Infancia de la RDC entre el aula y el jornal

Colgado de la puerta de un minibús, Gires Manoka va anunciando el destino a potenciales pasajeros mientras recorre la capital de la República Democrática del Congo (RDC). Un transeúnte le pregunta si no debería estar en el colegio, en vez de trabajar.

«Estaba en séptimo grado el año pasado», responde Manoka, «pero no tenía a nadie que pudiera pagar mis aranceles escolares. No tuve más remedio. Este trabajo mantiene a mi familia».

Hay miles de niños, niñas y adolescentes en toda la RDC que, como Manoka, de 16 años, se ven obligados a trabajar para mantenerse. Muchos abandonaron sus estudios para dedicarse a vender caramelos, maníes, pañuelos y otros artículos pequeños a transeúntes y pasajeros.

«La difícil situación económica obliga a muchos jóvenes a trabajar por tiempo parcial para satisfacer sus necesidades mientras van a la escuela. El menos afortunado tiene que abandonar los estudios por completo para ganarse la vida», dice Boniface Mbalu, un padre residente en Kinshasa, en conversación con IPS.

Mbalu explica que la educación no es gratis en la RDC, y que muchas familias pobres no pueden comprar los uniformes y otros artículos escolares necesarios.
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Por su parte, el jefe de la oficina en Kinshasa del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Paul Basikila, asegura que su agencia ha dado pasos para mejorar la calidad de la enseñanza y ayudar a niños y niñas a ir a la escuela. «Estas medidas podrían ser más efectivas si los aranceles escolares fueran eliminados, como anunció el gobierno», admite.

«Al comienzo del año escolar 2012-2013», dice a IPS, «Unicef lanzó una campaña de concientización en la provincia de Kasai Occidental para matricular a 40.000 menores, entre ellos 18.000 niñas, en la escuela primaria».

«También hemos trabajado para crear conciencia entre los padres cuyos hijos han alcanzado edad escolar», agrega.

Cécile Tshiyombo, integrante del sindicato congoleño de maestros, opina que los problemas del sistema educativo son complejos.

«Esos niños salen a trabajar para ellos mismos. Son niños que a trabajan por un salario igual que los adultos. Ya no quieren ir a la escuela. Ya son independientes a su edad, lo cual no es normal», dice a IPS.

Tshiyombo también cree que muchos abandonan las aulas porque estas no ofrecen algo atractivo. «El diploma entregado al final de los cursos (secundarios o universitarios) no lleva a ninguna parte. Si hay graduados vendiendo caramelos o agua fría para sobrevivir, ¿qué futuro ven para ellos mismos los más pequeños?», pregunta.

Joseph Paulusi lustra zapatos desde que tenía 11 años. Ahora con 16, cuenta a IPS: «Fui a la escuela hasta el sexto grado de primaria. Pero después de que mi padre murió, mi madre no pudo pagar para mantenerme en el colegio, así que decidí convertirme en lustrabotas».

Es quien trae el sustento a la casa. «Este trabajo me permite ayudar a mi madre. Con el dinero que hago, unos 15.000 francos congoleños (alrededor de 16 dólares) al día, ella puede alimentar a toda la familia».

Déogratias Nendumba, coordinador de una iniciativa oficial para ayudar menores que trabajan, explica: «El gobierno congoleño está bien al tanto de la situación de los miles de niños y niñas que abandonaron la escuela. En respuesta, lanzó una investigación a nivel nacional».

Los 35.000 menores que fueron encuestados, entre ellos más de 25.000 niñas, abandonaron las aulas entre 2011 y 2012 por diversos factores, como la pobreza, la guerra y el éxodo desde arias rurales.

«Esos niños tienen derecho a ser atendidos por la sociedad para poder crecer como adultos. Es una paradoja que tengan que cuidar a sus familias. Los que sí se quedan en la escuela muchas veces pierden su motivación tras ser expulsados por no pagar las cuotas», explica Nendumba a IPS.

Según estadísticas oficiales, el número de alumnos en todas las escuelas de la RDC, país con 71,7 millones de habitantes, fue de 3,1 millones para el año escolar 2011-2012, de los cuales solo 624.720 eran niñas.

«Frente al deterioro de la calidad de vida, tememos que habrá mucho menos estudiantes que terminen el actual año escolar (2012-2013)», advierte Mathieu Kembe, de la oficina de planificación y estadísticas educativas.

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