Tal como ocurrió en episodios previos, un factor clave en el actual auge de los flujos de capital hacia las Economías en Desarrollo y Emergentes (EDE) es un drástico recorte en las tasas de interés y una rápida expansión de la liquidez en las principales Economías Avanzadas (EA), especialmente en Estados Unidos.
Esto se encaró al principio de un modo coordinado, según lo acordado en abril 2009 en la Cumbre del G-20 en Londres como una respuesta contracíclica a la crisis. En Estados Unidos, la respuesta de la Reserva Federal fue la de hacer dos rondas de expansión monetaria a través de compras de bonos del Tesoro a largo plazo y de otros títulos. Aunque el objetivo declarado era el de estimular el gasto privado, esta movida ha sido también ampliamente vista como un esfuerzo para debilitar al dólar y fomentar las exportaciones.
Sin embargo, la expansión de la liquidez no ha significado un incremento significativo del crédito y del gasto privado en Estados Unidos a causa de problemas tanto en la oferta como en la demanda en el mercado financiero. Los bancos no han querido prestar a sectores privados sino simplemente sacar provecho en los diferenciales entre las tasas cortas y largas y buscar oportunidades de ganancias en el extranjero.
De modo similar, sobrecargados con deudas, los consumidores han sido renuentes a tomar prestado y gastar. En consecuencia, el exceso de liquidez se ha derramado globalmente en una búsqueda de beneficios en las EDE y esto ha puesto a muchas de estas economías a la defensiva, en respuesta a lo que es ampliamente considerada como una devaluación competitiva por parte de Estados Unidos.
Un factor clave en la oleada de capitales hacia las EDE es su significativamente mejor rendimiento en cuanto a crecimiento y perspectivas que las EA. Por otra parte, aunque la política de tipos de interés en muchas de las principales EDE fue inicialmente la de abatirlas para contrarrestar la crisis, ellas comenzaron a ser incrementadas en el 2010 mientras las tasas en las EA continuaron a muy bajos niveles. Como resultado de ello, el flujo de capitales especulativos en busca de altos rendimientos, el llamado carry-trade, se ha incentivado y las economías emergentes clave con altas tasas de interés, como India y Brasil, son los principales objetivos de los movimientos de capitales.
Entretanto, los mercados de materias primas se han convertido en una suerte de mercados financieros, ya que algunos productos básicos son también blancos de especulación y atraen crecientes capitales en búsqueda de ganancias de los movimientos de los precios.
Los movimientos paralelos de los flujos de capital, los precios de los productos básicos y el dólar están directamente vinculados. Un dólar más débil a menudo conduce a precios más altos de las materias primas porque hace aumentar la demanda ya que resultan abaratadas con respecto a otras monedas. Por otro lado, los cambios en los precios de las materias primas tienen una fuerte influencia en los ingresos de capitales en las EDE que las exportan.
Estos cambios tienen como consecuencia una acentuada vulnerabilidad de las EDE ante la inestabilidad económica global.
La exposición a los riesgos de inestabilidad y crisis generalmente resulta de desequilibrios macroeconómicos y de fragilidad financiera que se acentúan durante las oleadas de entrada de capitales, principalmente en tres áreas. En primer lugar, esas oleadas hacen revaluar las monedas locales e impulsan tipos de cambio insostenibles y déficit de cuentas corrientes. En segundo lugar la fragilidad financiera es causada por la extensa la extensa dolarización de los pasivos y de desajustes en las monedas. Este sería el caso cuando se toman préstamos en una moneda extranjera y a corto plazo. Cuando los flujos de capital emigran y la moneda se devalúa bruscamente, los desajustes suelen incrementar las dificultades en el servicio de la deuda y pueden desembocar en quiebras.
Finalmente, las oleadas de capital pueden producir burbujas de crédito y de activos. La expansión del crédito puede ocurrir cuando los bancos toman préstamos en el extranjero para financiar préstamos domésticos, cuando las intervenciones en el mercado de divisas no pueden ser completamente esterilizadas o cuando la afluencia de capital baja las tasas de interés a largo plazo. En la entrada de capitales que son tradicionalmente considerados como inversiones extranjeras directas se incluyen otros tipos de capitales como la adquisición de firmas existentes o inversiones inmobiliarias, que pueden crear burbujas. La reversión de los flujos de capital puede ocasionar una crisis del crédito y una deflación de activos, con severas consecuencias macroeconómicas. (FIN/COPYRIGHT IPS)
(*) Yilmaz Akyuz es el Economista Jefe del South Center con sede en Ginebra. Una versión extensa de este análisis se encuentra en el South Center Paper 37 ( http://www.southcentre.org)