El proyecto de producción láctea de Esther Ngonyo Njuguna, en Kenia, es un testimonio del potencial de los microcréditos para impulsar los ingresos rurales.
Hace ocho años, Mama Njoki ("la madre de Njoki"), como es llamada cariñosamente en honor a uno de sus cinco hijos, era una trabajadora del hogar más en el central distrito keniano de Kiambu. Su esposo es contador, y gana lo suficiente para mantener a toda la familia.
Pero ahora se ha convertido en propietaria de un proyecto lácteo con 15 vacas frisonas y Jersey, con el que abastece a un cercano centro de distribución de leche en su aldea de Ndumberi.
Esta mujer de 58 años mantiene a sus vacas, que producen poco más de 100 litros de leche cada día, en una pequeña tierra de 1.000 metros cuadrados. Hay también unas pocas cabras y gallinas.
"Lo que tengo hoy es accesible para cualquiera trabajadora del hogar que tenga al menos 100 chelines kenianos (1,25 dólares) al día para cubrir el presupuesto familiar. Todo lo que necesita es ahorrar unas pocas monedas de esto con un grupo de autoayuda, y así tendrá al menos 200 chelines para fines de mes", dijo Mama Njoki.
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Es el mismo consejo que recibió hace ocho años de una institución de microfinanzas conocida como Programa para el Desarrollo de Mujeres de Pamoja (PAWDEP), cuando conformó con otras 39 mujeres de su aldea el Grupo de Autoayuda de la Consolata.
"Registramos el grupo como una organización de base comunitaria y lo relacionamos de inmediato con la institución de microfinanzas, de forma que tuvimos una plataforma bancaria para nuestros ahorros", contó Mama Njoki.
Cada integrante de la Consolata debe aportar el equivalente a 2,50 dólares en un fondo común todos los meses. Las mujeres que presenten un plan viable de trabajo pueden solicitar dinero de los ahorros comunes a una tasa de interés de cinco por ciento. El préstamo debe ser devuelto luego de tres meses.
Los préstamos se limitan a dos veces y medio el capital que acumularon en ahorros con el grupo. Por ejemplo, una integrante que haya depositado 100 dólares puede pedir un crédito de 250. De esta manera, 40 por ciento del empréstito está garantizado contra el dinero que la propia acreedora introdujo en el sistema.
"Las instamos a seguir experimentando, pidiendo préstamos de vez en cuando e invirtiendo en pequeños negocios", dijo Rachel Wanyoike, consejera en microcréditos y presidenta de Recursos Humanos de PAWDEP.
"Mientras, tenemos un grupo de jefes de crédito que les enseñan cómo invertir el dinero de forma que puedan pagar sus préstamos exitosamente", añadió.
El primer crédito de Mama Njoki, en 2003, fue de 250 dólares, que usó para crear una unidad de pastoreo para su entonces única vaca. Su padrastro se la regaló cuando se casó por primera vez, y durante años estuvo contenta con tener sólo un animal.
El préstamo fue utilizado para sustituir el sistema tradicional de pastoreo por otro en que la vaca es mantenida dentro de un pequeño terreno comiendo forraje, en el caso de Mama Njoki enriquecido con desechos de cebada donados por una cervecería cercana. "Luego de ser capacitada en microfinanzas, me di cuenta de que el animal era una inversión que debía hacer crecer", señaló.
Ella pudo rembolsar el primer préstamo con la venta de leche, y luego pidió otros 625 dólares para comprar otra vaca. Las ventas otra vez lograron cubrir la deuda, y una serie de préstamos mayores del grupo la Consolata le ayudó a incrementar sus operaciones.
"Para el año 2009, Mama Njoki había criado a 14 animales productores de leche, que le daban suficiente seguridad para garantizarle un préstamo personal", dijo Wanyoike.
Con esta garantía, Njuguna pudo obtener un crédito de 12.500 dólares del PAWDEP, reembolsable en tres años y que ahora utiliza para diversificar su producción. Compró tres terrenos en zonas urbanas e la localidad de Ruiri, a las afueras de Nairobi.
"Esperamos que termine de pagar el préstamo para comienzos del año próximo. Y con sus terrenos a la vista, estaremos dispuestos a darle más de cinco millones de chelines (37.500 dólares) para que los desarrolle", dijo Wanyoike.
Las otras integrantes del grupo la Consolata han experimentado un crecimiento similar y han abierto pequeños negocios agrícolas.
"Cada uno de nosotras es dueña de al menos una propiedad. La mayoría hemos invertido en tierras, pero otros han creado negocios", dijo Mama Njoki.
Aunque Njuguna comenzó con un préstamo de 250 dólares, Wanyoike recomienda iniciar con sumas más pequeñas para construir una buena base.
El PAWDEP actualmente funciona con sistemas de ahorros cuyos miembros combinados suman 48.000 mujeres en las provincias Central, Oriental, Valle del Rift y Nairobi. Hay otras instituciones similares en Kenia que ayudan a las mujeres a acceder a créditos.
Un informe de 2010 publicado por la organización internacional ActionAid sugirió que este tipo de apoyo a las agricultoras a pequeña escala podía ayudar a reducir a la mitad el hambre en el continente africano para 2015.
El trabajo, titulado "Fertile Ground: How Governments and Donors Can Halve Hunger" (Terreno fértil: Cómo los gobiernos y los donantes pueden reducir el hambre a la mitad"), se basó en información reunida en Kenia, Uganda y Malawi.
Mama Njoki tuvo la suerte de contar con el respaldo de su esposo. "En el mismo grupo que integra hay un puñado de mujeres que sufren una constante interferencia de sus esposos. Algunas se han visto obligadas a comprar terrenos en secreto y los desarrollan sin el conocimiento de sus maridos", explicó Wanyoike.
En varias ocasiones, hombres molestos han ingresado a las oficinas del PAWDEP exigiendo los ahorros de sus esposas, contó.