Las ciudades que reciclan aguas residuales incrementan el involuntario consumo de medicamentos. A medida que aumenta la escasez de agua potable, el empuje para reciclar agua recibe un estímulo. Aunque hay cierta lógica en la recuperación de aguas residuales, numerosos fármacos van a parar en todo el mundo a nuestros sistemas de agua potable. Todavía no comprendemos exactamente los efectos precisos que esto tiene en la salud humana, pero los estudios hechos sobre animales sugieren que nos encaminamos hacia una crisis.
Medicamentos para el metabolismo, antibióticos y hormonas sintéticas para el control de la natalidad terminan en nuestras aguas superficiales y en el agua potable. Peor aún, la presencia de fármacos en aguas residuales es tan importante que miles de toneladas fluyen anualmente hacia el mar y terminan siendo absorbidos por los peces y otros mariscos que consumimos.
La producción de antibióticos se está expandiendo, dado que más del 50% del consumo mundial no es para tratamientos médicos sino para hacer que las vacas engorden más rápidamente.
Los medicamentos causan efectos en la reproducción y en la aparición de mutaciones genéticas, así como malformaciones en la vida acuática. Por ejemplo, residuos del fármaco Prozac hacen que los mejillones machos engendren, mientras que los remedios contra la hipertensión causan impactos negativos en las cigalas y los cangrejos. La infiltración de antibióticos y antibacteriales, a su vez, incrementan la resistencia de las bacterias.
Los medicamentos antitumorales usados en la quimioterapia causan mutaciones genéticas y malformaciones. Hay pruebas de las alteraciones endocrinas provocadas en la vida silvestre cuando ésta es expuesta aunque sea solamente a pequeñas trazas de hormonas sintéticas. Los analgésicos, por ejemplo el Ibuprofeno e incluso la nicotina, no son eliminados durante el proceso de potabilización del agua. Creemos que hemos controlado la inhalación pasiva del humo del tabaco mediante la prohibición de fumar en lugares públicos. Pero ahora parece que estamos fumando ¡a través de nuestra agua potable!
La ciudad de Amberes tiene más cocaína en su agua potable que ninguna otra ciudad en el mundo. ¿Llegaremos a ser acusados de consumir drogas duras simplemente por haber hidratado nuestro cuerpo?
Las instalaciones convencionales para el tratamiento del agua potable son incapaces de eliminar los fármacos. Hay estudios que demuestran que la coagulación, sedimentación y filtración del agua elimina solamente del 10 al 12% de ingredientes activos. Esta porción se acumula en el agua residual resultante del tratamiento, que a menudo es reciclada como aditivo para la tierra y termina por afectar una vez más a nuestra cadena alimentaria a los efectos de elementos indeseados. Aunque la filtración con carbón activado y el tratamiento con ozono pueden eliminar hasta un 75% de tales elementos, quedamos expuestos a los efectos negativos del restante 25%.
Mientras el agua continúe siendo reciclada y re-reciclada en los que resultan ser circuitos cerrados mientras aumenta el consumo de medicamentos, la sociedad y el ecosistema se verán expuestos a los peligros de un amplio cóctel de fármacos. ¿Podría entonces sorprender que enteros sectores de la población comiencen a sufrir inesperados cambios de humor e incluso de comportamiento sexual?
Investigaciones en Filadelfia descubrieron que había 56 fármacos en el agua potable ya tratada. Casi 20 millones de residentes en California del Sur están expuestos a la ingestión indeseada de antiepilépticos y ansiolíticos. El agua potable de San Francisco contiene una hormona sexual sintética difícil de descomponer. Desafortunadamente, el agua embotellada es agua potable filtrada que se vende en un envase desechable de plástico (generalmente poco amigable con el ambiente). Y la mayoría de las empresas tampoco hacen análisis en busca de fármacos en el agua que venden. Incluso nuestros sistemas de filtración de agua en nuestros hogares reducen pero no eliminan los medicamentos.
La única seguridad es la de poseer un pozo de agua en una cuenca hídrica que controlemos, lo que muy pocos pueden permitirse.
Es hora de revisar los sistemas sanitarios y de búsqueda de medicamentos efectivos. Como resultado de estas preocupaciones legítimas la medicina tradicional y natural se convierte en más relevante que nunca. La iniciativa de la Constitución de Bután de garantizar la utilización de la medicina tradicional a todos sus ciudadanos suena como una decisión visionaria. Puesto que estamos desparramando medicamentos indiscriminadamente a través del ambiente, es urgente proporcionar nuevas pautas a la industria farmacéutica para el establecimiento de fechas de vencimiento de sus productos.
La respuesta típica de los intereses económicos implicados es que no hay pruebas científicas de que la presencia de medicamentos en el agua potable afecte a los seres humanos. El problema es que cuando se entreguen las pruebas completas y más allá de toda duda razonable, será demasiado tarde.
Por lo tanto, parecen necesarias tres iniciativas paralelas. Primero, todos los medicamentos deben incluir un mecanismo gatillo que asegure la desintegración de las complejas fórmulas fuera de su envase.
Segundo, las plantas de potabilización del agua y las instalaciones de embotellamiento deben ser equipadas para medir la presencia de fármacos. Aunque por ahora no es posible que todas las ciudades sean obligadas a instalar un mecanismo de reversión de la ósmosis que elimine el 95% de los fármacos y deje sólo un 5%, puesto que tal solución extrema aumentaría enormemente el costo del agua, algo se debe hacer. Por ejemplo, se debe cambiar el diseño de los fármacos, sin que el costo resultante pase al contribuyente.
En tercer lugar, quizás debamos finalmente centrarnos en enfrentar las causas que inducen el masivo consumo de píldoras. Ha llegado la hora de buscar una vida más sana y menos estresante. Mientras que las primeras dos iniciativas pueden ser decididas por todo gobierno responsable, la tercera es una decisión que debemos tomar todos antes de que sea demasiado tarde. (FIN/COPYRIGHT IPS)
(*) Gunter Pauli, escritor y empresario en los campos de educación, ciencias y artes.