Las varias represas en construcción en el río Níger son una señal positiva del crecimiento de la inversión en agricultura y energía. Pero a numerosos observadores les preocupan los daños ambientales y la gestión colectiva de la cuenca, de más de dos millones de kilómetros cuadrados.
"La cuenca del Níger involucra a nueve países con intereses divergentes. Algunos de ellos, como Mali y Níger, no quieren que se construyan represas" río arriba, señaló Bi Tozan NGuessan, especialista del Ministerio de Agua de Costa de Marfil.
La Autoridad de la Cuenca del Río Níger coordina las actividades entre Burkina Faso, Guinea, Níger, Benin, Chad, Camerún y Nigeria, además de Mali y Níger.
Desde 2008, el órgano autorizó la construcción de tres represas con múltiples fines, en Fomi, localidad de Guinea, en Taoussa, Mali, y en Kandjadji, Níger.
"La presa de Taoussa proveerá electricidad a Burkina Faso y Níger, por ejemplo", indicó Ferdinand Bélé Gohou, presidente de la organización no gubernamental Montañas y Bosques de África Occidental, con sede en Guinea.
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"La represa de Fomi también será útil para otros países de la cuenca", añadió.
La obra en esa localidad guineana apunta principalmente a la generación de electricidad, pero su embalse creará oportunidades para la pesca, según sus promotores. Las áreas aledañas son adecuadas para la cría de ganado y otro tipo de animales, así como para la agricultura. Además sirve de hábitat para aves acuáticas.
Otros países de la cuenca también se beneficiarán de la capacidad de regulación del nivel de agua de la represa en diferentes momentos del año. "Es importante para la agricultura porque permitirá la irrigación en los estados ubicados río abajo durante la estación seca", según Gohou.
Pero los ecologistas temen que las nuevas obras tengan efectos negativos río abajo, en especial para las más de un millón de personas del delta interior del río Níger, en Mali.
Tanto la represa de Markala, obra de la era colonial que alimenta a varios proyectos de irrigación a gran escala, como la central hidroeléctrica de Sélingué, terminada en 1980, hicieron caer el nivel del agua de los pantanos, zonas fértiles y de gran biodiversidad, a más de 20 centímetros, lo que contrajo el área anegable en 900 kilómetros cuadrados.
"Con la construcción de la presa de Fomi, el nivel del agua en el delta interior del río Níger bajará otros 45 centímetros", según el estudio "Impacto de los embalses en la población de Mali", realizado por la organización Wetlands International, con sede en Holanda.
"El impacto sobre las poblaciones pesqueras, arroceras o ganaderas del delta interior del Níger serían devastadoras. La construcción de Fomi también llevaría a una disminución significativa de las poblaciones de aves locales y migratorias", señala.
"Las vastas colonias de cormorán, ibis, garza y garceta de África occidental serán llevadas al límite de su existencia", añade.
Además, la navegabilidad del río se restringirá a un breve periodo del año, cuando haya suficiente agua para barcos grandes.
Pero el estudio también señala que Sélingué y Markala tuvieron un impacto positivo en su entorno inmediato.
Mali está planeando construir nuevas presas. La represa de Djenné también será un puente de 316 metros que unirá ambas orillas del río Bani, el mayor tributario del Níger, con 4.200 kilómetros de largo.
La obra no solo generará electricidad para las zonas aledañas, sino que promoverá la producción de arroz y verduras, así como la pesca y la cría de animales, señaló en septiembre el ministro de Agricultura de Mali, Agatam Ag Alhassane, durante la ceremonia de lanzamiento del proyecto de 38 millones de dólares.
Otro de los proyectos con varios objetivos, la presa de Taoussa, contará con una central hidroeléctrica que generará 25 megavatios y podrá irrigar casi 140.000 hectáreas, según un estudio realizado por el gobierno de Mali.
Además ayudará a reducir la producción de la represa de Kainji, en Nigeria, que está al límite de su capacidad, en 200 gigavatios/hora por año, casi nueve por ciento de lo que genera actualmente.