«Los peces cultivados son mejores que los del mar en Gaza. No debería ser así, pero con la contaminación por aguas servidas y las restricciones impuestas por Israel, los primeros están más limpios y saludables», explicó el capitán Sohail Ekhail.
"Es casi imposible para los pescadores palestinos trabajar en el mar y la piscicultura ofrece otra fuente de peces de agua salada", explicó Ekhail, un ingeniero de 38 años que es uno de los pioneros de esta actividad en Gaza.
La captura es escasa comparada con la de los años 90, antes de que Israel impusiera el bloqueo contra este territorio tras el triunfo del Movimiento de Resistencia Islámica, conocido por su acrónimo árabe Hamás, en las elecciones parlamentarias en 2006. Desde entonces pasaron de pescar más de 3.500 toneladas al año a menos de 500.
La marina de Israel no deja que los pescadores palestinos se adentren en el mar más de tres millas, lo que llevó al agotamiento de los recursos.
Además, los peces están contaminados, nadan en aguas servidas, vertidas al mar a diario por falta de instalaciones para su tratamiento, como dijo Ekhail.
"De todas maneras, Gaza importa pescado congelado de Egipto por los túneles", añadió. Hay necesidad de contar con un producto comestible, apuntó.
Sus estanques tienen cientos de peces en etapa de maduración, lo que lleva entre ocho y 10 meses. "Pero con los cortes de energía lleva más tiempo", remarcó.
Grandes ruedas que funcionan con electricidad giran en la superficie de los estanques para oxigenar el agua salada subterránea que se renueva dos veces al día.
De las tres variedades de peces que tiene, la tilapia roja y plateada son las más populares y baratas, cuestan unos ocho dólares el kilogramo. Pero es demasiado caro para la mayoría de los gazatíes que dependen de la asistencia extranjera para vivir.
"Vendemos principalmente a los restaurantes", explicó, aunque algunas familias con más recursos también compran, apuntó.
La granja de Ekhail tiene otros problemas, además de los cortes de energía. "Los clientes compran pescado congelado de Egipto porque es más barato", señaló. "El alimento de los peces es de Israel y suelen haber retrasos en la entrega", se lamentó.
El mayor problema fue la total destrucción de la granja pesquera de Ekhail durante el ataque de tres semanas de Israel contra el territorio de Gaza de fines de 2008 a principios de 2009.
Reconstruida en un terreno alquilado, la granja se encuentra a cinco minutes en automóvil fuera de la ciudad de Gaza. Las olas del mar se adentran en la tierra más de 50 metros superando los estanques protegidos con carpas.
Históricamente, la región dependió de los recursos marinos, lo que se refleja en los tradicionales platillos de Gaza a base de pescado y el legado de hombres en barcas para pesca de arrastre, embarcaciones a motor y con remo del tamaño de una canoa.
El desarrollo de la acuicultura refleja la insistencia de los palestinos, decididos a crear fuentes de trabajo y alimento pese al inflexible sitio impuesto por Israel contra Gaza, con apoyo internacional.
Pero también muestra la permanente apatía de la comunidad internacional frente a la dura situación que deben afrontar todos los días los 4.000 pescadores de Gaza, les disparan, bombardean y les lanzan químicos con olor a excremento. Además cientos son secuestrados todos los años de aguas palestinas por la marina israelí para evitar que practiquen su oficio.
Las 20 millas náuticas atribuidas a los palestinos en los acuerdos de Oslo fueron reducidas por Israel a menos de tres. Muchos pescadores fueron asesinados o quedaron heridos por pescar dentro de los límites impuestos por el estado judío.
Además de las víctimas humanas, las restricciones a la pesca impuestas por Israel causan un daño económico a las 65.000 personas que dependen directamente de la actividad, según datos del Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Muchas familias no pueden darse el lujo de las proteínas que ofrece el pescado porque la captura actual es escasa y el que hay disponible es cultivado o importado.
Las organizaciones como el PMA fomentan la piscicultura en Gaza como fuente de alimentos alternativos para los 1,6 millones de gazatíes, la solución es temporal, no permanente.
Es una solución que, de forma intencional o no, es funcional al sitio de Israel porque impide que los palestinos sean autosuficientes y que sus habilidades pesqueras se transmitan de generación en generación.
Tampoco atiende la raíz del problema, el sitio y el juego mortal del estado judío en aguas palestinas, diseñadas para que los palestinos sean cada vez más dependientes de la asistencia exterior.