Cuando Corea del Sur, una de las potencias emergentes de Asia, decidió organizar la muestra internacional Expo 2012 en la ciudad costera de Yeosu, eligió un tema que estuvo al tope de la agenda en la apenas concluida conferencia Río+20: los océanos.
Toda la Expo 2012, que se desarrolla hasta el 21 de agosto, se concentra en la protección de los recursos marítimos del mundo y en problemas como la sobrepesca, la contaminación química y el recalentamiento de los océanos.
Por accidente o deliberadamente, ese fue uno de los pocos temas donde se registró cierto avance en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, conocida como Río+20, realizada entre el 20 y el 22 de junio en Río de Janeiro.
Nathalie Rey, asesora política sobre océanos de la organización Greenpeace Internacional, dijo a IPS que uno de los pocos resultados de Río+20 fue un consenso para elaborar un plan de rescate de los mares abiertos.
"Frente a las señales de alarma dadas por científicos sobre la necesidad de proteger los océanos, Río las apagó aceptando una iniciativa para (trabajar por) un acuerdo en el marco de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) destinado a proteger la vida marina en alta mar", explicó.
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El abrumador apoyo de la mayoría de países -incluyendo a Brasil, Sudáfrica, Argentina, las islas del Pacífico y algunos miembros de la Unión Europea- a esta iniciativa no fue suficiente para afrontar la oposición de un puñado de naciones, agregó.
Esa oposición estuvo liderada por Estados Unidos, con el respaldo de Canadá, Rusia, Japón y Venezuela. Estos países lograron bloquear el acuerdo en Río de Janeiro, dijo Rey a IPS.
En vez de adoptar un acuerdo en la propia conferencia, los gobiernos pospusieron la decisión para dentro de otros dos años y medio, dejándola en manos de la Asamblea General de la ONU.
"Cada día demoramos un acuerdo para rescatar los océanos, y los llevamos a puntos críticos, socavando su salud y el futuro de millones de personas que dependen de ellos para comer y para trabajar", señaló Rey.
Esos países que obstaculizaron el acuerdo en Río de Janeiro deberían dejar de defender intereses económicos de corto plazo y unirse al resto del mundo en los esfuerzos para proteger los mares abiertos y así beneficiar a las futuras generaciones, añadió Rey.
En el pabellón de la ONU en Yeosu, unas 20 agencias del foro mundial y organizaciones internacionales exponen su trabajo colectivo para ayudar a proteger los océanos y los recursos marítimos del planeta.
Bajo el tema: "Océanos y costas: Conectando nuestras vidas, asegurando nuestro futuro", la ONU subraya las varias contribuciones hechas por la vida marina a los seres humanos, incluyendo la biodiversidad, la seguridad alimentaria y la energía renovable.
"Lo que sabemos es que los océanos son frágiles y que hay muchas señales de que los ecosistemas marinos están experimentando un cambio ambiental sin precedentes debido a las actividades humanas y el cambio climático", alerta el foro mundial.
La recorrida por el pabellón de la ONU termina con el "Muro de las promesas", donde los visitantes pueden dejar constancia de su compromiso a proteger los océanos y las costas de la Tierra.
Mientras, en una declaración emitida al término del encuentro en Río de Janeiro, la Alianza para Alta Mar destacó que los océanos recibieron "un nivel de atención sin precedentes durante la conferencia de Río+20, convirtiéndose en uno de los temas de mayor visibilidad y la última parte del texto en ser resuelta".
En contraste con la Cumbre de la Tierra, celebrada también en Río de Janeiro en 1992, la atención el mes pasado fue significativamente mayor y motivó un acalorado debate en las negociaciones.
"Algunos de los resultados sobre océanos fueron positivos, en tanto que otros se quedaron cortos respecto de lo que los científicos marinos y activistas esperaban. No obstante, fue un año de avances para la conservación de 70 por ciento de nuestro planeta", destacó la Alianza.
Aunque gran parte del texto es una reafirmación de compromisos preexistentes, Susanna Fuller, coordinadora de la Alianza, destacó: "Si Río+20 no logra nada más, al menos marcará el fin de las promesas vacías y el comienzo de una acción fuerte en materia de océanos".
La Alianza identificó seis acciones clave a nivel nacional e internacional.
Estas son: cumplir una resolución de la ONU contra la pesca de arrastre, poner fin a la sobrepesca, suspender las capturas en algunas zonas hasta que se renueven las existencias, obligar a los organismos regionales de pesca a rendir cuentas ante la ONU, eliminar a nivel nacional los subsidios a la pesca industrial, cerrar puertos donde se realizan capturas ilegales y crear áreas protegidas.
El profesor Alex Rogers, del Programa Internacional sobre el Estado de los Océanos, afirmó: "Nunca tendremos el futuro que queremos sin los océanos que necesitamos".
"Tenemos que usar Río+20 para trazar un puente entre el discurso y la acción. Todas esas decisiones son urgentes importantes, y son medidas que cambian el juego y deben ser implementadas de inmediato por los gobiernos", afirmó.