La mayoría de las ugandesas no cuentan con títulos de propiedad sobre sus tierras que les sirvan de garantía para sacar un préstamo, y no pueden pagar los altos intereses bancarios. Pero seis bancos rurales con liderazgo femenino han empezado a cambiar sus vidas.
Estas instituciones facilitan el acceso a créditos, permitiendo iniciar pequeños negocios y mejorar la seguridad alimentaria de la solicitante y su familia.
A unos 20 kilómetros de la capital se encuentra la aldea de Wakiso. Aquí se encuentra la Iniciativa de Agricultura Alimentaria de las Mujeres Africanas, una cooperativa de ahorro y crédito, uno de los seis bancos rurales administrados por mujeres. Tiene 1.600 ahorristas y prestatarias y cuenta con apoyo de The Hunger Project, una organización internacional que promueve soluciones sustentables contra el hambre.
"Es un banco único porque está dirigido por mujeres y apoya a mujeres, especialmente a las que se dedican a la agricultura. Movilizamos a las mujeres y las alentamos a combatir el hambre y la pobreza ahorrando y accediendo a pequeños préstamos", dijo la gerenta de la cooperativa, Rose Nanyonga.
A diferencia de los bancos comerciales, la institución es propiedad de las mujeres que participan en su crecimiento, explicó.
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"Nuestras integrantes compran acciones en el banco, así que son sus dueñas y obtienen dividendos al final de cada año", dijo Nanyonga. También son mujeres las siete integrantes de la junta directiva.
Los servicios no se limitan al crédito. A la entrada se ofrecen a la venta insumos agrícolas, linternas e incluso paneles solares.
Joel Komakec, del Hunger Project, dijo a IPS que su organización busca asegurarse de que las clientas compren las semillas y los equipos correctos con el dinero que se les prestó.
"Con la actual crisis energética que padece el país, todos se apresuran a comprar paneles solares. Pero puede ocurrir que quien saca un préstamo apenas alcance a comprar un equipo de baja calidad. Así que nos aseguramos de que obtengan el correcto", explicó.
La directora de The Hunger Project en Uganda, Daisy Owomugasho, dijo a IPS que el programa de microfinanzas de la aldea es parte de una estrategia que se promueve en Uganda y en otros ocho países africanos.
"El crédito que obtienen bajo la forma de microfinanzas tiene por objetivo ayudar a las comunidades a cultivar alimentos, o a acceder a insumos, o a semillas mejoradas, o a cualquier otra cosa que puedan necesitar. Lo vemos como un enfoque integrado para poner fin al hambre y la pobreza de la población", planteó Owomugasho.
Los hombres también pueden solicitar préstamos, aclaró.
Las comunidades obtienen capacitación para manejar y usar efectivamente el crédito para salir de la pobreza.
"Pero nos dimos cuenta de que para dar poder a las mujeres también es necesario que ellas se hagan cargo de los créditos. Se les enseña contabilidad y conocimientos bancarios para que puedan manejar ellas mismas los bancos rurales", describió Owomugasho.
Los seis bancos no solo obtienen ganancias, sino que registran una proporción de devoluciones de los préstamos, porque sus integrantes sienten que son sus dueñas, agregó.
A 14 kilómetros de Wakiso, una cabina de metal azul brinda servicios bancarios a las áreas rurales que rodean Kikandwa Parish y zonas aledañas. La administra Aisha Nansuna, quien recolecta los depósitos diarios y facilita los retiros cuando las clientas no pueden viajar hasta la oficina central.
Esta cabina ayudó a arraigar la cultura del ahorro en las mujeres rurales de Wakiso, dijo Nansuna a IPS.
"Una ve mujeres que traen hasta la suma más pequeña para ahorrar porque el banco está cerca", añadió.
Nansuna también es beneficiaria del banco. Detrás de la cabina se encuentra su bien abastecida tienda de medicinas.
"Me he beneficiado mucho con nuestro banco. Empecé con un préstamo para avicultura, y luego solicité 1.500 dólares que usé para instalar esta farmacia", relató.
Con el dinero que gana ha logrado enviar a uno de sus hijos a la universidad.
Otra beneficiaria, Dorothy Kabajungu, de 50 años, dijo a IPS que estos bancos cooperativos cobran intereses menores que los comerciales.
"Ahora pagamos 20 por ciento de interés, y nos dan un periodo de 10 meses para devolver la suma. Me dicen que los otros bancos cobran alrededor de 30 por ciento por los préstamos", señaló.
"Este banco es muy bueno porque es nuestro. A las aldeanas nos gusta mucho porque no nos presionan demasiado para pagar", dijo.
Kabajungu empezó solicitando 125 dólares, que invirtió en aves de corral. Cuando lo pagó, le concedieron un crédito más grande, de 500 dólares, que también invirtió en avicultura, pero a la vez usó para iniciarse en la venta de leña.
"Decidí dedicarme a este negocio porque el carbón es muy caro y hay demanda de leña", explicó a IPS, añadiendo que en los cursos de capacitación le enseñaron a identificar y dar seguimiento a una necesidad.
Gracias a esa formación aprendió a sobrevivir incluso en tiempos difíciles, dijo Kabajungu.