LA RESPUESTA A LA TRAGEDIA DE UTOYA ES LA CULTURA DE PAZ Y NO VIOLENCIA

Noruega es una pequeña nación cuyo pueblo se encuentra conmocionado luego del despiadado acto de violencia política, de una crueldad sin precedentes, que ocurrió hace pocos días. Hay en todo el país una tangible atmósfera de profundo pesar y de tristeza nacional, como lo indican las voces apagadas y las variadas manifestaciones de dolor de la gente.

Afortunadamente, esta pesadumbre de los noruegos se ve aliviada de algún modo por la compasión y las manifestaciones de solidaridad que llegan de nuestros amigos de todas partes del mundo. Asimismo, estamos agradecidos a nuestros líderes nacionales, gobierno, policía y personal de servicios de emergencia y rescate porque reaccionaron con admirable compostura y eficiencia.

Pocos pueden comprender la magnitud de extrema devastación que un descarriado “hombre superior” fue capaz de causar. Motivado por la teoría racista de la “superioridad blanca”, este asesino culpó a los políticos y a los medios de comunicación noruegos de participar en una conspiración cultural marxista y de ayudar a una invasión islámica en Europa. Como ferviente antisocialista eligió como blanco a la próxima generación de los políticos del Partido Laborista al asesinar a todos los que pudo en el campamento juvenil de los laboristas en la isla Utoya. Las decenas de asesinados eran jóvenes, en buena parte de 14 y 15 años, provenientes de municipios de todo el país.

El campamento juvenil era el blanco principal, ya que el coche bomba hecho estallar en el centro de Oslo una hora antes tenía como propósito crear caos, distraer la atención de la policía y darle el mayor tiempo posible para llevar a cabo sin obstáculos la masacre de la juventud del Partido Laborista. Aunque hecha en buena parte con propósitos diversivos, la bomba causó muertes, grandes estragos y daños. Los medios internacionales señalaron que la explosión ocurrió “cerca de las oficinas del Primer Ministro”, pero fue mucho peor, ya que la bomba fue puesta en el medio de un complejo del gobierno y dañó gravemente a casi todos los edificios gubernamentales, varios de ellos de forma irreparable. Con pocas excepciones, los ministerios noruegos necesitarán trabajar en oficinas improvisadas durante al menos dos años.

Un aspecto particularmente malvado y cruel de la masacre fue el uso de un uniforme policial por parte del asesino. Los jóvenes del campamento que habían conseguido huir en todas las direcciones del ataque estaban terriblemente asustados cuando la verdadera policía llegó finalmente en su ayuda una hora después. No sabían si esos policías iban a ayudarlos o a acercarse para dispararles y matarlos.

El autor de la matanza, un astuto y excepcionalmente bien organizado (al parecer) solitario que se crió en un rico suburbio, ha sido miembro del partido noruego de extrema derecha antes de concluir que la democracia no podría proteger a Europa de ser conquistada por el Islam. Durante nueve años planeó el lanzamiento de su Gran Guerra contra la multiétnica y multicultural Europa, aislándose de su familia y sus amigos para asegurarse de que nadie lo hallara y tratara de impedir que cumpliera sus propósitos.

No podemos protegernos mejor a nosotros mismos contra un loco megalómano como éste que contra una catástrofe natural. Pero este fanático religioso es el producto de nuestra cultura militarizada y con alta tolerancia para la violencia.

Peter Weiss, un abogado de Nueva York y presidente de la Asociación Internacional de Abogados contra las Armas Nucleares, hizo esta afirmación: “¿Qué se puede hacer con este tipo de gente? Quizás nada. Pero emprender un diálogo con extremistas, por poco prometedor que pueda parecer, sería mejor que esperar que ocurra otro Utoya.”

El asesinato en masa de futuros políticos en esa isla fue posible gracias a la moderna tecnología militar para matar, ostensiblemente producida para nuestra “seguridad”. Albert Einstein dijo, y Alfred Nobel hubiera estado de acuerdo, que en la era nuclear la verdadera seguridad puede ser construida solamente sobre la base de la justicia, la cooperación y la compasión, así como con el reconocimiento de todos los miembros de la familia humana como nuestros hermanos y con dejar en el olvido las fronteras y las divisiones religiosas y étnicas.

Noruega está en una posición especial para promover la paz mundial a través de la ley y las instituciones internacionales dado que esta fue la idea que Nobel quiso promover por medio de su premio para los campeones de la paz. La respuesta a las atrocidades no debe ser más la del uso del poder y de la violencia. En lugar de ello debemos crear una cultura global de paz y no violencia.

En la larga serie de historias dramáticas sobresale la de un miembro de la agrupación laborista, una jovencita de origen indio o ceilanés que fue instada por sus amigos a nadar con ellos para huir del asesino. Era una mala nadadora que debía recorrer 600 metros en unas aguas heladas y con las balas que zumbaban cerca de su cabeza. Cuando se lanzó al agua eran altas las probabilidades de que se ahogara, como les sucedió a muchos otros jóvenes. Sin embargo pudo llegar a la orilla y, cuando luego fue entrevistada por un equipo de la TV y se le preguntó sobre sus sentimientos con respecto al asesino contestó: “Siento piedad por él. Si este hombre hubiera disfrutado de una buena amistad con sólo un inmigrante de color éste desastre pudo no haber ocurrido jamás.” (FIN/COPYRIGHT IPS)

(*) Fredrik S. Heffermehl, abogado, escritor y directivo de IALANA, la Asociación Internacional de Abogados contrarios a las Armas Nucleares.

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