La inestabilidad política, las guerras civiles y las crisis humanitarias de África revirtieron en las últimas décadas, según expertos, los innumerables logros alcanzados en materia de salud materna.
"Los países africanos con buenas estadísticas sobre salud materna suelen ser los que han tenido una prolongada estabilidad política", explicó a IPS el director de la Fundación Internacional de Planificación Familiar en África, Lucien Kuaku.
"Eso muestra que la estabilidad es un cimiento fundamental para el desarrollo. Si no existe, queda a la zaga de otras prioridades", indicó.
Países ricos en recursos naturales, pero con conflictos internos, como Nigeria y República Democrática del Congo, siguen teniendo altas tasas de mortalidad materna, al punto de que llegan hasta unos 1.000 casos cada 100.000 nacidos vivos, según estadísticas de 2011 de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En países agobiados por la guerra, como Somalia, la situación es aun peor, con 1.200 mujeres muertas cada 100.000 niños nacidos vivos.
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"Regiones con mucha inestabilidad política, como el centro y el oeste de África, tienen las tasas más bajas de África en esta materia, pese a que muchos de los países son ricos en recursos naturales", puntualizó Kuaku.
Más de 550 mujeres mueren en el parto por día en África subsahariana, según la OMS, una cifra desproporcionada respecto de sus congéneres de países de altos ingresos.
El riesgo para una mujer de un país en desarrollo de morir por una causa derivada del embarazo y del parto en su vida es 36 veces mayor que la de una residente de una nación industrializada.
La muerte de una madre deja un vacío que incide en toda la comunidad y, especialmente, "tiene un impacto negativo en todos los aspectos de la vida de los niños y niñas, incluida la nutrición, la salud y la educación", remarcó Edith Bonu-Ouattara, vicerrepresentante en Costa de Marfil del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
Como la madre suele ser la principal responsable de los cuidados de su entorno, su salud, y en especial su muerte, están en relación directa con el bienestar de su familia nuclear y extensa.
Además, la economía nacional se resiente con la muerte de madres, puntualizó Boni-Ouattara. "Perdemos 15.000 millones de dólares al año en productividad por este problema", señaló.
A pesar de los indicadores, la salud materna está lejos de convertirse en una prioridad nacional para los países africanos. En cuanto los gobiernos se enfrentan a amenazas políticas o a emergencias humanitarias, los primeros recortes se sienten en la salud materno-infantil y en la planificación familiar, según Kuaku.
Más de un tercio de las embarazadas de África subsahariana no reciben atención prenatal, mientras que 70 por ciento carecen de cuidados post-natales, según UNFPA. Además, menos de 15 por ciento de las mujeres de África central y occidental tienen acceso a métodos anticonceptivos y a servicios de planificación familiar.
Esta situación se debe a la desproporcionada cantidad de recursos destinados a defensa, se lamentó Kuaku.
"La mayoría de los hospitales públicos tienen problemas de abastecimiento y continuamente se quedan sin medicamentos, pero si vas a un campamento militar del mismo país, verás armas de último generación", añadió.
La segunda prioridad de los gobiernos suele ser la lucha contra la pobreza y el hambre, el primero de los ocho Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio (ODM), que los países se comprometieron a cumplir para 2015.
La disminución de la proporción de personas que viven con menos de 1,25 dólares al día en África subsahariana fue despreciable en las últimas dos décadas, al caer apenas del 58 por ciento en 1990 a 51 por ciento en 2005, según estadísticas del Banco Mundial.
Mientras las naciones africanas sigan siendo pobres, los fondos destinados a la salud materna, sexual y reproductiva serán mínimos, indicaron expertos.
Muchos países se esforzarán por cumplir los tres objetivos de salud en los tres años restantes. Estos son: reducir la mortalidad infantil en dos tercios, la materna en tres cuartos y lograr el acceso universal a la salud reproductiva, respecto de las cifras registradas en 1990, así como combatir el VIH/sida, la malaria y otras enfermedades.
"La mayoría de los países se concentran en la erradicación de la pobreza y el hambre, y descuidan la salud materna. Es una cuestión de prioridades", señaló El Allassane Baguia, especialista en ODM del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en Costa de Marfil.
Muy pocos gobiernos son lo suficientemente conscientes de la estrecha relación entre salud materna y pobreza, observó.
Se requiere de un fuerte liderazgo dentro de un país para cambiar las prioridades y destinar más recursos a la salud materna e infantil, y lograr una implementación efectiva de las políticas existentes y los acuerdos internacionales, añadió.
El acceso a la planificación familiar y, por ende, a los derechos sexuales y reproductivos, por ejemplo, han sido incluidos en el marco de los derechos humanos de la ONU desde 1974. Pero no así en los servicios de atención pública en muchos países africanos.
"Los servicios de planificación familiar podrían reducir en un quinto la mortalidad materna e infantil. El acceso a una atención médica calificada podría bajar la mortalidad durante el embarazo y el parte en 75 por ciento", señaló Boni-Ouattara.
En la región austral y oriental del continente, la situación es ligeramente diferente.
La mayoría de los países de esas zonas han gozado de una relativa estabilidad política y sufrieron menos desastres humanitarios en comparación con sus vecinos del centro y oeste de África. La mortalidad materna e infantil disminuyó hasta que el VIH (virus de inmunodeficiencia humana), causante del sida, se convirtió en una amenaza para la salud de las mujeres.
En consecuencia, países con estabilidad política y una relativamente baja proporción de infecciones de VIH, como Botswana, tienen la menor mortalidad materna del continente, inferior a 300 muertes cada 100.000 nacidos vivos, según la OMS.
Pero en países como Sudáfrica, el VIH/sida socavó los esfuerzos en este sentido. La mortalidad materna supera los 549 casos cada 100.000 nacidos vivos, a pesar de la gran estabilidad política y económica.