A pesar de 12 años de reformas, las universidades de Marruecos siguen sin cumplir con las expectativas. Los estudiantes se quejan de que la instrucción que reciben no es suficiente para afrontar las demandas del mercado laboral.
Profesores universitarios en este país del norte africano de 32 millones de habitantes coinciden con los alumnos, y añaden que en las casas de estudio impera la corrupción.
"El tipo de capacitación provista por las universidades sigue siendo mala y no cumple con los estándares educativos, pedagógicos, académicos e intelectuales convencionales", dijo a IPS Zakaria Rmidi, estudiante que prepara su maestría en inglés.
"Todavía no hemos pasado de la lógica de enseñar a capacitar", señaló por su parte a IPS el director del Departamento de Filosofía en la Universidad Hassan II-Mohammedia, en Casablanca, Abdellatif Fetheddine.
El sistema universitario marroquí ha sido sujeto a reformas desde 1999, cuando el rey Hassan II decidió adoptar una amplia gama de medidas educativas. Su objetivo principal era adaptar la enseñanza al mercado laboral.
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Hassan II falleció ese mismo año, después de haber gobernado Marruecos desde 1961.
No obstante, su muerte no detuvo los cambios, continuados por su sucesor, Mohamed VI. En un discurso el 8 de octubre de 1999, el nuevo monarca dijo que el propósito de las reformas era "educar bien a los ciudadanos y hacerlos capaces de adquirir conocimientos y habilidades".
También anunció "la racionalización de los recursos reservados para la educación y la protección de esos fondos públicos de cualquier a uso o manipulación".
Menos de un año después, el 19 de mayo de 2000, el parlamento aprobó una ley dándole absoluta autonomía administrativa y financiera a las 15 universidades del país.
Según cifras del Ministerio de Educación Nacional, el número total de estudiantes en esas casas de estudio durante el año académico 2009-2010 fue de 306.595.
La ley instauró un sistema modular de capacitación, dividiendo el año académico en semestres. También, por primera vez, se crearon maestrías, remplazando el antiguo sistema de "diplomas de estudios avanzados" y "diplomas de educación superior".
Pero estas reformas no son consideradas suficientes por los alumnos. "La educación universitaria en Marruecos es más cuantitativa que cualitativa", explicó Rmidi.
"Los estudiantes a veces tienen unas nueve o 10 materias el mismo semestre, deben conseguir mucho material y estudiar más de 24 horas a la semana. Se les exige estar presentes en todas las clases y preparar presentaciones sobre lo que están aprendiendo", indicó.
El nuevo sistema todavía tiene mucho que recorrer para alcanzar su meta trazada hace 12 años. Rimdi señaló que, debido a la incompatibilidad con el mercado laboral, los estudiantes "perdieron confianza en las universidades como un lugar de conocimiento y enseñanza".
"Muchos bachilleres prefieren ir a algún instituto de capacitación vocacional en vez de estudiar en la universidad. A veces, incluso los que van a la universidad pueden optar por otros dos años en un instituto luego de obtener su título", añadió.
El problema no es sólo educativo. Los profesores también se quejan de las malas condiciones de trabajo, incluyendo la deteriorada infraestructura.
Y las causas no son necesariamente financieras. Un ejemplo es la Facultad de Artes y Humanidades de Ben Msik, afiliada a la Universidad Hassan II-Mohammedia en Casablanca.
Una declaración de cuentas de la facultad, a la cual accedió IPS, indica que se gastaron más de 6,3 millones de dirhams (más de 800.000 dólares) solamente en 2010.
La declaración también mostró que, de esta suma, más de 480.00 dirhams (60.000 dólares) fueron gastados en alimentos y alojamiento. Sin embargo, esa facultad no cuenta con restaurante ni residencia para los alumnos. En contraste, se invirtieron sólo 633 dólares en la compra de nuevos libros para la biblioteca.
El decano de la facultad se negó a ser entrevistado por IPS.
Los que han denunciado este tipo de situaciones han tenido problemas. Mohamed Said Karrouk, profesor de climatología en la misma facultad, escribió varias cartas a la administración denunciando malversación, corrupción y falsificación de documentos, sólo para ser llevado ante el consejo disciplinario de la institución.
"Ni siquiera iniciaron una investigación para constatar si estaba o no en lo cierto", dijo a IPS.
Cuando la resistencia a las reformas procede de los que se supone deben implementarlas, "éstas terminan sólo en el papel", dijo a IPS Abdelmajid Jahfa, miembro del Sindicato Nacional de Educación Superior.
"No veo ninguna ventaja en el sistema. Las ventajas que pudieran haber existido fueron por completo destruidas por un régimen administrativo arcaico", sostuvo.
"Todavía necesitamos democratizar más la administración de la universidad. Debemos reformar la reforma", opinó por su parte el profesor Abdellatif Fetheddine.