LA CUMBRE MUNDIAL DEL MICROCREDITO Y EL FUTURO DE LA INCLUSIÓN FINANCIERA

Abrir una pequeña tienda en un pueblo de Bangladesh, fundar una cooperativa de artesanos en Perú, montar una explotación agraria en el África subsahariana o fomentar agrupaciones económicas de mujeres en cualquier parte del mundo. Son ejemplos concretos de la finalidad de los microcréditos, un novedoso sistema financiero puesto en marcha hace décadas en Bangladesh por el profesor Mohamed Yunus, un dirigente social que en los últimos años ha sido distinguido con premios tan reconocidos como el Príncipe de Asturias (1998) o el Nobel de la Paz (2006).

Actualmente, España es el segundo donante mundial en el sector de las microfinanzas, por detrás de Alemania. El decidido respaldo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) a estas políticas ha llevado a la Microcredit Summit Campaign (MCS) a elegir España como país anfitrión de su V Cumbre Mundial, que se celebrará en Valladolid entre el 14 y el 17 de noviembre.

Los microcréditos se han revelado como un eficaz medio de luchar contra la pobreza extrema en un fenómeno donde las mujeres de países en vías de desarrollo se han erigido habitualmente en las protagonistas. Ahora bien, en los últimos dos años se ha abierto un punto de inflexión. En primer lugar, el propio sector de las microfinanzas se enfrenta a un importante debate en torno a sus objetivos. El impacto del microcrédito está en plena discusión tanto teórica como práctica. Los dramáticos casos de impago y morosidad de los programas de microcréditos, que han saltado a los medios de comunicación en los últimos meses, nos indican que un programa de microcrédito mal dirigido o cuyos riesgos no son adecuadamente calibrados, puede convertirse en un obstáculo para salir de la pobreza.

Los estudios más recientes insisten en el efecto positivo del microcrédito, siempre y cuando este instrumento esté vinculado a políticas públicas de cohesión social y lucha contra la pobreza, tales como el acceso a la salud y la educación, un marco institucional adecuado, y una infraestructura económica susceptible de generar oportunidades reales de empleo y autoempleo.

Otro factor es la evolución del sector microfinanciero, que ha pasado de estar liderado por organizaciones no gubernamentales y cooperativas, a contar con nuevas entidades que ofrecen una cartera de servicios más amplia, incluyendo los microseguros, el microahorro, o la banca móvil, al tiempo que se ha sofisticado la captación de recursos a través de fondos de capital de riesgo o la emisión de bonos.

Además, han irrumpido nuevas fuentes de financiación y, especialmente, las remesas de los inmigrantes, que en varias economías en desarrollo son la primera fuente de financiación exterior, así como las remesas internas. Estas nuevas fuentes ofrecen una financiación muy capilar dirigida a las familias, y en muchos casos destinados al consumo directo, con escaso impacto en proyectos empresariales.

En cuarto lugar, y fruto de lo anterior, el establecimiento de estándares internacionales, guías de desempeño social y financiero, y mecanismos de gestión homologados a nivel nacional e internacional.

A estos factores, en España se suma el propio proceso de transformación de los instrumentos financieros de la cooperación. El Fondo para la Promoción del Desarrollo (FONPRODE) creado en octubre de 2010, asume la constatación estratégica de que la mera provisión de fondos concesionales no basta para garantizar la lucha contra la pobreza. La financiación exterior debe acompañarse de un adecuado desarrollo, tanto en el ámbito regulatorio como de infraestructuras financieras, así como en la solvencia y efectividad de las instituciones financieras. Por otra parte, el FONPRODE ha adoptado un código de financiación responsable, que impone el establecimiento de rigurosos controles en materia de impacto social, ambiental y de género.

La V Cumbre Mundial del Microcrédito no se plantea, sin embargo, sólo como un foro de debate y de intercambio de experiencias. Por encima de todo aspira a impulsar dos metas básicas: la primera, lograr que unos 175 millones de familias, las más pobres del mundo y, especialmente las mujeres, accedan a servicios financieros básicos para finales del año 2015. La segunda, conseguir que unos100 millones de las familias más pobres mejoren sus ingresos por encima del umbral de un dólar diario entre 1990 y 2015. Si somos capaces de dar pasos adelante en busca de estos objetivos, la cita de Valladolid cobrará todo su sentido. (FIN/COPYRIGHT IPS)

(*) Soraya Rodríguez Ramos, Secretaria de Estado de Cooperación Internacional y Presidenta de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe