 23 años, del Hospital Shifa de Gaza.
Muhammad resultó herido la semana pasada cuando un avión de combate israelí F-16 bombardeó su hogar. El ataque mató a dos mujeres de su familia, Sahar Fadi Abu Zour, de 20 años, Nisma Helmi Abu Zour, de 21, y a su hermano menor, Eyad Abu Zour, de cinco.
Las fuerzas israelíes disparaban contra un supuesto combatiente palestino escondido en la vivienda vecina. El barrio de Zeitoun está densamente poblado por civiles y lejos de cualquier base de Hamás.
En otro caso de "daños colaterales", 11 miembros de la familia Dalu, incluyendo cuatro mujeres y cuatro niños, murieron cuando un misil israelí impactó en su casa de cuatro habitaciones en el norte de la ciudad de Gaza, el domingo 18.
Alia Kalajar, una joven de 23 años de la localidad de Shijaiya, lloraba mientras abrazaba a su hija de siete años, Nisma. "Dejó de hablar y no sabemos si volverá a hacerlo. Tiene una fractura en la cabeza y también sangra internamente", dijo a IPS.
La niña se cayó del tercer piso de un edificio que fue atacado por un avión no tripulado israelí. En ese embate resultaron heridos otros 19 civiles palestinos.
El niño Abdel Azis Ashour, de seis años, también de Zeitoun, tiene heridas de metralla en ambas piernas. Estaba jugando con sus siete hermanos y hermanas la semana pasada cuando un avión israelí atacó su barrio.
Su primo murió y otros cinco civiles resultaron heridos. Pero el pequeño sigue alegre, a pesar de las trágicas circunstancias y el dolor físico que padece. "No les tengo miedo a los israelíes", dijo a IPS mientras hacía la señal de la victoria.
El personal del Hospital de Shifa se ha visto obligado a trabajar largas horas con limitado equipamiento y cada vez menos medicamentos.
"He visto muchos niños muertos y heridos. Al final, uno se vuelve un poco insensible a la situación", explicó a IPS la enfermera Adnan Bughadi, de 22 años.
"La mayoría de nosotros hemos estado trabajando en turnos dobles para poder tratar a todos esos heridos, y es agotador. En una sala, el piso estaba cubierto de sangre y había escasez de camas", añadió.
"El hospital se está quedando sin algunas medicinas esenciales, y otras ya se agotaron", dijo a IPS la enfermera Thabet. "Para mí es muy angustiante ver tantos niños y otros civiles, ¿pero qué podemos hacer? Tenemos que seguir".
El PCHR propuso crear una misión internacional "para investigar los crímenes cometidos por las fuerzas israelíes contra los civiles palestinos en la franja de Gaza y tomar las medidas necesarias para juzgar a los perpetradores".