Una atenta valoración de la información sobre la crisis portuguesa que es divulgada por los medios de comunicación, permite comprobar que de esta se habla todos los días y hasta él limite del agotamiento, pero lo hacen sin mencionar sus causas y menos aún identificar a sus responsables, pese a que existen y son conocidos.
Tampoco se relaciona de manera significativa nuestra crisis a la crisis global, en especial a la europea. Parece que lo que más importa es lo que dirá el informe de la Troika, formada por el Fondo Monetario Internacional , la Unión Europea (UE) y el Banco Central Europeo acerca del cumplimiento del memorando sobre las reformas a las que se comprometió Portugal para acceder al credito de 78.000 millones de euros para aliviar la precaria situación económico-financiera.
Esto es obviamente es importante, pero está lejos de resolver nuestros problemas. Como si la situación económica global no cambiase todos los dias y no tuviese repercusiones inmediatas en nuestra situación nacional, la que también va cambiando…
En términos gubernamentales los mercados especulativos parecen dictar la ley, como si los Estados nacionales o los Estados de la zona euro- tuvieran que obedecer sin remedio a las agencias calificadoras de riesgo y no tuvieran instrumentos propios para dominarlos. Pero los tienen. Se trata ni más ni menos que de la voluntad política de quien gobierna la Unión Europea.
Con todo, bastó que Italia y España comenzaran a ser atacadas -con las consecuencias que de ello resultaron- para que los espíritus más atentos se apresuraran a cambiar de criterio, a suscitar dudas y a reclamar que las instituciones europeas abandonen la parálisis en que han permanecido y traten de reaccionar con buen sentido. Claro que tienen medios para hacerlo, si lo quisieran. Yo pregunto: ¿Quién fabrica la moneda euro? ¿No es el Banco Central Europeo ? Ahora, si fuera preciso, el BCE puede poner cuando lo quisiera- a trabajar a la máquina de producir moneda.
En verdad, la Unión Europea, así como también Estados Unidos, tienen que comprender que están ante un dilema muy serio: o cambian de paradigma económico al que han seguido con persistencia en estos últimos años- o la crisis global los va a arrastrar a una decadencia irreversible en un mundo de progreso emergente (con China, India, Rusia, Brasil, Sudáfrica y tal vez Indonesia a la cabeza). Por lo tanto, la UE tiene que cambiar radicalmente de política y avanzar en el sentido federal, con un gobierno económico y político que sea solidario y capaz de imponerse en la escena internacional.
En cuanto a Estados Unidos, es urgente que abandone la economía virtual y el capitalismo de casino y todavía no lo hicieron- imponiendo reglas éticas a los mercados y las agencias calificadoras de riesgo, reduciéndolos a su real insignificancia y acabando con los paraísos fiscales. Le guste o no al Tea Party. Esta es una cuestión de supervivencia.
Si así sucediera como espero- el Occidente tendrá futuro. Si no, se verificará la decadencia de Occidente, como profetizó Oswald Spengler a comienzos del siglo pasado.
Portugal, después de la crisis política, tiene un nuevo gobierno con una orientación neoliberal típica y ministros inspirados, más o menos, en la Escuela de Chicago. Siendo así, parece tener pocas condiciones para subsistir mucho tiempo porque la evolución de la Unión Europea va a caminar necesariamente en el sentido contrario.
La Unión Europea, con la crisis que golpea las puertas de países como Italia, España, Bélgica y quizás otros, finalmente tendrá que llegar a acuerdos para hacer frente a sus responsabilidades. Como Estados Unidos después del compromiso concretado entre demócratas y republicanos. La propia China y otros países emergentes temen que se vaya hacia una crisis mundial de proporciones nunca vistas. ¿Es que no es posible frenar la ganancia de los mercados y la irresponsabilidad de las agencias calificadoras de riesgo?
Es difícil imaginar que los responsables políticos sean tan incapaces como para negarse a ver la realidad de la situación. (FIN/COPYRIGHT IPS)
(*) Mário Soares, ex Presidente y ex Primer Ministro de Portugal.