Sólo cinco por ciento de los proyectos diseñados para adaptarse al cambio climático son ejecutados debido a la escaza disponibilidad de fondos, lo que obliga a hacer un uso eficiente de los recursos. La solución al problema puede estar en el microcrédito.
El cambio climático es uno de los mayores desafíos que se conozcan para el desarrollo.
Mitigar los efectos del fenómeno en los países en desarrollo puede costar entre 140.000 y 175.000 millones de dólares al año hasta 2030, según el Banco Mundial. La adaptación asciende a entre 75.000 y 100.000 millones de dólares al año entre 2010 y 2050.
"La vida cotidiana de las personas de menores ingresos será la más afectada por el cambio climático. Se necesitan soluciones que las incluyan en los grandes proyectos de adaptación", señaló Hela Cheikhrouhou, directora de energía, ambiente y cambio climático del Banco Africano de Desarrollo.
Cheikhrouhou dio una conferencia en el Foro de Asociación para Fondos de Inversión Climáticos (CIF, por sus siglas en inglés) 2011, realizado en esta ciudad sudafricana el 24 y 25 de este mes.
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El CIF, creado por el Banco Mundial y bancos de desarrollo multilaterales regionales, ofrecen asistencia financiera para proyectos de adaptación y mitigación del cambio climático en países en desarrollo.
Más de un tercio del fondo de CIF se distribuyó en 15 países africanos, pero son pocos campesinos y las personas más pobres, con mayores dificultades para conseguir dinero, los que se beneficiaron con esas iniciativas, en gran parte por barreras administrativas.
"Necesitamos asegurar fondos para las poblaciones rurales pues se necesitan proyectos contra el cambio climático con aplicaciones prácticas", señaló Victor Kabengele, coordinador de proyectos del Ministerio de Ambiente de República Democrática del Congo
También es importante que haya menos papeleo y pocas condiciones, de lo contrario la inclusión de los pobres en proyectos contra el cambio climático seguirá siendo una promesa vacía, señaló Kabengele.
"El nombre del juego es dinero y es importante poder acceder al microcrédito", añadió.
Pero son pocos los proyectos actuales que ayudan a los pobres africanos a invertir en iniciativas contra el cambio climático. Uno de ellos está gestionado por la Global Partnership on Output-Based Aid (GPOBA), asociación de donantes y organizaciones internacionales que trabajan para facilitar el acceso a servicios básicos.
Se trata de una asociación de seis organismos, la agencia de ayuda australiana AusAID, el Banco Mundial y su Corporación Internacional de Finanzas, la agencia para el desarrollo de Suecia, SIDA, el Departamento para el Desarrollo Internacional de Gran Bretaña y la Dirección de Cooperación para el Desarrollo de Holanda.
GPOBA apoya a instituciones financieras en comunidades que carecen de servicios básicos por falta de recursos económicos, como la conexión a programas de electricidad con un uso eficiente de la energía.
En ese caso, un banco local recibe subsidios para otorgar microcréditos a las comunidades y ayudarlas a comprar sistemas de energía renovables para las viviendas.
"Queremos aumentar el acceso a los servicios básicos de las personas más pobres, como infraestructura, tecnología, salud y educación, para que puedan hacer frente a las consecuencias del cambio climático", explicó Mustafa Hussain, especialista de GPOBA.
"También pretendemos implementar nuevos mercados en zonas rurales, en especial de tecnología renovables", añadió.
GPOBA colaboró en 2010 con el lanzamiento de 131 proyectos con 3.500 millones de dólares aportados por el Banco Mundial y 2.800 millones por los respectivos gobiernos. Casi un tercio de ese dinero fue invertido por el continente africano.
En Uganda, por ejemplo, un subsidio facilitó fondos para una empresa privada que opera sistemas de suministro de agua. Eso permitió que la compañía ofreciera agua potable a más de 8.000 hogares rurales que carecían de agua corriente.
"Mediante el subsidio, las agencias de microcréditos se animan a otorgar préstamos a los más pobres porque saben que los refinanciaremos en base a resultados pre-acordados. Eso lleva a un mayor crecimiento y que haya inversiones en las comunidades rurales", explicó Hussain.
Otra forma exitosa de otorgar fondos a los campesinos es un sistema de transferencia de dinero desarrollado por el operador de telefonía móvil keniata Safaricom.
Casi 70 por ciento de los keniatas viven en zonas rurales y tienen dificultades para acceder a bancos o cajeros automáticos y sólo 40 por ciento de los 39 millones de habitantes tienen cuenta bancaria.
Pero 83 por ciento de la población tiene un teléfono celular, lo que llevó a Safaricom a ofrecer servicios financieros a través de la iniciativa llamada M-PESA, dinero en swahili.
Los clientes pueden pagar cuentas y hacer transferencias de dinero con sus teléfonos así como acceder a otros servicios financieros, como micro-ahorro, microcrédito e incluso micro-seguros.
"Los campesinos se ahorran unas tres horas en promedio por cada transacción al no tener que desplazarse largas distancias hasta la sede de instituciones financieras ni hacer largas colas", señaló M-PESA, jefa de desarrollo de producto, Japhet Aritho.
"También se ahorran unos tres dólares en transporte por cada transacción, que ahora pueden gastar en alimentos y otros rubros", añadió.
M-PESA ya tiene 700.000 clientes, los que realizan 90 millones de transacciones por mes.
El proyecto también ofrece servicios diseñados específicamente para combatir el cambio climático. Hay un programa para asegurar cultivos en que las primas y las reclamaciones se pueden pagar por teléfono móvil y los agricultores reciben por mensaje de texto información sobre el clima.
Otro programa ofrece acceso a bombas de agua que funcionan con energía solar a través de tarjetas inteligentes que se cargan con dinero a través de sus teléfonos móviles.
En el foro de CIF, especialistas coincidieron en que las iniciativas financiadas con microcréditos son clave para mitigar y adaptarse al cambio climático.
"El acceso al crédito es fundamental. Por ahora, los fondos para el medio rural son relativamente limitados. Necesitamos más", remarcó Kabengele.