Cuando nació Adnan Nevic, en junio de 1999 en Bosnia-Herzegovina, fue bienvenido como el «bebé seis mil millones», y ameritó una visita del entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan.
Para el 31 de este mes, la ONU (Organización de las Naciones Unidas) predice que nacerá la persona número siete mil millones en un planeta superpoblado hasta los botes.
A juzgar por las tendencias demográficas, la niña o el niño que lleve a la población mundial a cruzar el umbral de los siete mil millones, nacerá en África o en Asia.
Pero la ONU no está dispuesta a poner las manos en el fuego prediciendo el continente y menos identificando al supuesto recién nacido, como pasó con Nevic.
Ante el pedido de más datos sobre ese nacimiento, el portavoz del foro mundial Martin Nesirky dijo a la prensa el miércoles 26 que el acontecimiento guarda más relación con la población de siete mil millones como un todo y con la forma en que el mundo puede albergarla y permitirle vivir con dignidad.
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Mientras el aumento demográfico se mide sobre todo en cuanto a su impacto en la seguridad alimentaria, los recursos, la salud reproductiva, las migraciones internacionales, el desempleo y la sustentabilidad ambiental, el director ejecutivo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Babatunde Osotimehin, prefiere verlo de un modo más positivo.
"Somos siete mil millones de personas con siete mil millones de posibilidades", dijo el miércoles 26 en el lanzamiento del informe anual del UNFPA, Estado de la Población Mundial 2011.
Entonces, en lugar de preguntar "¿somos demasiados?", deberíamos preguntar "¿qué podemos hacer para mejorar nuestro mundo?".
El informe señala que el umbral de siete mil millones está jalonado de logros, retrocesos y paradojas.
Las mujeres, en promedio, tienen menos hijos que en la década de 1960, pero los números de fertilidad siguen en ascenso.
Y en forma global, la gente es más joven, y más vieja, que nunca antes, dice el documento indicando otra paradoja.
"En algunos de los países más pobres, la elevada fertilidad frena el desarrollo y perpetúa la pobreza, mientras en los más ricos, la baja fertilidad y la muy escasa población que ingresa al mercado laboral son problemas crecientes", señala.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, eligió el mismo tema cuando sostuvo, la semana pasada, que el ciudadano número siete mil millones nacería en un mundo de contradicciones.
"Tenemos alimentos en abundancia, y sin embargo hay millones de hambrientos. Vemos lujosos estilos de vida, y hay millones de empobrecidos. Contamos con grandes oportunidades de progreso, pero también con grandes obstáculos", dijo Ban.
"Esos son los desafíos que debemos y podemos superar", agregó. "Si invertimos en la gente recogeremos los mejores dividendos".
Pero, ¿está la comunidad internacional haciendo las inversiones correctas, por ejemplo en educación y salud reproductiva?
La trágica respuesta es no, afirma Barbara Crossette, autora principal del informe de UNFPA y ex jefa de la corresponsalía del diario The New York Times en la ONU.
"La cuestión no es si el mundo va rumbo a un volumen de población insostenible, como si esto pasara per se, sino por qué más de 17 años después de la Conferencia sobre Población y Desarrollo de El Cairo, en 1994, sus promesas no han beneficiado a las mujeres en algunos de los lugares más pobres, donde nacerá la mayor parte de la población de este siglo", dijo Crossette a IPS.
Esas mujeres, que saben bien cómo las afecta personalmente tener muchos hijos, cómo les hace más difícil educarlos y alimentarlos y conseguir agua y comida, no tienen las opciones que sí tienen las que viven en países más ricos, agregó.
"Se estima que más de 215 millones de mujeres quieren tener acceso a planificación familiar y más control sobre sus vidas reproductivas y su salud. Cientos de miles mueren por causas vinculadas al embarazo y el parto, que son completamente evitables, pero no tienen acceso a anticonceptivos por muchas razones", dijo Crossette.
La periodista llevó a cabo todo el reporteo para el informe viajando personalmente a China, India, Egipto, Etiopía, Nigeria, México, Macedonia y Finlandia.
Si se mantienen las tendencias de natalidad, la humanidad sumará más de nueve mil millones antes de 2050 y pasará de 10.000 millones para fines del siglo, según estimaciones de la ONU.
"En el transcurso de mi vida, vi triplicarse la población mundial. Y dentro de 13 años veré otros mil millones más", dijo Osotimehin, exministro de salud de Nigeria.
Para crear un mundo sustentable y pacífico, agregó, "debemos invertir con sabiduría".
"Mediante inversiones en salud, educación y cambio hacia una economía verde podemos mejorar el bienestar humano y nuestro planeta. Cuando las vidas mejoran, la tendencia demográfica ascendente se atenúa", dijo.
Ante la pregunta de si la ONU va en el rumbo correcto, Crossette dijo a IPS que "institucionalmente, la ONU y sus agencias relevantes han hecho bien con sus análisis y recomendaciones".
Pero las naciones miembros y los gobiernos no siempre han convertido esas ideas en acción, apuntó.
"La interacción entre población y desarrollo en el más amplio sentido y en sus muchas facetas debe considerarse urgentemente, sobre todo respecto de las mujeres y el lugar que ocupan en cada aspecto de la sociedad", añadió la periodista.
En sus viajes alrededor del mundo este año, "conocí mujeres que aun desean una familia numerosa, o que son persuadidas de tener más hijos por sus parejas, cultura o presiones familiares", dijo.
"Pero conocí muchas más que dicen que dos, tres o hasta cuatro hijos habría sido ideal, cuando ellas tienen cinco, seis o más, y lloran porque las vidas de sus hijas no serán diferentes de sus penurias cotidianas".
Demos a una generación de mujeres en todo el mundo la atención que les prometimos en la conferencia de El Cairo y los instrumentos que necesitan para ejercer sus derechos y opciones, y ellas abatirán la natalidad por sus propias razones, no por las metas ni necesidades demográficas nacionales, que el mundo dejó de lado hace décadas, dijo.
Inclusive China está reconsiderando su política del hijo único, según Crossette, a la vista de que cuando las mujeres tienen una buena atención de salud reproductiva, oportunidad de educarse y tiempo para asumir actividades económicas que benefician a sus familias y comunidades, la natalidad cae rápidamente y sin la coerción del control de la natalidad.
Taiwán logró una natalidad bajar la natalidad más que China y más rápidamente sin medidas coercitivas, tal como muchas otras naciones asiáticas que aplicaron programas de planificación familiar amigables y exitosos.
El crecimiento económico, apuntó Crossette, está antes y después de esos cambios. Escuchar a las mujeres, ayudarlas, debería ser la gran prioridad de los próximos años, y hay que empezar ya. Ellas son la clave para estabilizar la demografía humana, por su propio y personal interés.