Cuando el huracán Luis, de categoría cuatro en una escala de cinco, azotó la diminuta isla caribeña de Anguila, en septiembre de 1995, sus fuertes olas erosionaron todas las playas y dejaron vastas áreas costeras alfombradas de plantas marinas y desechos de arrecifes de coral.
Cuatro años después, el huracán Lenny empeoró la situación, al ahondar la erosión de las áreas costeras de tal forma que todavía no han podido recuperarse.
El director de la División Ambiental, Karim V. D. Hodge, señaló a IPS que la actual pérdida de litoral es una dura evidencia de que Anguila sufre el impacto del cambio climático.
"La playa de la bahía de Shoal se ha visto muy perjudicada por el mar de fondo en los últimos tres años. Una empresa resultó muy afectada por sus consecuencias. Perdimos unos buenos nueve metros de playa, solo por las oleadas", dijo.
También mostró lo que antes fue una famosa playa con un popular restaurante, devastada por las consecuencias del avance del mar.
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"Solían haber unos buenos nueve metros de arena blanca. Ahora casi que tienen el mar en la puerta y los cocoteros comienzan a caer en el agua", indicó Hodge.
Un muelle de la zona de la bahía de Cove, en la costa sur de Anguila, se derrumbó muy cerca de lo que alguna vez era una playa.
"Entre la bahía de Cove y la de Maunday solían haber unos nueve o 12 metros de dunas, la principal vía de acceso a esta última. Pero ya no hay dunas, eso es un ejemplo del impacto que tuvo la erosión causada por los huracanes y el mar de fondo", subrayó.
Al igual que para la mayoría de sus vecinos del Caribe angloparlante, las playas de Anguila son esenciales para su bienestar social, económico y ambiental, señala el estudio "Ambiente y desarrollo de litorales en regiones costeras e islas pequeñas" (http://www.unesco.org/csi/csiinf.htm), de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco),
Las playas también protegen la tierra de la acción de las olas, en especial en la temporada de huracanes en el océano Atlántico (de junio a noviembre), ofrecen un importante recurso recreativo para turistas y para los lugareños y constituyen el hábitat de plantas y animales costeros, donde, por ejemplo, anidan las tortugas marinas.
Además son una fuente de grava para la construcción, una parte estéticamente muy valorada, y con alto valor cultural y ambiental.
Este territorio autónomo británico de ultramar, de 235 kilómetros cuadrados y 15.000 habitantes, situado en el extremo norte de las islas de Barlovento, en las Antillas Menores, viene luchando en dos frentes: capacitación y desarrollo de una política contra el cambio climático a largo plazo, además de enfrentar las coyunturales ambientales.
"Nos aseguramos la capacidad de los recursos humanos", indicó Hodge. "Lo anticipamos, el gobierno fue proactivo. Entrenó gente del Departamento de Ambiente con las habilidades requeridas, un ingeniero costero y otra persona más en gestión de la zona y en cuestiones de cambio climático y de desarrollo sustentable", apuntó.
"Eso es desde el punto de vista de los recursos humanos, pero también buscamos fondos para poder investigar y recoger datos que nos ayuden a atender los desafíos costeros", agregó
También fue redactado un proyecto de una política estratégica sobre cambio climático para la isla, tras las consultas nacionales realizadas entre 2008 y 2010. Pero el plan todavía debe ser aprobado por el gabinete gubernamental.
Pero Hodge, uno de los tres autores del documento, se lamenta de que las agencias estatales avancen tan lentamente en la puesta en marcha de una ley que permita que Anguila reciba fondos que le permitan mitigar los efectos del cambio climático.
"Hay un asunto clave que no ha hecho Anguila. Tener una norma clara, la Ley de Protección Ambiental, que trata sobre cambio climático y que contenga los medios para que Anguila permita que Gran Bretaña amplíe la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático a esta isla", explicó.
"Esa ley está pendiente por problemas internos entre algunas agencias clave y que deben ser resueltos. Es una lástima. Si se hubiera hecho, habríamos podido conseguir y garantizar los fondos", añadió.
El presidente de la Oficina de Energía Renovable de Anguila (http://www.anguillareo.org/), David Carty, coincidió con este análisis, y dijo a IPS que siempre le preocupó que la isla no hubiera tenido mayor dinamismo y conciencia del ambiente en la gobernanza, aun antes de que la cuestión del cambio climático apareciera en el radar.
"A la mayoría de la gente le importa un rábano el cambio climático. Ojos que no ven, corazón que no siente; lo insidioso de este fenómeno es que no lo podemos ver", apuntó.
También dijo que la evidencia, incluida la bandera roja estándar de la degradación del arrecife, es flagrante.
"Lo veo. La vegetación está mucho más exuberante que antes y tengo la fuerte sospecha de que es por un ligero aumento del dióxido de carbono en la atmósfera y por el hecho de que la fotosíntesis depende enormemente del CO2", especuló.
Carty, expresidente del parlamento, contó que mostró fotos a sus colegas de la isla y del extranjero de Anguila hace muchos años, cuando era bastante desértica, en especial en lo peor de la estación seca, y otras de cómo es ahora.
"Hay otras cuestiones como la degradación de los corales, que sé que no es todo debido al cambio climático, pero soy un tipo de barco (constructor) y siempre estuve en contacto con el entorno marino y cuando hundes la cabeza en el agua ves la prueba contundente, en especial en nuestros sistemas de arrecifes", señaló.
"A diferencia de las grandes islas, no tenemos escapatoria. No es un problema para nosotros el enorme vertido de aguas cloacales al mar, de hecho, es casi nulo", dijo.
Carty señaló que pudo "ver cierta degradación en el coral, que no tiene nada que ver con la disminución de predadores y la alteración del ecosistema por la sobrepesca, debida a que la captura excesiva de predadores crea una reacción en cadena descendente", explicó.
"No creo que una persona promedio tome en cuenta estas cosas", indicó, responsabilizando a los medios estadounidenses y al movimiento cristiano evangélico por minimizar la cuestión del cambio climático.
Con vistas a la nueva temporada de huracanes que está por comenzar, Hodge señaló que hay un nuevo Departamento destinado a planificar cuidadosamente el desarrollo de las costas de Anguila para que se edifique a una distancia prudencial de la playa.
"Tenemos algunas pautas para contratiempos que son hace cumplir el Departamento de Planificación Física. En Anguila, como en el resto del Caribe, la tierra es un bien preciado para la población, que posee 95 por ciento del territorio", añadió.
Es un desafío para nuestros compañeros de Planificación Física en términos de poder implementar eso sin la interferencia de los de arriba. Es una pequeña sociedad, y estas son las verdaderas preocupaciones", dijo a IPS.