Cuando se formó el gobierno de unidad nacional en Zimbabwe hace dos años, muchos en este país de África austral esperaban que se pusiera un dique a los productos importados.
Durante la inestabilidad política de la década pasada, los comerciantes informales transfronterizos prosperaron gracias a la escasez de artículos básicos locales, mientras los industriales luchaban contra los controles de precios y los prohibitivos costos de producción, que llevaron a cierres de fábricas y a despidos masivos.
Muchos zimbabwenses esperaban que, al conformar un gobierno de unidad, los otrora partidos rivales Unión Nacional Africana de Zimbabwe-Frente Patriótico (ZANU-PF) y el Movimiento para el Cambio Democrático trabajarían en la reconstrucción económica para que las industrias volvieran a funcionar.
Dos años después, las disputas continúan dentro del gobierno sobre cómo revivir la economía, y los bienes importados de países vecinos, especialmente de Sudáfrica, siguen inundando los estantes de los supermercados.
Los consumidores prefieren alimentos extranjeros más baratos como el aceite, el maíz, la harina y el té.
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En un país azotado por la violencia política que provocó una masiva fuga de capitales, analistas consideran que la falta de divisas es el mayor problema de los productores locales.
El ministro de Finanzas, Tendai Biti, anunció el año pasado que el gobierno había apartado 75 millones de dólares a través del Banco Africano para Exportaciones e Importaciones que serían destinados a apoyar los industriales.
Pero estos se quejan de que los recursos todavía no han sido liberados.
Para el comerciante Nomusa Zaba, la incapacidad de la industria local para proveer a los grandes supermercados es una bendición del cielo. Durante años, Zabva ha administrado un lucrativo negocio de abastecimiento de artículos básicos en la vecina Sudáfrica que los vende también a supermercados y pequeños comercios zimbabwenses.
"Para mí nada ha cambiado desde la formación del gobierno de unidad, ya que los comercios todavía sólo venden productos importados", dijo Zaba a IPS. "La gente se queja de que los artículos locales siguen muy caros, y prefieren los sudafricanos, desde pollo hasta cerveza".
Incluso, muchos zimbabwenses en Sudáfrica envían artículos a sus familias como remesas en vez de dinero.
Los operadores de transporte transfronterizo, conocidos como "omalayitsha", comerciantes informales que ingresan bienes de consumo y provisiones desde Sudáfrica, siguen siendo populares en Zimbabwe, a pesar de las pronósticos de que el gobierno de unidad nacional limitaría su accionar.
"Los industriales se han quejado de que sufren por las importaciones, pero debe señalarse que incluso cuando no hay importaciones ellos no pueden abastecer al mercado local", dijo el economista Tony Nyandoro, de la sudoccidental ciudad de Bulawayo.
Los productores avícolas, por ejemplo, instaban al gobierno a que impidiera las importaciones de pollo de países vecinos, especialmente de Sudáfrica. El año pasado, las autoridades aprobaron esa prohibición, pero debieron levantarla ante las protestas de los consumidores.
Una vez levantada la medida, se disparó la demanda de pollo sudafricano, ya que los productores locales no podían afrontar la demanda, sobre todo en vísperas de Navidad.
Antes de que se formara el gobierno de unidad nacional, el entonces gobernante ZANU-PF fue acusado de permitir el ingreso de demasiados productos nigerianos y chinos, y por tanto decidió iniciar un plan para la "indigenización" de la economía.
Pero críticos señalan que, mientras no haya un compromiso del Estado para atraer inversiones extranjeras directas, los consumidores tendrán que optar por artículos importados.
"Hay muchas políticas contradictorias aquí. El gobierno no puede estimular la producción local cuando, al mismo tiempo, los negocios locales no están plenamente capitalizados", opinó Tendai Chikaraka, analista económico de un banco internacional.
"Esa capitalización sólo puede venir de inversores externos, que poseen divisas. ¿Cómo se pueden equilibrar las dos cosas?", preguntó.
"Si los productores locales van a contribuir a la reconstrucción económica, seguramente necesitarán socios. Ya se ha demostrado que los zimbabwenses no pueden revitalizar la economía por sí solos", dijo a IPS.
Mientras, los comercios propiedad de extranjeros siguen floreciendo en el centro de Bulawayo, a pesar de las iniciativas del ZANU-PF para limitarlos. Extranjeros que hablaron con IPS explicaron que siguen ahí porque la gente continúa comprando sus artículos más baratos.
"No podemos simplemente irnos porque algunas personas piensan que nos estamos beneficiando en su lugar", señalaron.
"La gente debe entender que los negocios se basan en proveer los mejores productos y servicios. Seguiremos trayendo artículos al país", dijo a IPS un comerciante nigeriano.