Una propuesta para iniciar un debate sobre la calidad de las patentes ha sido presentada ante la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI).
La ambigua expresión «calidad de las patentes» alude a un problema en aumento tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados: la utilización del patentado con fines monopólicos por grandes corporaciones que perjudica a los consumidores, a la competencia legítima y a la innovación.
En la mayoría de los casos las patentes son solicitadas y otorgadas para modificaciones parciales en tecnologías ya existentes. Aunque el valor intrínseco de la tecnología protegida por las nuevas patentes es bajo, ellas son a menudo usadas estratégicamente para crear o mantener posiciones monopólicas.
Una investigación de la Comisión Europea sobre la industria farmacéutica concluyó que presentar numerosas solicitudes de patente para el mismo medicamento es una práctica común para retardar o bloquear la entrada al mercado de medicamentos genéricos».
Los litigios por patentes se cuadruplicaron entre 2000 y 2007, y las compañías productoras de genéricos prevalecieron en 62 por ciento de los casos. Los gobiernos europeos y los consumidores pagaron alrededor de 3.000 millones de euros en exceso en el mismo período debido a abusos en el ejercicio de los derechos de patente.
Un estudio de la OMPI identificó alrededor de 800 patentes de ritonavir, un importante componente en el tratamiento contra el VIH/sida.
A fin de preservar una posición monopólica después de la expiración de las patentes básicas, las corporaciones farmacéuticas rutinariamente solicitan (y a menudo obtienen) patentes para derivados, formas de dosificación y nuevos usos de medicamentos existentes y de este modo reverdecen las patentes originales.
Las tecnologías de la información y de la comunicación también se han convertido en un campo de batalla. Miles de patentes concedidas a programas de computación y otras tecnologías son usadas para bloquear a competidores o para mantenerlos fuera del mercado con la amenaza de juicios costosos. Las empresas que no disponen de una amplia cartera de patentes tienen dificultades para sobrevivir.
Los departamentos de patentes en los países en desarrollo han seguido similares modelos en cuanto a los criterios de patentabilidad. Los programas de asistencia técnica, una labor de persuasión y la presión de los grupos empresariales han conseguido crear prácticas que transforman el sistema de patentes en un conveniente mecanismo de control y exclusión del mercado a favor de sus intereses.
Esta actividad de las empresas extranjeras no implica inversión productiva alguna ni una verdadera transferencia de tecnología en los países donde buscan la protección de sus patentes, ya que los abastecen principalmente mediante importaciones.
En este contexto, Canadá y Gran Bretaña presentaron al Comité Permanente sobre Patentes de la OMPI una propuesta para tratar la cuestión de la calidad de las patentes que comprende tres aspectos: el desarrollo de la infraestructura técnica, el intercambio de información sobre la calidad y el mejoramiento del proceso de otorgamiento.
La propuesta reconoce la existencia de un problema en el sistema de patentes, pero no enfrenta cuestiones críticas tales como los requerimientos para el patentado y otros conceptos del sistema de concesión de patentes.
Es necesario introducir importantes cambios en la concepción y en el funcionamiento del sistema, de manera que solamente recompense las contribuciones genuinas al progreso científico y tecnológico, en consonancia con los objetivos nacionales de desarrollo. Esos cambios incluyen:
Integrar los sistemas de patentes en las políticas nacionales de desarrollo, incluyendo el acceso a los medicamentos y a tecnologías ambientales válidas;
incrementar la capacidad disponible de los departamentos de patentes y de los tribunales para que puedan examinar adecuadamente las solicitudes y asegurar la realización de exámenes sustanciales;
proporcionar incentivos a los examinadores de patentes para que consideren objetivamente las solicitudes y disuadir una predisposición hacia la aprobación;
asegurar que el proceso de análisis de la inventiva tenga en cuenta los conocimientos de anteriores expertos disponibles en documentos escritos, así como los derivados de la experiencia práctica;
prevenir la proliferación de patentes resultante de prácticas ofensivas y defensivas que puedan bloquear la competencia legítima y el desarrollo de una capacidad innovadora local;
revisar las prácticas que condicionan el otorgamiento de patentes en base a presunciones cuestionables o ficciones legales;
distinguir claramente las invenciones de los descubrimientos; en los casos de materiales genéticos que se consideren patentables, la protección debe limitarse a las funciones debidamente comprobadas;
diferenciar los sectores en la aplicación de los estándares de patentabilidad; por ejemplo, deben aplicarse estándares más rigurosos para examinar las patentes farmacéuticas que los exigidos en otros sectores;
fortalecer los sistemas de oposición previos y posteriores al otorgamiento de patentes y mejorar la transparencia del sistema;
dar más poder a las autoridades en materia de competencia para tomar medidas efectivas en casos de adquisición indebida o abusos de los derechos de patente. (FIN/COPYRIGHT IPS)
* Carlos M. Correa es el asesor especial sobre comercio y cuestiones de la propiedad intelectual del South Centre, con sede en Ginebra.