Según la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el Capítulo Final de la Libia de Gadafi está siendo escrito en estos momentos. Como en los capítulos finales de Yugoslavia-Milosevic, Afganistán-Omar, Iraq-Sadam Husein y la Guerra contra el Terror-Bin Laden la cuestión es: eliminar al malo.
No sabemos cuando exactamente se leerá ese capítulo final, pero podemos tener en cuenta pasadas experiencias, adoptando un enfoque aparentemente trivial pero útil resumido en un dicho del filósofo Ruiz de Santayana: quien no aprende de la historia está condenado a repetirla.
Después de la destrucción de los símbolos de Gadafi previsiblemente habrá una ceremonia para celebrar la victoria de la OTAN. ¿Estarán allí quizás en un portaviones Sarkozy, Cameron, Berlusconi, Obama y algunos bombarderos en jefe clave en esta historia para declarar ¡Misión cumplida! y prepararse para los prometidos contratos petroleros? Difícilmente. Es presumible que habrá cierto estilo europeo en la ceremonia, como en la reunión de más de 60 naciones en París el 2 de agosto donde se prometió liberar los activos congelados para entregarlos al Consejo Nacional de Transición. Otras reuniones servirán para elaborar una nueva Constitución, fijar fecha para elecciones libres y, si es capturado vivo, someter a Gadafi a proceso en la Corte Penal Internacional de Occidente.
Antes, habrá una quema masiva de uniformes libios por parte de los leales, quienes se vestirán con ropas civiles y se prepararán para una larga fuga. Después de un mes, un año, o quizás más, vendrán las bombas al costado del camino, los sabotajes de oleoductos y refinerías. Y saldrá quizás a la luz la incapacidad del Clan de Bengazi y sus adherentes para hacer frente al clan de Sirte y sus partidarios.
Hagamos emerger dos puntos básicos de la niebla de la historia.
Yugoslavia, Afganistán, Iraq y Libia son construcciones artificiales de arquitectos globales obsesionados con mapas mundiales que identifican con un color a los Estados nacionales. Ellos creen que los ciudadanos de Estados con un solo color forman una nación.
¿Cuándo aprenderán que esas naciones en realidad no existen? Y que la sangre de clanes-tribus-etnias-razas en altamente heterogéneas culturas-nosotros es más fuerte que el agua de las ideologías partidarias en homogéneas culturas-yo. O que el sistema de una persona-un voto en elecciones libres y justas funciona mejor en homogéneas culturas-yo como Noruega, Alemania, Italia o Japón, mientras en heterogéneas culturas-nosotros la gente votará para que sus clanes-tribus-etnias-razas vayan al poder. Para mantener a ese Estado artificial sin que se desarme se debe pagar un precio: represión dura para contener a las fuerzas centrífugas y un dictador local o una ocupación extranjera.
Veamos un segundo pequeño punto: lo que es impuesto por la violencia tiende a llevar a la violencia y al gobierno represivo, no a la democracia. Pero, se preguntarán ¿no fue impuesta la democracia en Alemania-Italia-Japón después de la Segunda Guerra Mundial y sin embargo funcionó? Lo que ocurrió es que esos tres países eran homogéneos, dos de ellos incluso culturas-yo con una tradición de democracia electoral y gobierno de la mayoría. Aunque los tres tuvieron dictaduras y militarismo estas se originaron sin relación alguna con el propósito de mantener juntos a la fuerza a diferentes grupos étnicos. La guerra mundial hizo que se restaurara lo que había previamente allí.
¿Es entonces un caso perdido esta guerra contra el atroz Gadafi? Si la meta es establecer una democracia secular estable, sí, porque movilizará a los islamistas, los clanes y las tribus hacia la violencia y a conflictos sin fin.
Pero si un objetivo clave es el establecimiento de un banco central privado, no estatal, como ya lo hizo el clan de Bengazi, entonces no será un caso perdido para quienes la emprendieron. Si la meta fue liquidar al Banco Africano de Inversión en Sirte, Libia; al Fondo Monetario Africano en Nigeria; a una Federación Africana y una moneda africana en dinares de oro, entonces hay motivos para que celebren (el gobierno de Obama ha ya confiscado a esos propósitos 30.000 millones de dólares de Libia depositados en Estados Unidos).
Entretanto, la primavera árabe madura y se ha extendido a Israel con protestas de masas contra la desigualdad. El lanzamiento de cohetes y los ataques desde Gaza bajo la ocupación de facto son deplorables pero previsibles. La cosecha del último verano está allí: un cambiado Egipto reacciona, 30 años de tregua se evaporan. Y sucederán más cosas.
Pero también habrá más del otro lado y el imperio Estados Unidos-Israel tendrá un sucesor. Mi libro de 1973 La Comunidad Europea tenía el subtítulo Una superpotencia en preparación y en otro libro mío, La caída del imperio estadounidense, de 2009, señalé a los europeos y a la OTAN como los probables sucesores de Estados Unidos. ¿Harán ellos el trabajo hasta que Estados Unidos se recupere y pueda ser de nuevo el sheriff del mundo para capturar a los malos, vivos o muertos?
Probablemente no. Este cuarto azote imperial en el Medio Oriente y África del Norte después del Imperio Otomano , de Occidente (Italia-Inglaterra-Francia) y de Estados Unidos-Israel, será probablemente corto. Ellos ahora dicen Libia no es Iraq como antes acostumbraban decir Iraq no es Vietnam. Sí, hay diferencias, pero también abrumadoras similitudes.
Quizás una Libia descentralizada, la promoción de la unidad de África, minimizar la importancia de sus 54 Estados y dársela a 500 sub-estados es una solución mucho mejor, con gobiernos por consenso entre muchas partes en lugar del el ganador se queda con todo como en el Lejano Oeste (FIN/COPYRIGHT IPS)
(*) Johan Galtung, rector de la Universidad de Estudios sobre la Paz TRANSCEND y autor de «The Fall of the US Empire -And Then What?» (www.transcend.org).