Es media mañana y la temperatura ya alcanza 27 grados. Pero eso no impide que Kimberly Stewart y los 50 voluntarios que la acompañan lleven a cabo su ejercicio mensual de limpieza de Keys Beach, donde anidan tortugas marinas.
Nacida en Estados Unidos, Stewart llegó a San Cristóbal y Nieves en 2002 para asistir a la Escuela de Medicina Veterinaria de la Ross University. Voluntaria de larga data en proyectos vinculados con las tortugas, se integró al cuerpo docente de esa institución luego de terminar sus estudios en 2006.
Stewart aunó esfuerzos con el Departamento de Pesca y el Fondo Nacional para crear la Red de Monitoreo de las Tortugas Marinas de San Cristóbal.
Entre marzo y julio de cada año, entre 40 y 65 tortugas laúd (Dermochelys coriacea) hembras llegan a Keys Beach para desovar. Esta especie puede viajar hasta 19.000 kilómetros entre sus lugares de anidación y de alimentación.
Stewart dijo a IPS que le preocupa cada vez más la pérdida de playas de anidación en este estado caribeño, y cree que el cambio climático es una de las causas de este fenómeno.
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"En el último par de años hemos tenido una mayor erosión. Esa es una de nuestras principales preocupaciones y la estamos vigilando muy de cerca", señaló.
"Tenemos ubicados todos nuestros nidos por coordenadas según el GPS (siglas en inglés de sistema de posicionamiento global), para poder mirar atrás luego de varios años y determinar si estamos perdiendo playas", explicó.
A Stewart también le preocupa que temperaturas más elevadas puedan producir alteraciones en la población de tortugas marinas, dado que el sexo de estos animales está determinado por la temperatura.
"Al momento del desove, los huevos no son ni machos ni hembras. Esto es determinado por la temperatura de incubación: las elevadas producen más ejemplares hembras, y las más bajas producen machos", explicó.
Esta federación integrada por dos islas, como muchos otros estados insulares del Caribe y de la región de Asia Pacífico, no tiene corrientes, ríos o grandes superficies de agua dulce. Por este motivo, nadie se molesta en introducir la acuicultura en este país, con unos 50.000 habitantes y una economía principalmente dependiente del turismo, la industria y las finanzas offshore.
O por lo menos así fue hasta que llegó Barrington Brown, un empresario jamaiquino que creó la Granja Pesquera Conaree, conocida por su acrónimo Snapper (Proyecto Piloto de Acuicultura sobre Investigaciones Ambientales de San Cristóbal y Nieves). Allí cría tilapias de agua dulce en agua de mar. La iniciativa es la primera de su clase en la región.
Brown también señala al cambio climático como el causante de problemas que ahora padece Snapper, que opera en Conaree Beach, a un kilómetro y medio de Keys Beach. Ambas playas están en la costa Atlántica de la isla.
El proyecto Snapper utiliza una bomba de tres caballos de fuerza para extraer agua a 320 metros de distancia en el océano. Luego se usa para alimentar varios estanques artificiales donde se crían las tilapias. Lleva nueve meses que los peces estén listos para el mercado, cuando pesan aproximadamente medio kilogramo cada uno.
Pero las algas del mar de los Sargazos, que inundan las playas de esta y otras partes del Caribe, obstruyen las cañerías por las que ingresa el agua, lo que obliga a Brown y a sus empleados a nadar en las peligrosas aguas del Atlántico para destaparlas.
"También hemos comprobado que en el arrecife no hay vegetación verde, está todo marrón", dijo a IPS.
"Tuvimos que investigar un poco y descubrimos que eso es porque, debido al cambio de temperatura, las algas (de sargazo), que necesitan luz solar para crecer, se desprenden del lecho marino", señaló.
Brown dijo que pescadores que habitualmente recolectaban musgos marinos en el área no han podido hacerlo en los últimos tres años, y agregó que muchos de quienes pescaban en esa playa ya no tienen peces que capturar.
Por su parte, Stewart describió a las algas de sargazo como una parte natural del ambiente, e indicó que los voluntarios que integran su equipo de limpieza solamente las quitan si plantean una amenaza para las tortugas recién salidas del cascarón.
"Solo quitamos restos de plástico o de metal dejados aquí por seres humanos. El sargazo no supone un peligro para las tortugas marinas, y en realidad muchos de los pájaros que anidan en esta playa se alimentan del mismo", dijo a IPS.
La trabajadora religiosa Althea Spencer dijo a IPS que las autoridades no hacen lo suficiente para educar a la población sobre las consecuencias del cambio climático en el ambiente de San Cristóbal y Nieves, y que la gente no parece preocuparse demasiado por el asunto.
"Creemos que esto es algo que ocurrirá dentro de 100 años. No lo vemos como algo que nos afectará ahora, así que nadie se preocupa realmente por esto", declaró.
El británico Departamento para el Desarrollo Internacional asignó 119 millones de dólares al Caribe desde 2011 y hasta 2015. San Cristóbal y Nieves espera beneficiarse de programas regionales diseñados para ayudar al Caribe a prepararse para reducir el riesgo del recalentamiento planetario y los desastres asociados.
En octubre de 2011, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe completó una evaluación del impacto económico del cambio climático en los sectores costero y marino de San Cristóbal y Nieves.
El informe señaló que este país emite mínimos gases de efecto invernadero, pero alertó que será muy afectado por el recalentamiento global y que se centra en las estrategias de adaptación y no de mitigación.
Las opciones sugeridas incluyen potenciar el control de todas las aguas costeras para recolectar una variedad de datos, incluidas la temperatura y salinidad del agua, para las alertas tempranas. Y también introducir arrecifes artificiales o aparatos que agrupen peces, así como atracciones turísticas alternativas; brindar nuevos cursos para los trabajadores desplazados del turismo; y cumplir con las pautas recomendadas de diseño de nuevas estructuras turísticas para ajustarse a la velocidad de los vientos.