La severa sequía que causó estragos en varios países del Caribe hace dos años llevó a algunos gobiernos de la región hacia nuevas estrategias para evitar que se repita el racionamiento de agua y otras restricciones que perjudicaron a la población.
"Lanzamos un programa destinado a la gestión de cuencas, que incluye prevenir la deforestación, las actividades agrícolas y el uso de químicos en zonas protegidas, así como limitar en general las actividades humanas en esas áreas", indicó Bernard Ettinoffe, gerente de la Compañía de Agua y Saneamiento de Dominica (Dowasco, por sus siglas en inglés).
"También lanzamos programas en escuelas y comunidades para crear conciencia sobre la necesidad de conservar el agua y en los últimos tiempos comenzamos a considerar un enfoque integrado de gestión de recursos hídricos", dijo Ettinoffe a IPS.
Dominica, como otros países, experimentó una disminución del caudal de ríos y arroyos, pero esta república isleña, también conocida como "isla natural del Caribe", todavía se jacta de la abundancia de agua dulce de buena calidad que posee, indicó Ettinoffe.
"Si bien se tomaron medidas para preservar los recursos para las generaciones futuras, el riesgo de que no haya agua o de que el suministro sea inadecuado en las próximas décadas es mínimo", añadió.
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El estado insular vecino de Antigua y Barbuda registró más precipitaciones que lo normal en los últimos 12 meses.
"Nuestros recursos hídricos superficiales están en su máxima capacidad", dijo a IPS el gerente de agua de la Autoridad de Servicios Públicos de Antigua y Barbuda, Ivan Rodrigues.
A pesar de que las precipitaciones aumentaron, un meteorólogo de ese país advierte que no se ha almacenado suficiente agua de lluvia.
"Siempre creí que necesitábamos más superficie de almacenamiento para captar y mantener más cantidad de agua de lluvia que la que tenemos ahora", indicó Keithley Meade, director de Servicios Meteorológicos de Antigua y Barbuda.
"El agua de lluvia ni siquiera llega a los acuíferos, pues se escurre muy rápido. Es un aspecto en el que debemos mejorar", dijo a IPS.
Aun con el mayor interés puesto en la gestión del agua, las limitaciones económicas impidieron que representantes de las pequeñas islas del Caribe participen en el 6 Foro Mundial del Agua, que se lleva a cabo en la sureña ciudad francesa de Marsella desde el lunes 12 al sábado 17.
A pesar de su ausencia, los países del Caribe pretenden seguir de cerca la reunión, que se propuso el ambicioso objetivo de pasar a la historia como el foro que encontrará soluciones sobre la base de la apertura y el intercambio.
"Dowasco, con certeza, seguirá de cerca la reunión y espera revisar las conclusiones y las recomendaciones", indicó Ettinoffe, quien añadió que se presta especial atención al cambio climático.
"La variabilidad y el cambio climático son reales en Dominica, al igual que en muchos otros países. Tenemos lluvias de mayor intensidad y también ocasionales periodos de creciente sequedad, ambos plantean desafíos con los que hay que lidiar", añadió.
"Las lluvias más intensas producen más sedimentación en los arroyos y ríos y una mayor necesidad de tratar el agua y, a veces, hasta de cortar el suministro. En los periodos más secos, siempre se necesita prudencia y conservación", añadió.
Otro problema para las islas del Caribe es la salinización del agua dulce subterránea.
"Tanto Antigua como Barbuda son dos islas pequeñas. Nuestros manantiales están cerca de la costa y nos preocupa mucho la salinización de este recurso", por sobreexplotación o por el aumento del nivel del mar, indicó Rodrigues.
"Nuestros planes incluyen la recarga artificial, reducir la explotación en algunas áreas, buscar agua en el interior del territorio y mejorar los sistemas de control", añadió.
"También aumentamos la capacidad instalada para desalinizar agua en Antigua y haremos lo mismo en Barbuda", puntualizó.
Pero esa mayor capacidad no cubrirá las necesidades del país, que actualmente utiliza 20 por ciento del agua superficial y 10 por ciento de la subterránea.
El director de programa del Instituto de Salud Ambiental del Caribe, con sede en Santa Lucía, Christopher Cox, sostiene que el aumento del nivel del mar y la salinización son motivo de preocupación en otras partes de la región.
"Sabemos que en Bahamas, Barbados y San Cristóbal, los acuíferos costeros sometidos a una extracción excesiva absorben agua salada del mar y esta se deposita debajo de la dulce", dijo a IPS.
"A medida que se extrae agua dulce, ingresa más agua salada. Si el nivel del mar se eleva, también lo hará la interfaz salina, o avanzará tierra adentro, por lo que será más probable que las napas de agua dulce se contaminen con agua salada", explicó.
El Caribe es muy vulnerable en recursos de agua dulce, dijo Cox, que atribuye el problema a la influencia humana.
"No se trata solo de cortar los árboles, también se reduce la disponibilidad de agua cuando se la contamina. Por ejemplo, en Antigua hay muchos conflictos por el uso de la tierra, y algunos cuerpos de agua reciben contaminación directa de los hogares o de otro tipo de actividades, ya sea agricultura o empresas comerciales", añadió.
Cox también mencionó problemas de disponibilidad de agua en zonas rurales de Santa Lucía, Jamaica y Trinidad y Tobago.
Si se yuxtaponen estos problemas con los que genera el cambio climático, a causa del cual se pronosticó que en el Caribe, y en especial en la porción más oriental, el promedio anual de lluvias podría disminuir entre 30 y 50 por ciento, las temporadas secas serían más severas, lo que acarrearía problemas de suministro.
Lentamente, los gobiernos del Caribe se plantean el concepto de la gestión integrada de recursos hídricos. Jamaica es de los más avanzados en la materia, indicó Cox.
"Los gobiernos actúan con lentitud para poner en práctica fuertes políticas de protección hídrica. El mayor problema es que la población del Caribe cree que el agua es gratis", añadió. "Pero hacerla potable tiene un costo. En esta región, el agua no tiene la importancia que merece".