Cuando el Programa Mundial de Alimentos (PMA) envió esta semana la primera parte de un paquete de ayuda a Somalia, ya era demasiado tarde para Farah, el hijo de dos años de Qadija Ali.
Murió en los brazos de su madre durante el viaje de 16 días que ella y sus otros ocho hijos hicieron hasta Mogadiscio desde una aldea azotada por la sequía en el distrito de Wanlaweyn, en la sureña región de Baja Shabelle.
"Lo llevé todo el día muerto, y yo pensé que sólo estaba dormido. No teníamos nada para darle, ni agua ni comida por tres días", dijo conmovida a IPS en el campamento de Badbado, en las afueras de la capital somalí.
La familia de Ali llegó a tener 50 cabezas de ganado, 20 cabras y cinco camellos antes del comienzo de la sequía en el sur de Somalia hace dos años. Era una de las familias más ricas en la región.
"Comenzó como una escasez de agua en las primeras temporadas, y luego no hubo más lluvia. El pasto se secó, los pozos y ríos también. Nuestros animales comenzaron a morir uno tras otro y no había pasturas ni agua para ellos", contó esta mujer mientras cargaba a otro de sus hijos, débil y desnutrido.
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El campamento de Badbado, que en somalí significa "rescate", es el mayor asentamiento de la capital para los desplazados por la sequía. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) informó que actualmente el sitio alberga a unas 28.000 personas, aproximadamente 5.000 familias.
Pero Ali no tiene a todos sus seres queridos en el campamento. Su esposo quedó en la aldea para cuidar las pocas pertenencias que les quedaban, mientras ella y sus hijos viajaban junto a otras cientos de familias para escapar del hambre y buscar ayuda. Ella no ha sabido nada más de él.
En tanto, la asistencia ha llega muy tarde para algunos.
Muchos niños y niñas arriban al campamento demasiado débiles y desnutridos como para poder ser salvados por los médicos. Algunos han pasado varios días sin alimentos ni agua.
La mayoría tienen un físico muy pequeño para su edad: los de tres años tienen la estatura de un niño de uno.
"Llegan aquí exhaustos y muy débiles por el hambre. Dos o tres niños y adultos mueren cada semana en Mogadiscio, pero no hay estadísticas exactas, ya que los campamentos están ubicados en diversos lugares de la ciudad" y es difícil reunir la información, dijo a IPS Muna Igeh, enfermera en Badbado, mientras atendía a uno de los pequeños desnutridos.
Daahir Gabow, padre de siete hijos, tuvo que ver sucumbir a dos de sus pequeños por desnutrición poco después de haber llegado a Mogadiscio.
Dijo que los médicos y las enfermeras en el Hospital Bandair, uno de los principales centros de salud de Mogadiscio, hicieron todo lo posible para salvar la vida de su hija, pero "el destino hizo lo suyo".
Gabow señaló que él y su familia intentaron afrontar la sequía, pero fue inútil.
"Quisimos capear la sequía como lo habíamos hecho en otras ocasiones, pero nuestro ganado no pudo sobrevivir. Muchos de nuestros vecinos comenzaron a irse luego de perder su ganado, así que entendimos que era tiempo de partir", contó Gabow mientras se preparaba para el entierro de su pequeña.
"Caminamos durante 21 días. Comimos y bebimos lo que pudimos hallar, y dormimos donde nos encontrábamos cuando el sol se ponía. Esto nunca lo había visto, ni mi padre me contó jamás que le hubiera pasado a él. Son momentos de prueba, así que debemos ser pacientes y fuertes", señaló.
Elhadji As Sy, director regional del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para África oriental y austral, indicó que el hambre suponía una "crisis de supervivencia para los niños".
Somalia es el país más afectado por una severa sequía que azota al Cuerno de África y que ha dejado a unas 11 millones de personas en urgente necesidad de ayuda humanitaria.
Kenia, Etiopía y Djibouti también afrontan una crisis, considerada la peor en 60 años.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que un total de 2,23 millones de niños y niñas en Somalia, Kenia y Etiopía sufren desnutrición. El foro mundial informó haber enviado 1.300 toneladas métricas de suministros al sur somalí, incluyendo insumos médicos para atender a 66.000 menores con déficit alimentario.
Mientras, los habitantes del sur somalí siguen abandonando sus hogares. La ONU señaló que por lo menos 100.000 desplazados han llegado a Mogadiscio, de los cuales unos 40.000 lo hicieron apenas el mes pasado.
"Durante el último mes, las cifras de Acnur muestran que casi 40.000 somalíes desplazados por la sequía y el hambre han arribado a Mogadiscio en busca de comida, agua, refugio y otro tipo de asistencia", dijo el martes Vivian Tan, portavoz de la agencia.
La ONU estima que el número crece, con un promedio de llegadas diarias de 1.000 personas en julio.
Organizaciones no gubernamentales locales están proveyendo también asistencia humanitaria, pero los residentes dicen que ésta es limitada.
El PMA comenzó el 27 de este mes a enviar ayuda por aire a Mogadiscio por primera vez desde que el grupo extremista islámico Al Shabaab prohibió a todas las organizaciones internacionales operar en las regiones que controla.
La agencia destinó 14 toneladas de suplementos alimenticios para niños desnutridos en los campamentos de Mogadiscio.
David Orr, portavoz de Acnur, dijo a periodistas en la capital somalí que más ayuda llegaría en los próximos días.