Explosivos, bombillas de luz de alta potencia, redes de monofilamento y veneno son algunos de los métodos que los pescadores usan en las costas de Ghana.
Los peces escasean. "Antes, el bote estaba lleno. Ahora no se consiguen peces como antes", dijo Thomas Essuman, que con 20 años es todo un veterano de los mares que rodean la sudoccidental ciudad de Takoradi- Sekondi.
Mientras las reservas pesqueras continúan en declive en esta nación del occidente de África, quienes dependen del mar para sobrevivir no tienen opción.
"Si uno no usa esas cosas, las redes quedan vacías", dijo Essuman.
Según él, muchos usan luz para atraer a los peces. Otros emplean el pesticida DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano) para envenenarlos, o dinamita para matar a grandes cantidades.
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Los pescadores saben que estas prácticas son dañinas, señaló Essuman.
"Destruirán el país, porque la pesca trae vida. Si uno arruina el mar, los peces no vienen, y entonces ¿cómo ganará dinero?", planteó.
Samson Falae, quien pesca en el occidente de Ghana desde hace 30 años, dijo que la dinamita asusta a los peces, haciéndolos nadar hacia aguas más profundas, y los dueños de embarcaciones tienen que usar cada vez más combustible para seguirlos.
"Si uno va muy lejos y no captura suficientes peces, al día siguiente no puede darse el lujo de ir" de nuevo, dijo Falae.
Ghana divulgó regulaciones pesqueras en 2010, prohibiendo muchas de estas prácticas tan comunes. Las normas también restringen el tamaño de las mallas y los tipos de redes, áreas donde la pesca está permitida y dimensiones de peces que se puede capturar.
Según Alex Sabah, director del Departamento de Pesca en la región occidental del país, las existencias pesqueras corren el riesgo de colapsar. Se estima que hay unas 200.000 piraguas en el país, mientras los pescadores se esfuerzan por alimentar a una población cada vez más grande.
Actualmente, para poder pescar, las embarcaciones se internan tres veces más lejos en el mar que hace 10 años.
Capturan peces pequeños, que sirven como alimento a especies más grandes, lo que está diezmando áreas delicadas como los estuarios. Apenas una de 30 especies pesqueras comunes en aguas de Ghana no se considera amenazada, dijo Sabah.
"Están destruyendo las reservas. Y si estas colapsan Es mejor padecer ahora el pequeño dolor de la regulación que el dolor más grande luego", opinó.
"Estamos viviendo un infierno para frenar esto", añadió.
Poco después de aprobadas las regulaciones, funcionarios pesqueros, la policía y la armada iniciaron una campaña en la que efectuaron arrestos, confiscaron equipamiento y presentaron cargos.
Los pescadores no vieron las nuevas medidas con buenos ojos, y la situación se deterioró hasta desembocar en episodios de violencia y manifestaciones.
"Hubo enfrentamientos con la armada. Arrestamos a varios de ellos y los llevamos a la justicia", dijo Sabah.
Según él, la aplicación de las regulaciones se ve obstaculizada por la falta de voluntad política y, a veces, por la interferencia de políticos ávidos de votos de los millones de electores que dependen de la pesca en esta nación de 25 millones de habitantes.
Varios políticos telefonearon al departamento y ordenaron frenar los esfuerzos de hacer cumplir las normas, dijo Sabah.
"En esa situación, estamos indefensos", agregó.
Sabah planteó que la introducción de regulaciones se debería haber manejado de un modo diferente, y que están trabajando en una nueva estrategia. El departamento tiene que hacer más por educar a los pescadores sobre los efectos de las prácticas ilegales y lograr que apoyen los esfuerzos de conservación, dijo.
El sector pesquero sostiene a millones de habitantes de África occidental, equivalentes a la cuarta parte de la fuerza laboral, según la no gubernamental Fundación para la Justicia Ambiental, con sede en Londres.
Según esa entidad, las existencias pesqueras están en peligro porque embarcaciones extranjeras realizan capturas ilegales en la zona.
La organización estima que África subsahariana pierde alrededor de 1.000 millones de dólares anuales por culpa de la pesca ilegal.
Pero Sabah no atribuyó todos los problemas de Ghana a los barcos extranjeros. "Nuestros pescadores usan los procedimientos equivocados", señaló.
Kofi Agbogah, subdirector y coordinador de programas en el Centro de Recursos Costeros de Takoradi-Sekondi, dijo que las medidas de regulación tienen que incluir a los pescadores y establecer "condiciones habilitantes" para su actividad.
"Ellos entienden los problemas y saben que algo debe ocurrir", dijo Agbogah, cuya organización implementa un programa de Usaid (Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) sobre gobernanza costera y pesquera.
"Pero si algo ocurre, ¿conseguirá el pescador alimentos que comer mañana por la mañana? Una vez que se le retire la red, el muchacho estará preparado para morir", sostuvo.