Después de dar por cerrado el asunto de la guerra de Iraq, ahora se desvela progresivamente otro gran objetivo de Israel: atacar a Irán, con la disculpa de su posible producción de armas atómicas (¿y Pakistán, y China, y la India
, en los que ya no es posible sino un hecho la posesión de bombas nucleares?).
Hace años que los grandes productores de armamento y de petróleo (ambos integrantes del gran dominio del mundo) están buscando enfrentarse a Irán, como también lo hicieron hace unos años, recurriendo a argumentos falsos, con Iraq. No es ninguna casualidad que las reservas de petróleo de Irán sean tan grandes como las de Arabia Saudita o incluso puedan ser superiores.
Puesto que Israel no necesita hablar con el Pentágono para convencerlo, porque está en el Pentágono, empieza a preocupar que suceda algo parecido a lo acontecido en 2003: noticias y más noticias sobre las malvadas intenciones de los gobiernos de estos países hasta que, sin permiso del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, se decida la acción militar.
Pero en 2012 las cosas no sucederán como en 2003, cuando todo el mundo era espectador impasible, amedrentado, silencioso. Ahora millones de personas, de forma presencial o virtual, reaccionarían en contra.
Todos juntos podemos, en poco tiempo, terminar con estos abusos intolerables, de los que después normalmente no se pasan cuentas: muertos, mutilados, desplazados
No: la gente ya no debe permitir más estos siniestros abusos de poder. Ya no podemos permanecer como espectadores. Ha llegado el momento de levantar la voz.
El G-8 y el G-20 (los países más ricos de la Tierra) han demostrado su incapacidad para la gobernación mundial, incluida la económica. Es precisa y apremiante una refundación de las Naciones Unidas.
Solo el multilateralismo permitiría, a través de la palabra y la intermediación, evitar las confrontaciones armadas, procediendo a una regulación inmediata y a una posterior supresión de las armas atómicas. La humanidad no debe vivir ni un día más bajo la amenaza nuclear. Es, como la muerte por inanición, una vergüenza colectiva.
Estos son los auténticos problemas y no las fluctuaciones especulativas de las bolsas. Estos son problemas que afectan a la humanidad en su conjunto. Estos son los auténticos desafíos.
Una crisis sistémica requiere cambiar el sistema, es decir, conferir el poder y la iniciativa a la sociedad y volver a orientar la acción política mediante los principios democráticos tan bien expresados en el preámbulo de la Constitución de la UNESCO y no mediante los mercados, tanto a escala local y regional como global.
De esta forma, podría procederse a la urgente refundación de un Sistema de Naciones Unidas fuerte y con la autoridad moral que solo poseen aquellas instituciones capaces de reunir a todos los países del mundo sin exclusión.
Las ambiciones hegemónicas que condujeron a pretender gobernar el mundo desde agrupaciones plutocráticas de siete, ocho o 20 países, deben dar ahora paso, como respuesta al clamor mundial que sin duda se producirá en poco tiempo, a la cooperación multilateral.
He escrito ya en varias ocasiones diversas fórmulas para que tanto la nueva Asamblea General como los Consejos de Seguridad (al actual se añadirían el Consejo de Seguridad Socioeconómica y el Consejo de Seguridad Medioambiental) permitieran el pleno desempeño de las funciones que, especialmente cuando la gobernanza global así lo exige, requieren disponer de estructuras internacionales adecuadas.
Después de la intolerable e inmoral intervención en Iraq, el poder cívico mundial deberá ahora oponerse con especial firmeza a otras aventuras de esta naturaleza y muy especialmente a la que tendría a Irán como objetivo, tanto por razones geoestratégicas (espoleadas por Israel) como por las fabulosas reservas de oro negro.
Para los problemas que pueda plantear Irán, o los que ya plantean Yemen y Siria, la sola solución aceptable es como hubiera sido en el caso vergonzoso de Libia la intermediación de las Naciones Unidas como único interlocutor, contando con el respaldo del mundo entero.
¿Hemos reflexionado sobre las horrendas cifras que arroja el balance de la intervención en Iraq? ¿Hemos pensado en los cinco millones de desplazados, en los miles de mutilados y muertos? ¿Hemos revisado quién explota ahora los pozos petrolíferos? Los pueblos ya no tolerarán en el futuro atrocidades de esta naturaleza.
Es cierto que los republicanos de los Estados Unidos, que tanto siguen influyendo en la política de su país, redoblan sus esfuerzos iniciados en la década de los 80 para la demolición del Sistema de las Naciones Unidas.
Abandonaron la UNESCO en 1984, luego regresaron cuando invadían Iraq. Ahora intentan de nuevo paralizarla no pagando las cuotas correspondientes porque la organización ha decidido admitir al Estado Palestino en su seno, haciendo uso de la autonomía que le confiere la Conferencia General.
Tratan con denuedo de activar el G-20, el G-8 y el G-2 (!) al mismo tiempo que vuelven la espalda a la cooperación multilateral. Pero serán los últimos coletazos de un sistema en total declive. (FIN/COPYRIGHT IPS)
* Federico Mayor Zaragoza, ex director general de la UNESCO, presidente de la Fundación Cultura de Paz y presidente de la agencia IPS.