Occidente aplica un doble rasero en las relaciones internacionales y ello quedó una vez más de manifiesto con la detención en París del científico argelino Mourad Dhina, cuya extradición reclama el represor régimen militar de su país.
La matanza de manifestantes no violentos y de ocasionales transeúntes civiles está intensificándose en Siria y ello motiva los reclamos de Occidente de que el presidente Assad dimita de inmediato y que se forme un nuevo gobierno de coalición.
Pero la situación en Argelia es peor que la de Siria. Desde que los militares argelinos tomaron el poder y cancelaron la segunda ronda electoral en enero de 1992 con el consentimiento occidental- cuando el Frente Islámico de Salvación era amplio favorito para la victoria, la sangrienta represión del régimen ha provocado la muerte de 250.000 personas.
¿Por qué no hay allí una Primavera argelina? Quizás porque la represión es demasiado atroz. ¿Por qué no ha habido protestas de Occidente ante esa situación en Argelia? Quizás porque el régimen argelino hizo lo que Occidente quería y facilitó el acceso al petróleo y al gas y al establecimiento de bases, además de prometer un posible reconocimiento de Israel. Siria no hizo nada de esto.
Dhina, residente en Suiza, es un físico del CERN, la organización europea para la investigación nuclear para usos civiles, y del Instituto Politécnico Federal Suizo, así como Director Ejecutivo de Alkarama (Dignidad), una fundación suiza que trabaja por los derechos humanos en el mundo árabe. Aunque es un militante pro derechos humanos totalmente no violento, Dhina fue arrestado el 16 de enero pasado en el aeropuerto de Orly, París, en respuesta a un dudoso pedido de extradición del régimen argelino, que lo acusa de haber pertenecido a un grupo terrorista en Suiza en la década del 90.
El 15 de enero, el ministro francés de Relaciones Exteriores, Alain Juppé, se reunió con Aung San Suu Kyi en Rangún y la condecoró con la insignia de Comendador de la Orden Nacional de la Legión de Honor.
El día después, el ministro francés del Interior, Claude Guéant, ordenó el arresto de Dhina, quien ha hecho esencialmente lo mismo que Aung San Suu Kyi: resistir a la dictadura militar de su país con medios pacíficos.
Numerosas organizaciones internacionales y nacionales de defensa de los derechos humanos, incluyendo Argelia Watch, el Instituto para Estudios de los Derechos Humanos de El Cairo, el Centro Libanés por los Derechos del Hombre, la Red Euro-mediterránea por los Derechos Humanos, la Federación Internacional por los Derechos Humanos, la Comisión Internacional de Juristas, la Liga de los Derechos del Hombre y la Organización Mundial contra la Tortura han dirigido una carta abierta al Primer Ministro francés, François Fillon, solicitándole que no extradite a Dhina.
Además de ser director ejecutivo de Alkarama, Dhina es también miembro fundador de Rachad, una asociación política pacífica que está legalmente registrada en Francia y propicia un cambio democrático en Argelia. Dhina había precisamente llegado a París para participar en una reunión de Rachad cuando fue arrestado por la policía francesa.
Mourad Dhina ha jugado un papel clave en la exposición ante la opinión pública internacional de las violaciones de los derechos humanos en el mundo árabe a través de su trabajo en Alkarama, en el ejercicio legal de su libertad de expresión y asociación, tal como está garantizado por las leyes internacionales. Dhina ha viajado libremente por Francia en numerosas ocasiones anteriores. Su arresto y posible extradición parece ser un esfuerzo del régimen argelino para silenciar su voz crítica.
Hay también razones para temer que Dhina pueda ser sometido a torturas si es enviado a Argelia, dado el documentado uso de la tortura por parte de las autoridades argelinas, tal como lo denunció el Comité contra la Tortura en su evaluación de Argelia en 2008.
La carta abierta señala que la extradición de Dhina sería contraria a las obligaciones de Francia a que se refiere el artículo 3 de la Convención Europea de Derechos Humanos y también la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura.
Asimismo, la Junta Militar argelina tiene antecedentes de condenas a personas falsamente acusadas de terrorismo . Enviar a Dhina a Argelia violaría, de ese modo, también la prohibición de extraditar a refugiados a lugares donde sus vidas o libertades pudieran ser amenazadas.
París es la ciudad donde la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la declaración Universal de los Derechos Humanos el 10 de diciembre de 1948. Francia muestra domésticamente gran respeto por los derechos humanos; puede demostrar nuevamente su compromiso con los derechos humanos al asegurar que Mourad Dhina no sea extraditado y entregado a una dictadura militar. Y si no hay prueba creíble de que ha cometido delito alguno reconocido por las normas internacionales, las autoridades francesas deberían ponerlo en libertad inmediatamente. (FIN/COPYRIGHT IPS)
(*) Johan Galtung, rector de TRANSCEND Peace University y autor de The Fall of the US Empire-And Then What?