«Tengo seis meses de embarazo, pero dudé en ir al centro de salud porque nos maltratan», dijo la indígena congoleña Marguerite Kassa, de 30 años. Temía encontrarse sola en una pequeña habitación repleta de mujeres en Mossendjo, en el sur del país. «Pero tuve una cálida bienvenida», añadió.
Una de cada cuatro indígenas pare en centros de salud, bastante menos que 80 por ciento de las congoleñas que sí se atienden por profesionales de salud.
En 2007 había 43.500 indígenas en Congo, sólo dos por ciento de los 3,7 millones de habitantes. En febrero de este año se sancionó una ley que "prohíbe" el uso del apelativo "pigmeo", un término referido a varios pueblos cazadores recolectores caracterizados por su baja estatura.
El artículo 22 de la norma garantiza el "acceso sin discriminación" a los servicios de salud.
Menos de 20 por ciento de las indígenas del Congo visitan por lo menos una vez la clínica durante el embarazo, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
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"No van porque las discriminan", señaló Jean Nganga, presidente de la Asociación de Defensa y Promoción de la Población Indígena, con sede en Brazzaville. "Las tratan como a cosas", apuntó.
"Las parteras nos dejan esperando, se ríen de nosotras, incluso antes de que lleguemos al centro de salud. Eso nos desanima", se quejó Kassa.
Ocho de las 520 indígenas entrevistadas entre abril y mayo por la Asociación Congoleña para la Salud, de la región de Cuvette-Oeste, parieron en una clínica.
"Nos dicen que no tienen dinero para pagar la consulta o la ropa del bebé", señaló Thomas Okoko, director de la organización, con sede en Mbomo, capital de Cuvette-Oeste.
"Vemos que están embarazadas, pero no sabemos donde paren porque no se las ve en las maternidades", confirmó Léonard Itoba, médico del hospital en el poblado norteño de Ouesso.
"No creo que la verdadera razón sea la falta de ropa", señaló David Lawson, representante de UNFPA en Congo. "Son instantáneas de la estigmatización degradante que las alejan de los centros de salud", añadió.
"La hostilidad contra las indígenas es lo que las lleva a parir en la selva", coincidió Roger Bouka Owoko, director ejecutivo del Observatorio de Derechos Humanos, una organización con sede en Brazzaville.
La comunidad preocupada de sí misma
Una partera tradicional señaló que atienden un promedio de cinco a seis partos al mes en París, una aldea a unos 60 kilómetros de Ouesso.
"A veces tengo que usar una navaja de rasurar para facilitar el parto debido a la falta de atención prenatal", relató.
"Todavía confiamos en nuestras tradiciones", explicó una sexagenaria de la aldea de Ngouha II, en el sur del país. "Por ejemplo, cuando una mujer está en fecha de parto no camina sola por el bosque. Cuando empiezan las contracciones sabe qué tiene que hacer, sentarse contra un árbol", añadió.
"Es una cuestión cultural y hay muchas hierbas que facilitan el parto", señaló la socióloga Glydas Ngoma-Mifoundou, de la Universidad de Brazzaville.
Los centros integrados de salud no cobran la consulta a las indígenas para motivarlas a atenderse con parteras profesionales en dos de los 12 departamentos administrativos del país, Lékoumou, en el sur, y Sangha, en el norte.
"Dispusimos que no se cobrara ni un franco a las mujeres indígenas embarazadas", dijo a IPS el director del centro de salud de Sangha, Marcel Elion.
El UNFPA colabora con la iniciativa de los directores departamentales entregando a las indígenas un conjunto de elementos de primera necesidad. "El bolso contiene ropa de recién nacido, medicamentos, guantes y jeringas", explicó la indígena Philomène Ipande.
Angélique Bounda, de 24 años, parió en la Maternidad de Dolisie en el sudoeste de Congo a fines de julio. "Vine a las revisiones prenatales y seguí el consejo de la partera hasta el final", dijo a IPS con una sonrisa.