KENIA: Sediento eucalipto revela su valor climático

En una empinada cuesta de la aldea de Thangathi, en la provincia Central de Kenia, Peter Nyaga inspecciona la plantación de eucaliptos de su predio de dos hectáreas y calcula el precio que tendrán los árboles cuando lleguen a su madurez, en tres años.

A 90 dólares por árbol y con unos 2.400 ejemplares plantados, Nyaga estima que le alcanzaría para comprar otro terreno.

"Los planté hace cuatro años para controlar la erosión del suelo en esta empinada colina. Y aquí están, grandes, y se pueden utilizar para hacer leña, carbón u otra cosa", dijo a IPS este hombre de 39 años y padre de tres hijos.

Nyaga sabe que le van a servir para mejorar sus ingresos, pero ignora que, al plantarlos, contribuyó también a absorber gases de efecto invernadero de la atmósfera.

Las primeras conclusiones de un estudio que realiza el Instituto de Investigación Forestal de Kenia (Kefri, por sus siglas en inglés) muestran que esta especie puede emplearse para mitigar el calentamiento global.

La investigación se propone estimar la capacidad de absorber y almacenar carbono de tres especies exóticas presentes en Kenia, el eucalipto (Eucaliptos saligna), el pino (Pinus patula) y el ciprés (Cupressus lusitanica), comparada con la del árbol nativo más común de la misma zona, el cedro.

Los hallazgos preliminares indican que en la provincia Central, una hectárea con 840 Eucaliptos saligna absorbió 337 toneladas de dióxido de carbono (CO2) en ocho años.

A modo de comparación, Suecia, primera entre los países que más luchan contra el calentamiento global, según el Índice de Protección Climática 2012, emite 50.600 toneladas de CO2 al año.

"El resultado se obtuvo calculando la cantidad de dióxido de carbono secuestrado por el Eucaliptos saligna y otras dos especies exóticas, como el Pinus patula, que absorbió 99,4 toneladas de CO2 en 10 años, y el Cupressus lusitanica, que capturó 73,3 toneladas en ocho años", señaló Vincent Onguso Oeba, responsable de la investigación y director de la división biométrica de Kefri.

Estos resultados "se compararon entonces con el cedro autóctono en sus zonas ecológicas preferidas", agregó.

"El cedro (Juniperus procera) en su mejor zona ecológica de la provincia Central, con 587 árboles por hectárea, pudo absorber solo 55 toneladas de CO2 en 19 años", indicó Oeba.

Pero el exótico eucalipto no es bienvenido en Kenia. En 2009, el ministro de Ambiente, John Michuki, ordenó arrancar de raíz todos los árboles de esa especie que crecieran cerca de fuentes de agua a fin de disminuir el impacto de la sequía que soporta este país.

Los propietarios que habían invertido en especies mejoradas de eucaliptos en la provincia Central debieron talar sus árboles. Pero la plantación de Nyaga sobrevivió porque está a una distancia suficiente del curso de agua más cercano.

La ley keniata permite plantar especies exóticas a más de 30 metros de una corriente de agua de más de dos metros de ancho.

"Si plantas eucaliptos cerca del agua, las raíces sentirán la humedad y abrirán mucho sus estomas (poros microscópicos) para absorber gran cantidad de líquido del suelo. Pero si los mismos árboles se plantan en un terreno alto, percibirán la falta de humedad y cerrarán sus estomas lo más posible para retener la poca agua disponible", explicó Muraya Minjire, especialista en viveros del Proyecto Biotecnológico de Árboles.

Los estomas, ubicados en la epidermis de los vegetales superiores, actúan como un portal para el intercambio eficiente de gases y agua con el exterior.

Kefri estudia la capacidad de absorción de CO2 de otras 10 especies de árboles autóctonos.

"También estamos desarrollando ecuaciones de aceptación internacional que se puedan usar a escala local para estimar con exactitud la cantidad de CO2 que una especie puede absorber de la atmósfera a una edad particular, de modo que quienes estén en el negocio del carbono puedan discernir si hay una oportunidad de comercio", indicó Oeba.

Se necesita una cuantificación de CO2 específica de cada especie para que sean más sólidos los sistemas de control de emisiones de gases de efecto invernadero, según el estudio.

"La cuestión de las especies de árboles debe ser incluida en las políticas de adaptación al cambio climático", observó Oeba.

Mientras, Nyaga sigue pensando en cortar sus árboles cuando estén maduros, al cumplir siete años.

"Mi principal objetivo es venderlos a la Compañía de Energía y Alumbrado de Kenia (para usarlos) como postes del tendido eléctrico", dijo a IPS.

*Este artículo es parte de una serie apoyada por la Alianza Clima y Desarrollo (CDKN).

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