Estamos enfrentando renovados riesgos de inestabilidad y de disminución del ritmo de la economía antes de que se llegue a una completa recuperación de la llamada Gran Recesión. Las posibilidades de evitar tales consecuencias se están volviendo escasas, a causa de los desequilibrios y fragilidades acumulados durante varios años como resultado de políticas equivocadas en Estados Unidos y Europa que no pueden ser fácilmente canceladas.
El fuerte crecimiento en las economías en desarrollo y emergentes desde mediados de 2009 no es sostenible. En primer lugar, es el resultado de una enérgica política de respuesta a la crisis cuyos efectos están decayendo en varias economías en desarrollo, particularmente en China, que ha sido la principal locomotora para los países exportadores de materias primas, mientras las perspectivas de crecimiento en las principales economías avanzadas están empeorando. Asimismo, la respuesta a la crisis en las economías avanzadas mediante una liquidez excesiva y marcados cortes en las tasas de interés está creando burbujas en los mercados de commodities y en el mundo en desarrollo. Esta moneda barata en busca de rendimientos ha impulsado el crecimiento en varias economías emergentes pero no es perdurable.
China introdujo un programa de estímulos masivos que alcanza al 15% del PIB, que triplica el de Estados Unidos. Pero está concentrado en las inversiones, que superan el 50%, mientras el apoyo al ingreso de las familias sigue siendo moderado pese a que el país enfrenta un problema de subconsumo. En efecto, el consumo privado ronda alrededor del 36% del PIB, la mitad del nivel de Estados Unidos.
China necesita reducir su dependencia de las exportaciones y ampliar el mercado doméstico para crecer. Su superávit en la balanza de pagos cayó de un pico del 11% del PIB en 2006 a 5% en 2010. Las necesidades de ajuste de China deben basarse en una rápida expansión de los salarios sin afectar los precios y el empleo. De este modo su moneda podría apreciarse y aumentar la demanda doméstica para contrarrestar la disminución de las exportaciones. En esa dirección, ha adoptado recientemente medidas para aumentar los salarios mínimos, crear ocupación, reforzar el sector de servicios, mejorar las redes de seguridad social, etcétera.
¿Qué ocurrirá si China disminuye el ritmo de su economía? Si la reducción pasara desde índices de doble dígito a un 7% podría tener un serio impacto adverso para los exportadores de materias primas. En cambio, a largo plazo, un viraje hacia el crecimiento basado en el consumo interno podría incrementar su demanda de granos y carne, agravando la carestía en el mercado mundial de alimentos.
¿Cómo terminará todo esto? Yo veo cuatro posibles escenarios.
1. Esas burbujas podrían terminar en una abrupta contracción monetaria en Estados Unidos. Puede ocurrir incluso antes de una recuperación de la recesión como resultado de una creciente inflación y/o presiones sobre el mercado de bonos. Los actuales tipos de interés cercanos a cero no se mantendrán a largo plazo y la cuestión es si volverán a la normalidad gradualmente o abruptamente.
2. Una significativa desaceleración de la economía china, posiblemente agravada por el estallido de la burbuja del crédito y de la propiedad, puede poner fin al auge en los mercados de materias primas, pero también desencadenar un éxodo masivo de los capitales especulativos de los mercados de commodities.
3. Una crisis en la balanza de pagos de una importante economía en desarrollo podría poner fin al boom de los flujos de capital por un efecto de contagio a través de los mercados emergentes. Por ejemplo, Turquía tiene ahora un déficit de cuenta corriente cercano al 10% del PIB y en otras economías emergentes los déficit son elevados. Un repentino cambio de humores en los mercados, como ocurrió en el Este de Asia durante 1997, podría desencadenar una crisis monetaria y de pagos en aquellos países.
4. Pero el Talón de Aquiles de las finanzas globales está ahora en Europa, donde la insolvencia es una posibilidad concreta en su altamente endeudada periferia. En tanto las autoridades europeas continúen pretendiendo que se trate principalmente de una crisis de liquidez, la región seguirá expuesta a una extrema inestabilidad y turbulentas crisis que afectarán los flujos de capital y la estabilidad financiera en las economías emergentes.
En cualquiera de estos escenarios es probable que una disminución de los flujos de capital venga asociada con una inversión en los precios de las materias primas. Ello implica que los países más vulnerables serán aquellos que han estado gozando de los dobles beneficios de la expansión de la liquidez global: la afluencia de capitales y el auge de las materias primas.
La economía mundial está en una frágil situación, con crecientes déficit presupuestales y deudas soberanas en las economías avanzadas, burbujas de bienes y crédito y oscilaciones de los tipos de cambio y cada vez mayores déficit de cuenta corriente en varias importantes economías emergentes. Se reconoce cada vez más que resulta improbable una transición suave y sin complicaciones de la economía mundial hacia un crecimiento estable, sostenido y sobre bases amplias. De ahí las repetidas voces sobre una próxima crisis. (FIN/COPYRIGHT IPS)
(*) Ylmaz Akyuz es el economista jefe del South Centre, con sede en Ginebra. Para mayor información ver South Bulletin, issue 56 (http://www.southcentre.org ).