Responsables del sector financiero de varios países asumieron el compromiso de incorporar el concepto capital natural en sus productos y servicios para defender un patrimonio que, según entienden, necesita un precio para impedir más devastación.
La "Declaración de Capital Natural" fue firmada por 37 ejecutivos de instituciones bancarias, compañías de seguros y de agencias de inversiones de 13 países durante el Foro Corporativo Sustentable, promovido por la Organización de las Naciones Unidas como una de las actividades paralelas a la cumbre Río+20.
El objetivo es entender y hacer entender que "activos" como el agua, el aire, el suelo y los bosques son un "capital fundamental" y advertir cómo esos recursos afectan los negocios de las empresas, explicó a TerraViva la coordinadora del Programa de Financiamiento Sostenible de la Fundación Getulio Vargas (FGV), Roberta Simonetti.
Las instituciones se proponen, en una segunda instancia, implementar una metodología para incorporar el valor de esos activos en los productos y servicios, y luego habrá que establecer cómo reflejar el impacto en los informes de riesgo para, finalmente, contabilizarlo, explicó.
La declaración sobre el capital natural es promovida por la FVG, la Iniciativa Financiera del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y Global Canopy Programme.
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Simonetti precisó que la expresión capital natural fue "tomada prestada" del mundo económico. De la misma forma que un inversionista quiere preservar su patrimonio y vivir de la ganancia que le genera, el desafío es ahora no depredar recursos naturales para obtener un beneficio, apuntó.
"Lo que proponemos es construir colectivamente una metodología que no fue creada todavía. Pero, al adherir a la declaración, se reconoce la importancia del capital natural y que se intenta entender los riesgos y cómo impactan, cómo informarlo y cómo calcularlo", resumió.
La experta brasileña destacó, además, que hay compañías que ya evalúan ecológicamente sus negocios por su propio interés empresarial.
"Lo ideal sería que todos fuésemos altruistas, que reconozcamos que estamos usando más de lo que debemos, dilapidando el patrimonio del planeta, y que aceptemos que no queremos aumentar las producción", indicó. Pero existen intereses diversos y eso no es posible, razonó.
Hasta ahora prevalece el concepto empresarial.
Simonetti dio el ejemplo de una empresa de bebidas ubicada en regiones donde no hay disponibilidad de agua suficiente, por lo cual no podría continuar su negocio. La única alternativa que le queda en ese caso es pensar cómo ayudar a mantener los manantiales y el patrimonio hídrico del lugar, ilustró.
Sin embargo, este modelo es criticado por organizaciones sociales participantes de la Cumbre de los Pueblos en Río+20 por Justicia Social y Ambiental.
Expertas como Larissa Packer, de la organización Terra de Dereitos, temen que al darle un valor financiero a un recurso natural, en vez de cumplir su función de conservar la naturaleza, estimule la depredación. Es que, según esa lógica, un bien cuanto más escaso, más valioso.
Para Simonetti, las críticas se deben a que el concepto de capital natural es "malentendido". "No es vender la naturaleza, sino que es entender que un servicio ecosistémico tiene un valor y que, si por ejemplo un hacendado conserva la floresta (bosques), tiene que tener una compensación para sobrevivir sin talarla", argumentó.
En entrevista con TerraViva, el vicepresidente de Desarrollo Organizacional y Sustentabilidad de Natura, Marcelo Cardoso, consideró necesaria e importante la discusión, aunque tiene reparos.
"Como los recursos naturales son un bien común, me parece fundamental la valoración de los servicios ambientales y de los ecosistemas, pero creo que todavía tenemos que discutir límites y marcos legales", sostuvo el ejecutivo de esta empresa multinacional brasileña de cosméticos, pionera en la producción sustentable en este país.
En ese sentido, Cardoso entendió la inquietud de las organizaciones sociales sobre estos activos.
"Existen sistemas como el del agua o la cuestión de los residuos que, si no ponemos claros límites a su utilización, si no buscamos ciclos cerrados, y si solo se hace una valoración sobre los servicios ambientales y su uso, vamos a terminar creando más devastación y destrucción que lo que queremos construir", advirtió.
Por su parte, Ricardo Villaveces, de la colombiana Confederación Nacional de Cafeteros, sostuvo que, "en la medida en que los activos ambientales tengan valor, todos los vamos a cuidar".
"Pero también vamos a beneficiarnos de ellos, porque parte del tema es que hay que lograr un ingreso por los servicios ambientales", señaló a TerraViva este directivo empresarial, uno de los 37 firmantes de la Declaración de Capital Natural.