La crisis de Repsol/YPF y las relaciones España-América Latina

La polémica sobre la nacionalización de la empresa petrolera YPF en Argentina, el 16 de abril, ha puesto sobre el tapete el tema de las inversiones españolas en América Latina y de la imagen de España.

En los últimos 20 años se ha notado un fenómeno inédito en los movimientos que saltaban al otro lado del Atlántico. España había sido juzgada anteriormente por las personas que se establecían en América Latina. El retrato era el de inmigrantes hambrientos de las regiones más desfavorecidas de España (“gallegos”), combinado con el de religiosos que cubrían las carencias de la beneficencia pública.

Después de la Guerra Civil Española, se incorporaron los refugiados políticos, recibidos muy generosamente sobre todo en México, Argentina y Chile.

La novedad reciente es que los nuevos visitantes no son funcionarios, conquistadores o refugiados, sino que llegaron en clase “business” en vuelos transcontinentales. En la aduana se les detectaron documentos de compraventa de negocios.

Algunas parcelas de la economía terminaron prácticamente monopolizadas por las inversiones españolas en América Latina. La telefonía, la banca y las prospecciones petrolíferas son los sectores de mayor espectacularidad de la presencia española en América.

Naturalmente, errores cometidos por una minoría y la agresividad en ejecuciones de los planes revertieron en la producción de una etiqueta de perfil negativo. Los “nuevos conquistadores” habían regresado.

Las cifras demuestran el “buen negocio” de la apuesta por América Latina. La banca, las compañías de telefonía y de energía reconocieron al principio de la presente década que recibían entre 35 y 50 por ciento de sus beneficios precisamente en América Latina. Esas compañías se convirtieron en verdaderamente “multinacionales” en el subcontinente latinoamericano.

Destaca recientemente el hecho insólito de una emigración inversa, la de latinoamericanos hacia España. Los nuevos galeones del siglo XXI llegan a América con inversiones y regresan a España con inmigrantes, en busca de trabajo.

A pesar de las fricciones, la percepción que los latinoamericanos tienen de España es positiva, aunque todavía pesa el estereotipo y la idealización de la “Madre Patria” en las mentes de los descendientes de los emigrantes, en las elites políticas conservadoras y en numerosos círculos intelectuales.

Los recientes sondeos de Eurobarómetro y del Instituto Elcano muestran que la imagen de España en América Latina es altamente positiva. Más de 70 por ciento de los latinoamericanos poseen una buena opinión de España, contra solamente 12 por ciento que tienen una actitud negativa.

En términos comparativos, España es la nación que recibe la valoración más alta, superando a la Unión Europea, Estados Unidos y China. Casi un tercio de la población latinoamericana cree que España es el país que posee la mejor democracia en Europa.

A pesar de las esporádicas confrontaciones verbales con dirigentes de la región (Hugo Chávez, Néstor Kirchner, Fidel Castro), más de dos tercios de los latinoamericanos juzgan como buenas las relaciones de sus países con España.

En cifras globales, España es el segundo destino preferido por la emigración latinoamericana, solamente superado por Estados Unidos. Nada tiene de extrañar, por lo tanto, que 60 por ciento de encuestados crean que las relaciones con España son extremadamente importantes para el desarrollo económico de sus países.

El debate sobre el polémico sector de las inversiones españolas se resuelve a favor de España: la mitad de los encuestados juzgan esa novedosa actuación española como positiva; solamente 18 por ciento creen que la experiencia ha sido negativa.

Detalle curioso es que los latinoamericanos esperarían de las inversiones españolas un perfil más altruista, que no se exigiría de las norteamericanas y demás europeas. En cierta manera, la actividad económica se vería como una extensión de la ayuda al desarrollo.

Pero también hay signos de deterioro. Al desaparecer las generaciones inmigradas, los sectores de izquierda están dominados por jóvenes proclives a un discurso antiespañol impelido por las recriminaciones anticolonialistas.

Los sectores más conservadores se revelan como más pro-españoles. Esta dicotomía se entrelaza con el contraste entre una actitud más crítica hacia el legado español en los países de mayoría indígena (Bolivia) con los que todavía tienen la huella de la inmigración española (Argentina), presente en sus familias.

Sin embargo, existe una hiriente ambivalencia interna en las comunidades productoras de emigración hacia España. Por un lado, son conscientes del positivo impacto de las remesas enviadas por los emigrantes a sus familias. Por otro, se sienten decepcionadas y defraudadas por las medidas restrictivas generadas por la crisis económica. La invitación subsidiada al regreso se interpreta como rechazo. De ahí que se teme que los sondeos den resultados menos optimistas en el futuro.

La crisis de Repsol/YPF puede atizar más el fuego. Además, la manipulación populista por parte de algunos dirigentes latinoamericanos podría dañar todavía más la histórica buena relación entre España y América Latina. (FIN/COPYRIGHT IPS)

* Joaquín Roy es catedrático «Jean Monnet» y director del Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami (jroy@Miami.edu).

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