Sentado debajo de un árbol, el biólogo Zozo Bazomba aplaude el constante flujo de visitantes al centro Acción Naturaleza y Medicina de la comuna de Bumbu, en República Democrática del Congo. Aquejados por alguna dolencia, llegan a buscar sobrecitos con polvo de hojas de moringa.
Acción Naturaleza y Medicina trata de promover los beneficios para la salud de las hojas y las semillas del árbol de Moringa oleífera en este país. La organización no gubernamental tiene una plantación de 10 hectáreas en Mingadi, en la occidental provincia de Bas-Congo.
Jean-Baulin Mbo, de 68 años, sufrió una apoplejía, y sostiene que el consumo regular de hojas de moringa es lo que lo mantiene vivo.
"Me habitué a comer moringa desde que la descubrí. Suelo tomar el polvo en infusión, con avena, con leche o con refrescos", dijo a IPS.
Las personas que sufren diabetes, presión alta o no están bien alimentadas también recurren a la moringa.
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En la unidad de nutrición del Centro de salud Libondi, Eric Kiambi está maravillado con los resultados que el uso de esa planta tiene en niñas y niños desnutridos.
"Antes estábamos sobrepasados con la cantidad de niños que teníamos que atender mientras esperábamos la leche de soja de nuestros donantes. Pero ahora, con la moringa, albergamos a unos 20 niños desnutridos", dijo el nutricionista a IPS.
"La moringa se volvió un elemento básico en numerosos hogares", dijo Vénantie Wabo, otra empleada del centro. "Es una alternativa en casos de déficit de micronutrientes. Solo con moringa en polvo, uno puede recuperar rápidamente la salud de un niño que sufre hasta de una desnutrición aguda", explicó.
Anne Biyela llevó a su nieto de ocho años, Nkanza, a ese centro.
"Cuando llegamos, mi nieto tenía los pies hinchados (señal de la enfermedad de kwashiorkor, una severa deficiencia proteica en niños). Mucha gente pensó que no sobreviviría ni una semana. Pero unas gachas diarias con polvo de moringa realmente lo ayudó, y ahora está bien", relató.
"El centro nos alienta a usar hojas de esa planta como verdura en todas nuestras comidas para mantener la salud de la familia", apuntó.
Clotilde Kasowa, misionera franciscana que tiene un orfanato en la comuna de Kintambo, en Kinshasa, dijo a IPS que ahora ninguno de los niños tiene anemia gracias a los complementos de moringa.
"Toman las hojas de moringa con su pondu (popular platillo congoleño de hojas de mandioca), y el polvo con la leche y el té", relató.
"Es mucho mejor que la soja. También vendemos polvo de moringa. Un sobrecito de 75 gramos cuesta 2.500 francos congoleños" (unos 2,5 dólares), precisó.
Huguette Ifoto, responsable de la cocina del orfanato, dijo que atendían a casi 70 niños y niñas huérfanos, pero solo quedaron 27 después de que los otros mejoraron gracias a la ingesta de hojas nutritivas.
La moringa también sirve para proteger la salud de las personas con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida.
El hijo de Marie Tsimba es portador del virus y padecía una grave desnutrición. "Mis amigos me dijeron que le pusiera hojas de moringa en todas sus comidas. Y 45 días después, los resultados fueron excelentes, y ahora está bien", relató.
Jean Lukela, coordinador de una red de organizaciones comunitarias y grupos de apoyo para personas con VIH/sida, dijo que hay muchas historias similares.
"La moringa es un buen complemento para cualquier medicamento antirretroviral. Cuando los fármacos no estaban disponibles, le decíamos a la gente que comiera las semillas para fortalecer su inmunidad", indicó.
"De hecho, todavía le decimos lo mismo a la gente que tiene el virus", añadió.