Tenemos necesidad de un paradigma bajo el cual colocar orgánicamente los varios problemas que afrontamos de modo separado. Son problemas globales que se viven diversamente en las varias regiones del mundo. Enfoquemos el caso de Europa, donde la crisis es más evidente y la sufren decenas de millones de personas, sobre todo los jóvenes,
El paradigma: no hay paz sin seguridad (especialmente en estos tiempos). Pero la seguridad no es la militar, que insume 1.600.000 millones de dólares anuales. La seguridad es la humana, para la cual el total de los presupuestos para el desarrollo es de 50.000 millones de dólares. Bastaría que el 10% de los gastos militares fuera destinado a las necesidades humanas para disponer de otros 160.000 millones, mucho más de cuanto pide Naciones Unidas para un acuerdo sobre el control climático. Un mundo en el cual 51 millones de personas tienen la misma riqueza que otros 1.200 millones de ciudadanos es insostenible.
Creo que sea bueno identificar son los problemas existentes. Los temas prioritarios a resolver son seis.
1) El mundo vive una profunda crisis de gobernabilidad. La decadencia económica y social de los países del Norte (mientras en el Sur se está delineando una decena de nuevos actores a escala global) está creando una fuga hacia delante, con partidos y movimientos que sueñan un retorno a una época ya desaparecida. El Tea Party, que tiene en sus manos al partido Republicano en Estados Unidos, y los partidos de la derecha xenófoba surgidos en países considerados modelo, como Holanda, Noruega, Suecia, Finlandia y otros, son el resultado de esa fuga hacia delante Se agregue que hemos pasado del fin de las ideologías a la afirmación del pragmatismo como fórmula madura de la política. Pero sin un cuadro de referencia y de análisis, del pragmatismo hemos pasado al utilitarismo, o sea a administrar sólo aquello que es útil. Entonces, el tema de la crisis de la política se pone como prioritario. Es necesario dar mayor participación a los ciudadanos, más allá del sistema electoral. Es necesario pedir una democracia participativa, que se delegue a los ciudadanos la discusión sobre todos los bienes comunes, no sólo sobre el agua o la energía nuclear.
2) Un elemento clave de la crisis es el vuelo sin control de las finanzas, cada vez más opuestas a la economía real. Mientras los intercambios comerciales han bajado mundialmente en 15%, las transacciones financieras están en continuo aumento, alcanzando ya 40.000.000 millones de dólares cotidianos. Las finanzas no tienen ningún instrumento internacional de control. La presión de las bolsas hace que el déficit fiscal sea más importante que el social. Entonces es imprescindible un primer paso urgente: ocupémonos del déficit social como verdadera prioridad. Se impida a los bancos especular con el dinero de sus clientes, reduciendo así la burbuja especulativa. Y se limiten los instrumentos especulativos en uso, muchos de los cuales son loterías arriesgadísimas.
3) Estas dos crisis ha puesto de rodillas a la cooperación y a la justicia social internacionales. Pero en un mundo globalizado no se puede dejar que el mercado y el lucro operen sin controles. Sobre este punto hay que concretar la propuesta de un tributo a las especulaciones financieras. Estas son tan enormes que bastaría un impuesto del 1 por 10.000 para generar 400 millones de euros diarios a distribuirse entre las víctimas de la crisis, los desocupados, los jóvenes, el déficit social, en modo proporcional al tamaño de cada país.
4) Un tema que le interesa a toda la humanidad es el del ambiente. Los datos sobre el calentamiento global son notorios. Pero el gobierno estadounidense es prisionero de un Congreso que niega el tema e imposibilita todo acuerdo internacional. Entretanto, está creciendo una nueva categoría de prófugos: los ambientales. Naciones Unidas estima que pueden llegar a ser 400 millones dentro de 30 años. Y quienes pagan la crisis son sobre todo los países más pobres, en primera fila los africanos. Pero también Europa se verá profundamente golpeada por este problema. Entonces, exijamos a los parlamentos que cumplan con los compromisos internacionales sobre la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles, la introducción de las nuevas tecnologías verdes, temas sobre los cuales todos (menos, quizás, China) están profundamente atrasados. Y pidamos a los ciudadanos que reconozcan que el actual modelo de desarrollo basado en el consumismo no es más sostenible y requiere modificaciones en nuestro estilo de vida.
5) Un asunto que no debe jamás soslayarse es el de los derechos humanos. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), cada año más de 12 millones de personas son atrapadas por organizaciones criminales y obligadas a trabajar en condiciones inhumanas. Y en Europa hay al menos varios cientos de miles de personas en condiciones de virtual esclavitud. Sin una política basada sobre la dignidad de los inmigrantes, el crecimiento de Europa no es posible ni lo es el mantenimiento del sistema de previsión social, visto que la relación intergeneracional se ha reducido debido a la baja natalidad. Pidamos, por lo tanto, que se abra un debate para crear una política de imigración europea que salga de los genéricos lugares comunes en los que la ha relegado el mundo de la política.
6) Una última prioridad es devolver dignidad al mundo del trabajo. Hoy en día los sindicatos representan mundialmente el 12% de la fuerza laboral y son cada vez más islas de defensa de los propios inscriptos. El 80% de los trabajadores del mundo carecen de asistencia social. La desocupación juvenil es del 30 al 70% superior a la media.
Es necesario retomar los ideales de la solidaridad y de la responsabilidad intergeneracional. Se reforme el sistema económico y fiscal para reducir la brecha creciente entre los ciudadanos que actualmente están dentro del sistema y los muchos que están fuera, desprotegidos. Es un tema políticamente suicida y por lo tanto se le mantiene fuera del debate. Pero, si no es enfrentado iremos hacia un mundo de sufrimiento y penuria.
Ha llegado la hora del compromiso, del sacrificio, del esfuerzo común y personal. Falta un Winston Churchill, quien prometiendo lágrimas y sangre consiguió movilizar a su país contra el nazismo. Y falta también un Manifiesto , pero tenemos bastantes datos como para saber que evadir esta realidad es un acto gravísimo. Y no bastará con atribuir la culpa a los políticos. Nosotros somos igualmente responsables. (FIN/COPYRIGHT IPS)
(*) Roberto Savio, fundador y presidente emérito de la agencia de noticias Inter Press Service (IPS).